25.- Capítulo veinticinco

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La mañana había amanecido nublada, Viktor no se sentía con ánimos de levantarse, y mucho menos de ir al campo. Se levantó con mucho pesar, fue al baño y se lavó la cara antes de bajar a prepararle el desayuno a su mujer.

Tal parecía que la lluvia no tardaría en llegar y a Viktor de desagradaba mucho viajar con lluvia. La noche anterior, Alina lo había convencido de ir y hacerle una ultima visita a su padre.

— Solo tú podrás consolar a tu madre. — le había dicho Alina.

Ali, Frederick y Sylvia, se encargarían que Alina siguiera con su reposo. Se suponía que esa mañana Viktor tenía que ir al campo a comunicar a sus superiores las razones de su partida, pero tanto el clima como su ánimo, se negaban a dejarlo ir.

Un ruido proveniente de la cocina, hizo que detuviera su marcha; Ali ya se encontraba despierta y en ese momento le preparaba a Alina un té. Viktor sonrío, para él, haber encontrado a Ali esa tarde en el campo, había sido un pequeño milagro, esa pequeña niña, independiente, tierna y alegre, había sido hasta ese momento un respiro para él y para Alina.

En repetidas ocasiones Viktor, había tratado de averiguar el porqué Ali, había estado en el campo, pero ella nunca decía nada, parecía tener miedo, y eso era algo que Alina entendía muy bien, así que le pidió a Viktor que dejara de interrogar a la pequeña.

En un último intento, Viktor había tratado de saber de donde venia, gracias al número tatuado en su brazo, pero por más que lo busco en las listas, no lo encontró. Eso era algo que pasaba a menudo, eran tantas las mujeres y niñas que llegaban que algunas se quedaban sin registro, en especial las niñas y ancianas.

Ali, sintió la mirada de alguien a sus espaldas, volteo, en el momento que vio a Viktor parado en el arco de la puerta, un pequeño grito de terror escapó de sus labios, al tiempo que las hierbas que llevaba en la mano cayeran en la taza que tenía frente a ella.

— lo siento, no pretendía asustarte. — se disculpó, Viktor.

— No se preocupe, solo que no esperaba verlo aquí. — La niña en verdad se veía sorprendida.

Viktor, solo le sonrío, se acercó a donde ella estaba y le preguntó si tenía hambre. La pequeña asintió y salió rápido de ahí. Antes de tomar una sartén para preparar el desayuno, Viktor miró la taza de té con antojo, olía muy bien, y un poco de té caliente, era algo que su cuerpo necesitaba.

Puso agua en la tetera para prepararle un nuevo té a Alina, saco la sartén y la puso a calentar a un lado de la tetera. Tomó la taza y le dio un pequeño sorbo, sabía tan bien como olía. Le faltaba un sorbo para terminarse el líquido de la taza cuando, Alina, muy agitada irrumpió en la cocina.

— Olvide el té de Alina — Le dijo, buscándolo con la mirada.

— Oh, ahora le preparo uno nuevo.

— ¿Se tomó el que prepare? — Ali, parecía a punto de vomitar.

Viktor asintió, se disculpó y volvió a su tarea de la comida, a los pocos segundos no escucho a nadie, miró sobre su hombro esperando ver a Ali ahí, pero no la vio.

El desayuno estuvo listo y después de dejarle un poco a Ali en la cocina, llevo su plato junto con el de Alina para arriba.

El momento de la despedida llegó. Alina le sonrío a Viktor cuando lo vio acercarse.

— Estaré bien, solo no tardes.

— Prometo regresar pronto.

Se besaron tiernamente y Viktor la estrecho entre sus brazos. Frederick no podía quedarse en la casa, ya que podría levantar sospechas, al Viktor no estar ahí. Así que le pidió a Ali que cualquier cosa lo llamara inmediatamente, y la enseño a ocultarse. Alina en su estado no podía hacer mucho así que Frederick solo rezó para que no pasara nada en la ausencia de su amigo.

El camino a Cottbus era largo, y Viktor no quería otra cosa que llegar ya. Quería ver a su madre, que aunque su última visita no había terminado del todo bien, seguía siendo su madre y la quería. Sabía que Abba estaría triste con la perdida de su compañero de vida, y con Viktor lejos la depresión era algo normal que podría padecer.

A medio camino el sueño comenzaba a debilitar la vista, así que decidió estacionar un rato y dormir antes de continuar el trayecto. Aparcó y el Morfeo lo llamó enseguida.

Habiendo pasado unas dos horas desde que se durmió, Viktor despertó con un fuerte dolor de estómago, rápidamente se incorporó y esperó a que el dolor pasara. El dolor disminuyó y al poco rato desapareció por completo, espero media hora, pero el dolor no volvió a aparecer. El sueño se había evaporado, así que siguió su camino sin dilatación.

A medio camino el dolor lo sorprendió de nuevo, tanto que por poco perdía el control del auto. Al igual que la primera vez, el dolor desapareció al poco rato. A Viktor le urgía llegar a casa de sus padres.

Ya había amanecido cuando Viktor entro a Cottbus, el dolor se le había presentado dos veces más en el camino, lo que le preocupo. Él no recordaba haber comido nada que fuera el causante del malestar, a menos que todo fuera causado por los nervios y estrés que sentía al partir y dejar a su mujer, hijo y Ali solos.

Cuarenta minutos después, llegó a casa de su madre. Tocó por más de quince minutos, pero nadie abrió. El dolor volvió a darle y fue cuando decidió ir al médico, mientras su madre llegaba.

Alina había llorado al ver partir a Viktor, aunque se mostró fuerte en todo momento, el verlo partir le dolió. Frederick se había retirado poco después que Viktor y solo Ali se encontraba con ella.

Viktor había dejado la comida preparada para ambas, así que Ali bajo por ella. Estando sola, Alina sintió un pequeño calambre en la parte baja del abdomen, era leve el dolor, pero aun así la incomodaba, para cuando Ali volvió a la habitación, los calambres ya habían cesado.

Para las ocho de la tarde, los calambres habían aumentado, Alina comenzó a sospechar que el parto estaba cerca, pero lo creía casi imposible, aun le faltaban tres meses más.

— Ali, coge el teléfono y llama a Sylvia y Frederick, es urgente que vengan de inmediato.

La niña, un poco asustada por la apariencia de Alina, corrió escaleras abajo y marcó. Ali, volvió a subir y se quedó a un lado de Alina en todo momento. Al poco rato se escuchó el ruido de la puerta principal abrirse, el alivio que sintió Alina al escucharlo se evaporó en el momento que la puerta de la habitación de abrió.

 Al poco rato se escuchó el ruido de la puerta principal abrirse, el alivio que sintió Alina al escucharlo se evaporó en el momento que la puerta de la habitación de abrió

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En el corazón de un AlemánWhere stories live. Discover now