Capítulo °11°

Začať od začiatku
                                    

-De lejos se ve que está muy, muy bien. –Dice detrás de mí, ese chico de cabello rubio. Hyukjae. –Incluso por encima de esa ropa se le nota todo su... ¿fuerte? –Sonríe amplio, mostrando en el proceso sus encías.


Miro a Donghae sin palabras, pero este esta rojo como un tomate y abre y cierra la boca sin decir nada, igual que yo. Las palabras del rubio nos ha dejado rígidos, sin palabras, impactados.



-Siwon, ¿no? –Dice él y lo miro. Lleva ropa muy indecente para estar en una iglesia. Pero Dios hace salvo al que tenga un buen corazón y no al que tenga mejor armario.

-Si. –respondo.

-¿Me podrías dejar a solas con mi ángel? –Miro a Donghae y éste no sabe que hacer. Niega con la cabeza, pero luego sonríe nerviosamente. Observo a mi alrededor y me doy cuenta que ya no hay nadie más, además de nosotros. Solo el pastor Park quien está en la entrada despidiéndose de otros hermanos. Observo la banqueta que está frente a la iglesia, una figura, un hombre, delgado, alto, con cabello negro y piel blanca que observa directamente hacía el interior de la casa de Dios. Está observándome.



Miro a Hyukjae y mascullo un "Cuidalo" y me despido con una reverencia hacia ambos y salgo corriendo fuera de la iglesia. Una vez afuera, me encuentro con el chico, pero no es quién yo pensaba. No es Heechul.





***






La fecha esperada llega por fin. Cita pactada en el despacho de mi propia casa. Lo cual va en total desacuerdo a las reglas establecidas en nuestro bufete. "Las reuniones con los clientes solo se deben realizar dentro de las instalaciones de nuestro servicio. Jamás donde el cliente pueda tener contacto con información personal". Porque además de generar disciplina, esta regla nos protege de aquellos clientes inconformes que puedan atentar con nuestra vida, nuestros amigos y la de nuestros familiares.



Pero mi padre me ha recalcado que la Señora Tan es una mujer "Digna del trato íntimo", y que aunque sea una regla del bufete, nosotros como dueños, tenemos el derecho de "Hacer excepciones".




-Futura Jessica Jung –Estiró su mano hacia mí con la total delicadeza de una dama. Por que a pesar de su ropa tan indecente y reveladora, tal vez, en el fondo, sea realmente eso. Una dama. Se la tomo por unos segundos, sintiendo la temperatura de su piel, fría, "Efectos del aire acondicionado." – ¿Eres tú quién va a liberarme de las sucias garras de mi marido? –Una sonrisa de esas que muestran las muelas de un costado, aflora en el rostro perfilado de "La dama", que aunque muy mujer que fuera y yo muy cristiano, no respondería. Primero porque sería hipócrita de mi parte "No me ha causado gracia el comentario". Y segundo, porque aún no se como sea el Señor Tan y apoyar un comentario que desacredite su persona, sería como juzgar a alguien sin conocerlo.



Ya tengo suficiente con pretender quitarle a sus hijos y su dinero, sin razón aparente. Señalo con la mano, el mueble de cuero negro del despacho y se sienta cruzando las piernas, revelando en demasía sus muslos, cuando su falda blanca se sube más de lo normal. Y tal parece que no le importa, porque no hace el ademán de arreglársela. Me siento en otro mueble, frente a ella.


-Fui contratado para llevar a cabo su divorcio. Pero si lo prefiere llamar así, no es mi problema. –"Muy bien Choi Siwon, lávate las manos como Ponsio Pilatos. Debo pedir perdón por eso".

-Mi marido, es un hombre que merece eso y mucho más –Dice, tomando la taza de té que pidió a la señora Shin, la cual dejó sobre la mesa ratonera, junto con una taza de café para mí.– Él, es solo un prototipo de hombre. –Añadió, tomó un sorbo y sonrió. Mientras que un sorbo totalmente caliente de café me quemaba la garganta.

-Las debilidades de su marido, son las variables para ejecutar su divorcio. Pero creo que su intento por hacerle quedar mal, no nos llevará a ninguna parte. –Digo, con el temor de que intente presentar quejas de mí, a mi padre

-¿Entonces que me propones, Siwon? –Alarga mi nombre de una forma que me hace la carne temblar como gelatina.

-Propongo que sea sincera. ¿Su marido alguna vez le ha sido infiel?, ¿Le ha faltado física o psicológicamente?, ¿Le ha negado a sus hijos algún derecho, como estudiar, alimentarse...–Dejo de hablar por la carcajada que sale de su garganta. Niega repetidamente con la cabeza y eso me hace confirmar mis sospechas.

-Que no lo considere hombre, no significa que no sea un buen padre o marido. –Dice con simpleza– Él es el padre que querrían todos los niños de orfanatos. Él sería el esposo meloso y/o pegajoso que buscaría cualquier "Julieta" –Hace comillas con sus manos.

-Creo que no comprendo –Suelto y me arrepiento. Estoy pecando por mentiroso.

-Creo que es bastante obvio. –Dice y descruza las piernas, pone las manos sobre ellas. – Quiero quitarme de encima a mi marido y quedarme con lo que me pertenece por aguantarlo por 5 años. – Y sonríe.

-No creo que sea posible sin alguna prueba que mal ponga a su marido como mal padre o esposo. –Respondo levantadome de mi asiento con los nervios crispados.

-No necesitamos pruebas reales.


Esa. Esa es la frase que no quería escuchar.

¿Quieres Ir A La Iglesia? [SICHUL]Where stories live. Discover now