Capítulo 5

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Basil gimió con fuerza sintiendo como Jason le penetraba manteniéndolo en el aire y contra la pared de su habitación, se acababan de instalar ese día en su casa y nada más caer la noche el moreno bastardo mal nacido había ido hasta su habitación sometiéndolo casi a la fuerza.

-Ja...Jason...- gimió entre una embestida y otra.

-Se dice amo... mi nueva mascota...- el gimió y quiso empujarlo, quitárselo de encima pero a pesar de sus palabras, las caricias de Jason no eran desagradables y la desesperación con la que se bebía su piel era casi halagadora, igual que la forma en que su respiración se agitaba y parecía perder el control en su interior, se sentía en el cielo, no había dolor, como si no tuviese las piernas destrozadas, como si en la mañana no le hubiese costado un infierno levantarse de la cama.

-Gm.. Jason - El gemido de Basil se escuchó pasito en la habitación vacía mientras la luz de la mañana entraba por la ventana dándole de lleno en la cara sacándolo de tan exquisito sueño. Se removió entre las sábanas y se talló los ojos saliendo lentamente de la neblina de la inconsciencia - mm...-entre se quejó y ronroneó medio dormido aún- Qué demonios...- susurró despertándose de golpe – Diablos, debo estar loco- sintiéndose agitado al recordar lo que estaba soñando se llevó ambas manos a la cara y negó efusivamente, maldita sea, que vergüenza - Loco... si, definitivamente loco...- intentó calmarse, se levantó casi corriendo al baño para darse la ducha más fría que había tomado en meses y es que hace meses que no tenía aquella clase de sueños - Maldita sea Basil, solo tú puedes fantasear con el hombre que te dio una golpiza apenas hace dos días...- murmuró pegando la frente contra las baldosas de baño, sintiendo el agua fría correr por su cuerpo atravesándolo como navajas, aguanto así hasta calmarse para después cambiar al agua caliente brindándole un merecido confort a su cuerpo lastimado. Suspiró de placer y se dejó caer al suelo descansando sus piernas, se bañó así, recargado contra una de las frías paredes- Por qué...- murmuró mientras se pasaba como ido el jabón por uno de sus brazos- ¿Por qué ni en esta situación puede dejar de fantasear con él...?- suspiró nuevamente y se bañó con calma, estaba ya enjuagándose cuando el sonido de su celular le sacó de su pasividad, y lo hubiese ignorado de no reconocer el tono que había puesto especialmente para su jefe.

Salió lo más rápido que le dieron las piernas de la ducha y contestó esperando que sólo fuera para preguntarle cómo iban las cosas con el calendario, pero al parecer Dios andaba de malas con él o mejor dicho le estaba haciendo pagar por haberse quedado con cierto tesoro solo para él desde hacía cuatro años, ese tesoro llamado Andreas.

Su jefe tenía una petición para él y una que no le gustaba, intentó razonar pero al parecer su jefe había asumido que él y Jason eran los grandes amigos de confianza que se ayudaban en todo o algo así y había terminando por ignorarle.

-Oh, maldición... lo que me faltaba...- gruñó desanimado y dejó el teléfono caer en la cama, de paso también lo hizo con su cuerpo delgado. Toda su vida era tan tranquila hacía una semana ¿Cómo es que había llegado a ese punto?

Por élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora