Ella vive y trabaja en la casa que le heredaron sus padres. Él quiere hacer ahí un centro comercial. ¿Quién de los dos vencerá?
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Él es Ethan Welles, un...
Normalmente estaba yo en el salón atendiendo a los clientes y Trisha pasaba casi todo el día en el taller, preparando los pedidos para la semana. Pero habíamos intercambiado roles ese día, así que me encontraba en la piecita tallando unos pliegues cuando ella abrió la puerta, a eso de las diez de la mañana.
—Jackie, dos hombres raros están en la entrada y preguntan por ti.
La miré extrañada, dejando a un costado el trozo de madera.
—¿Dijeron qué es lo que quieren? —consulté, algo confundida.
Negó con la cabeza.
—Sólo dijeron que te buscan. Llevan traje, maletín y parecen ejecutivos.
Me puse de pie dubitativa y crucé el pasillito en dirección al salón comercial. Los dos esperaban frente a la puerta de vidrio de la entrada.
—Buen día —les dije.
—¿Jacqueline Rose? —preguntó el de la izquierda, y asentí—. Eres la dueña de este lugar, ¿no?
—Si saben mi nombre, asumo que también saben que sí lo soy —contesté.
El de la derecha hizo una mueca y se acercó al mostrador.
—Traemos una propuesta de nuestro jefe, —explicó— está dispuesto a adquirir este lugar.
Lo miré atónita.
—¿Quiere comprar mi tienda?
Lanzó una carcajada burlona, que me hizo ponerme seria de inmediato.
—Por supuesto que no quiere una "tiendita" de artículos en madera, lo que quiere es este terreno —recorrió el salón con la mirada, antes de continuar—. Una de sus empresas está adquiriendo toda la cuadra y posteriormente demolerán las casas para comenzar la construcción de un imponente centro comercial de primer nivel, por lo que le van a pagar un precio mayor al valor real de la propiedad.
No tuve que meditarlo para dar mi respuesta.
—Se lo agradezco, pero esta no es solamente mi "tiendita". Mi casa queda en el fondo, por lo que también vivo aquí.
—Entiendo, pero estoy seguro de que se le compensará más que suficiente si acepta vender —le dio una palmada poco disimulada al maletín que llevaba consigo.
—Tendré que decir que no, pero muchas gracias por la oferta —hice un gesto invitándolos a la salida.
Se lanzaron una mirada cómplice y entonces fue el otro quien habló de nuevo.
—Estoy seguro de que el Sr. Welles no aceptará un "no" por respuesta.
—Entonces tendrán que buscar algún sinónimo en el diccionario —les regalé una falsa sonrisa y me retiré de vuelta al taller.
—¿Qué querían? —me preguntó Trisha cuando regresé.
—Venían de parte de un tal Welles para comprar la propiedad, pero ya les dejé en claro que no estoy interesada.
—Vaya —se encogió de hombros y volvió al salón, peinándose el cabello corto con los dedos.
Estaba segura de que Trisha pensaba igual que yo, después de todo la tienda era su lugar de trabajo, lo que llevaba años haciendo y amaba. Además mis padres la trataron como a una hija más durante sus últimos años, por lo que tampoco sería fácil para ella despedirse de un lugar como este.
Los hombres se retiraron después de un momento y pensé que el tema quedaría sólo en una graciosa anécdota que Trisha compartió con Curi, nuestro mejor amigo, esa noche en la pizzería que frecuentábamos. Definitivamente no estaba preparada para lo que esta visita provocaría en mi vida.
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