Capítulo 30.|Abuela loca & confesión inesperada.

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Leah.

Aaron venía hoy a la casa a cenar con mi familia, y no puedo ocultar ni un poco mis nervios. Papá ya está consciente y lo aceptó, pero sé que no del todo, sé que llenará a Aaron de preguntas incómodas.

Mi papá no es un hueso fácil de morder. Es un hombre estupendo en todo sentido de la palabra, pero también tiene sus cositas desagradables, especialmente conmigo, siempre ha sido así. Lo peor de todo es que los abuelos aún están en casa, y no soporto la idea de que estén en la cena de esta noche. Son unos quisquillosos y desagradables, estoy segura que harán lo imposible por molestar a Aaron.

Hoy es mi día libre en la clínica y papá me lo dejó en el restaurante por igual, él tampoco irá por motivo de la cena. Mamá es la que más contenta está. Ella siempre ha sido así, toda entusiasta y alegre, siempre siendo feliz por sus hijas y su familia, y aunque la presencia de sus padres aquí en la casa no le hace mucho bien, ella siempre busca la manera de sonreír.

Mi madre es la mejor.

Steven corre de un lado para el otro en el living con Gary pisándole los talones, y los abuelos no paran de quejarse de eso, a lo que Steven lo hace a propósito. Es divertido ver como la abuela gruñe llena de frustración y el abuelo rueda los ojos sentado en el sofá, son una especie de pareja perfecta, son tan amargados y tan infelices el uno con el otro, que eso los hace perfectos de por sí. Camino a la cocina donde mamá y Lexie preparan la cena de esta noche.

—¡Llegó la novia oficial!—canta Lexie haciendo reír a mi mamá.

—Eso se escuchó raro, Lex. ¿Cómo que la oficial? Si sabes algo cuéntamelo, ya veo que eres la mejor amiguita de mi novio—comento divertida mientras muerdo la esquina de una manzana.

Ella ríe y se sienta a mi lado tomando una manzana del frutero por igual.

—Eso de amiguita se escuchó feo. Soy la mejor amiga, así que tendrás que vivir con ello—dice risueña—. Y despreocúpate, si algún día me llego a enterar que Aaron se las trae por ahí, antes de que tú lo asesines, lo hago yo.

Sonreí en grande y chocamos la palma de las manos.

—¡Esa es mi hermana!

—Su conversación está muy interesante, pero necesito ayuda—nos comunica mamá removiendo cosas en la estufa.

—¡Manos a la obra!—se pone Lexie en posición.

Con una sonrisa tomo el cuchillo y empiezo a picar las verduras y los condimentos. Esta noche promete, y mucho. La puerta de la cocina se abre y entra la abuela Laura con su típica amargura que destila por todas partes. Nadie le presta atención, seguimos en lo nuestro y ella parece darse cuenta de que la estamos ignorando. Se sienta en la silla del taburete y nos observa.

—Ya veo que la cena de hoy es demasiado importante para que estén desde muy temprano preparándola. ¿Algún invitado en especial?

El silencio reina y nadie le responde, al menos yo no pienso abrir la boca, no soporto a esta anciana y que Dios me perdone, pero la vieja es una loca amargada que no se cansa de molestar. Mamá sigue colocando más cosas en la estufa y Lexie sigue removiendo.

—¿Nadie va a responderme? Se supone que tengo derecho a saber quien viene a cenar, esta también es mi casa.

¿Su qué? Río en mi interior por ese comentario tan fuera de lugar. Ella odia a mi padre, lo detesta, pero cuando se trata de su dinero y su casa, ahí si que lo quiere.

—Me vas a perdonar abuela, pero esta casa lo que menos tiene es ser tuya.

—Estás muy malcriada Leah, esa no es la forma de hablarle a tu abuela.

Mi Perdición #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora