Capítulo 10

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MARATÓN (3/4)

La cajera me dice la cantidad que debo pagar. No le entiendo nada de lo que dice de todas formas. Saco la tarjeta y pago sin ver la cantidad marcada en la pantalla. De verdad no quiero saber cuanto gasté en todo esto. Se que no debía de usar la tarjeta pero esto cuenta como una emergencia. No iba a dejar que el chico pagara por mi ropa.

Después de que me dan mis bolsas y recojo lo que está en paquetería, salgo de la tienda y espero a que el chico pague por todo su closet.

--Se suponía que yo pagara por todo eso --me muestra su sonrisa de lado cuando sale.

--No puedo permitirlo, Sugu.

--Pero yo te obligué a comprarlo--dice alzando sus cejas.

--No lo hiciste--pongo una mano en su hombro--. Además soy yo quien va a usar esta ropa, no tú.

--Esta bien--vuelve a sonreír--. Pero al menos déjame comprarte algo de comer.

Me encuentro con sus ojos claros a la misma altura que los míos.

¿Cómo le hace para que acceda a todo lo que me dice? Le sonrío de vuelta.

--Me parece justo. ¿A dónde iremos?

--Conozco un lugar. Sígueme.

****

--Cuéntame, ¿qué te hizo regresar?

El chico me lleva a un local donde venden ramen picante y casero. Es pequeño pero muy lindo.

--¿No te lo dije ya?

Ve su reloj y después a mí.

--Aún no.

--No vayas a empezar con tu obsesión por el tiempo de nuevo--lo reprendo poniendo mi dedo índice frente a él --. Si vuelves a ver tu reloj lo voy a aventar a esa fuente de allá--digo apuntándola.

--Mi madre solía hacer el mismo gesto cada que me regañaba.

¿Escuché bien?

--¿Tu madre?

Su rostro forma una sonrisa que le llega a los ojos y por un momento me parece ver que brillan.

--Sí. Se le formaba un bulto en el ceño, se agachaba frente a mí y me apuntaba con el índice. Cuando lo hacía era una clara señal de que me nos iba a dar todo un sermón.

Un chico llega a nuestra mesa y recoge los platos vacíos.

--¿Nos?

No ha dejado de sonreír.

--Soy uno de cinco hermanos.

--¿Cinco?

--Escuchaste bien--se recarga en el respaldo de su silla--. Y mi madre era un poco estricta, y no la culpo, pero cada que regañaba a uno de nosotros el sermón era para todos. Así que ya te puedes imaginar la cantidad de veces que recibimos sus palabras de motivación.

--Wow.

--Sí. Pero a pesar de todo mi madre era genial.

--¿Y ya no lo es?

Sus labios forman una línea recta.

--Falleció hace cinco años.

Mis ojos se abren. Ay que estúpida.

--Lo siento tanto. Yo no...

Pone su mano sobre la mía haciéndome callar por completo.

--No te preocupes.

Me quedo embobada viéndola hasta que la retira cuando un empleado le entrega la cuenta. Usa una manga larga que cubre el dorso de su mano pero me pareció haber visto unas líneas negras marcadas en su piel.

Her name was Kylie |Suga BTS| #Wattys2016Where stories live. Discover now