Capítulo 15. ¿Qué hago?

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Es fundamental saber sobre qué abismo planear y sobre todo —sobre todo— a que terminó llegar...
—Helder Cámara.

-¿Victoria? —Me sorprendí cuando Lupe me reconoció. —Haz cambiado mucho.
-Si. Todos cambiamos, pero en el fondo soy el mismo. —Dije incomodo, no era que le tuviera rencor, simplemente se sentía extraño verla de nuevo.
-¿Se conocen? —Nos interrumpió Abel.
-Sí. Éramos amigas en la primaria. —Respondió Lupe con toda la naturalidad del mundo.
-Sí, pero bueno, ya no soy más Victoria, mi nombre ahora es Víctor. —Sonreí con orgullo. —Y ella es mi novia, su nombre es Melani.
-Oh, muy bien. Me costará acostumbrarme, pero lo intentaré.
-Bueno, pues ella es mi novia, Vic. —Abel sonrió, mientras la tomaba de la mano, ambos intercambiaron miradas y Abel se acercó a ella para darle un beso en la mejilla.
-Que pequeño es el mundo. Me alegro por ustedes. —Dije con sinceridad, me ponía feliz al ver a mi amigo profundamente enamorado, e incluso me sentí aliviado al darme cuenta de que era Lupe su tan misteriosa novia. —Pero no era solamente eso lo que me ibas a decir ¿O sí? —Dije, intentando no arruinar el momento.
Abel se puso serio de inmediato, se mordió el labio inferior y pude notar como presionaba leve mente la mano de Lupe. Ambos se miraron de nuevo.
-Vic, te voy a decir la verdad, pero si lo hago, no es para que me juzgues. Confió en ti. —Me miró directamente a los ojos, con una expresión –Que a pesar de los años– no le había visto nunca.
-Bien.
-Entonces yo no debería estar aquí. —Melani estaba aparentemente incomoda por la situación, la tome de la mano y le pedí con los ojos que no me dejara solo, dentro de mi había un presentimiento que carcomía mi espíritu y sabía que no estaba preparado para lo que fuera que le sucediera a Abel.
Ese hombre no ha sido nunca de misterios y es por eso que cuando se aferra tanto por ocultar algo, lo hace para proteger a los demás.
-No importa Mel, puedes quedarte, eres la novia de mi mejor amigo. —Debo suponer que mi amigo había notado el miedo que tenía. De otro modo no hubiera permitido que Melani se quedara.
-¿Estás seguro? —Pregunto mi novia.
-Sí, seguro. —Abel asintió con la cabeza y sonrío amigable mente.
Caminamos de nuevo hacia la fuente de helados y nos sentamos en una mesa para cuatro personas que se encontraba afuera del local.
Todos pedimos un café helado por qué era lo primero que estaba en el menú y porque no queríamos ser molestados mucho tiempo por el mesero.
Una vez que el chico se fue, Abel se aclaró la garganta y le dio un sorbo a su café.
-Verás. Lupe y yo ...
-¿Qué? Solamente suéltalo, que no te importe una mierda nada, dímelo. —Dije al borde de la desesperación. Y juro que le rogaba al cielo que estuviera exagerando la situación y el problema no fuera tan grave, pero no fue así. Era mucho peor.
-Yo le diré. —Interrumpió Lupe. —Hace cinco años mi padre murió de Cancer y mi mamá no tardó mucho en casarse, el hombre con quien mi mamá vive ahora tiene dos hijas y apenas llegaron a nuestras vidas ella se olvido completa mente de mi. Muchas veces no iba a recogerme a la escuela, me dejaba ahí por horas. Sin embargo no solamente ese era el problema, cualquiera puede sobrevivir por algo como eso, pero lo que pasó después. —Abel presionó su mano. A Lupe se le cristalizaron los ojos, me miró avergonzada y se cubrió la cara con su playera. —Aún tenía mi habitación, el hombre nunca quizo que conviviera con sus hijas y sinceramente esas perras no me importan, que se mueran.
Un día, mientras dormía entro a mi habitación y comenzó a tocarme por arriba de las cobijas, abrí los ojos asustada al sentir sus manos sobre mis piernas. Intenté enderezarme pero me tomó por el cuello y me hizo una señal para que guardara silencio. Intenté gritar, pero me dio una bofetada para que guardara silencio. Comencé a llorar, por qué no había otra cosa que pudiera hacer. Me desnudo y toco todo mi cuerpo. —Lupe soltó la mano de Abel y comenzó a abrazarse así misma, con temor mientras lloraba. Como si lo que estuviera contando, estuviese ocurriendo en ese instante.
-No tienes que continuar si así lo quieres, creo que ya sé para dónde te diriges. —Interrumpí su relato tratando de aminorar el peso que se había echado en sima.
-¡No! Es necesario que sepas todo. —Dijo con lágrimas en los ojos.
-Bien.—Hable dándome por vencido.
-Ese hombre me violó y no solamente esa vez, si no varias veces cada que le daba la gana. Puedo jurar que mi mamá lo sabía, pero ¿por qué nunca defendió a su única hija, la cual tenía solamente 13 años? Estaba molesta con mi padre por haberla dejado sola, y según ella, mi mera existencia le recordaba a él. Me trataba como si fuera basura y hubo un tiempo en el que pensé que real mente lo era. Estaba viviendo en la mierda, ese hombre entraba y hacia conmigo lo que quería cada noche y cuando intenté denunciar, nadie me creyó.
-¡¿Por qué?! —Melani ya estaba llorando, tomó las manos de Lupe, intentando darle alguna clase de consuelo.
-Tanta fue mi desesperación, que caí sin protestar en las drogas. Comencé a fumar a los 14 años y poco a poco se volvió peor, primero fue marihuana, después tachas, cocaina, mentafetamina y ahora me es imposible dejar de depender de las drogas. Fui al ministerio público para denunciar, sin embargo nunca le creerían a una drogadicta. Desistí por completo. Me entregue a esa realidad.
Pero Abel fue la luz al final del túnel. Creyó en mí, me apoya, me ayuda.
-¿Estás intentando salir de las drogas? —Pregunté, lo que acaba de escuchar fue de lo más terrible, y entendía un poco a mi amigo. Pensé "también la ayudaré" pero no sabía que no solamente tenía que ayudarla a ella. Lo que vino después fue mucho peor.
-No Víctor, ambos somos adictos. No necesitamos salir de. Quiero sufrir lo que ella esta sufriendo, no quiero que esté sola. Hace poco logre sacarla de su casa, ahora renta un departamento no muy lejos de aquí y créeme, no pasara mucho antes de que vivamos juntos. —Dijo Abel con expresión seria.
Me levante precipitadamente de la mesa y lo tome por el cuello de la camisa.
-Lo que estás haciendo es una pendejada, tú no estás ayudándola, la estás hundiendo más, peor aún, te estás hundiendo tú mismo. —Dije cegado por la ira.
-Suéltame. —Abel no me miraba a los ojos, pero a pesar de eso, pude notar que estaba llorando.
-No.
-¡Víctor! —Melani se levantó e comenzó a jalarme del brazo para que soltara a mi amigo.
Lupe también se levantó de su asiento y me miró desconcertada.
Mire a mi alrededor, solamente para darme cuenta de que todos en el lugar nos veían desconcertados. Solté el cuello de su camisa y me senté de nuevo.
-Dijiste que no me juzgarías. —Abel se acomodó el cuello de su camisa y me señaló con el dedo índice.
-Lo siento ¡pero esto esta jodidamente mal! —Le grite.
-Perdón. —Se disculpó Lupe mientras su llanto incrementaba. Y así entre lágrimas continuo. —Abel era un chico completamente feliz mucho antes de conocerme yo solamente llegue a cagar su vida. Lo siento, lo siento.
-No, bebe calma, por favor. —Mi amigo se inclinó y comenzó a acariciar su espalda.
Gire mi cabeza, para ya no verlos, un nudo se había formado en mi garganta. Me llenaba de culpa.
-Perdón. No es tu culpa. Él te ama y todo lo que hace es por amor. Sin embargo yo lo amo a el, es mi mejor amigo y no dejaré que caiga en un abismo. Lo ayudaré. A ambos.
Me levante de la mesa y deje dinero suficiente para pagar el café de todos. Tome a Melani de la mano y ambas salimos dejando a Abel y a Lupe desconcertados.
-¿Qué vas a hacer? —Me pregunto Melani. Estaba preocupada.
-No lo sé, pero créeme que los sacaré de toda esa mierda.

Víctor contra Victoria. |La historia de un tránsgenero|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora