Capitulo 5: Ana.

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Que Dios conserve mi cordura, pues es lo único que queda en mí. Si todavía estoy cuerdo [...].
—Bram Stoker.

Mi tercer año de secundaria no fue tan relevante.
Aarón ingresó al mismo colegio que yo y de inmediato fue la sensación, dos años le bastaron para volverse todo un adonis. Aunque aún estaba en plena pubertad las niñas lo perseguían como las moscas a la miel ¿O las abejas? Como ya había superado todos mis traumas habidos y por haber, me llevaba de lujo con mi hermano, aunque él había decidido hace años que lo suyo no era el Boxeo, pero sí la música, me apoyaba en todo, incluso algunas veces, cuando quería ejercitarse se iba a entrenar conmigo. El padre de Abel, Joel, nos trataba como si fuéramos sus hijos. Y nosotros como si fuera nuestro segundo padre.

Mi vida mejoro bastante en la secundaria, sabía lo que me gustaba, pero no tenía claro lo que era. Por supuesto estaba convencida que no era lesbiana, porque nunca me sentí como una mujer, es más nunca estuve de acuerdo con ser una mujer ¿Cómo decirlo de una manera fácil? Simple y sencillo, me encontraba atrapada en el cuerpo equivocado.


Me gradué de secundaría sin más preámbulos. Mis padres hicieron una pequeña reunión familiar para conmemorar el final de un ciclo en mi vida. Aunque fue una jodida mierda ¡Me obligaron a utilizar un vestido color rosa! Me sentía morir, incluso Abel — Quien por supuesto no podía faltar— Se burló de mí. Para ese entonces estaba seguro que ya no sentía nada por mí. Era obvio, porque lo único que hacíamos era hablar del culo de las chicas y de boxeo. ¿De qué otra cosa podían hablar un par de mocosos de secundaría?

Mi papá, quien siempre quiere darnos lo mejor, me inscribió a una preparatoria privada y perdonen ser tan monótono, pero también fue una jodida mierda. Tuve que volver a utilizar falda, aunque prácticamente ya fue a causa de la terquedad de mi madre ¡Había miles de chicas que llevaban pantalones! Creo que fue mi falta de convicción o más bien mi falta de huevos. Abel había decidido que estaría en una preparatoria de gobierno, pero en definitiva no nos separamos, éramos los mejores amigos del mundo, quiero decir, somos.

Al entrar a mi salón de clases, lo primero que hice fue localizar el área más alejada, o sea el último pupitre de la última fila, ese que se encuentra en el culo de Diablo en el aula. Me senté y me puse a leer, en realidad la lectura siempre ha sido un gran medio de escape para mí, pero les mentiría si les digo que es mi actividad favorita, solamente no me desagrada. Me encontraba tan absorto que no me di cuenta cuando el profesor entro y todos los alumnos se levantaron para saludarlo.

— ¿Señorita? — Se acercó a mi pupitre, levante la vista indiferente, es decir, no conocía al viejo. ¿No se dio cuenta cuando entre en el aula?

— Lo siento, es que estaba entretenida. — Le dije indiferente y me levanté de mala gana. El me miró de una manera desagradable, pero no me importó. Volteé la vista y torcí la boca.
La clase se me hizo eterna y como no me quedaba otra opción que poner atención así lo hice. Bostezaba de vez en cuando, pensando si era mejor abandonar los estudios y que sería un problema que todos los profesores fueran como aquel viejito tan pesado.

Cuando por fin todo llego a su fin una chica se me acerco, y entonces supuse que era para poder hacer amistad conmigo. Pero no fue así. Yo me encontraba muy ocupado metiendo mis cosas a toda prisa para poder llegar a tiempo a mi entrenamiento, cuando la chica — demasiado sexy para tener 15 años— me hablo.

— Hola ¿Te llamas Victoria verdad? — Me pregunto y lo primero que vi fueron sus desarrollados pechos, tragué saliva.

— Si. — Dije cortante para que se fuera y no me quitara más tiempo, tenía que llegar al entrenamiento.

Pero resulta que la chica era demasiado persistente y que además me conocía.

— Me llamo Ana. — Me dijo mientras me ayudaba a meter mi suéter en la mochila.

— Que bien.

— ¿Vas a tus clases de boxeo? — Me pregunto con normalidad, voltee a verla sorprendida.

— Amm... ¿Si?

— ¿Ira tú hermano? — Y entonces entendí la razón.

— No lo creo, el casi nunca va, solamente cuando quiere tener algo de acción.

— ¿Puedes pedirle que vaya? — Junto sus manos como si me suplicara.

— Mira niña, la verdad es que ni te topo, bye. — Alcé mi mochila y salí del salón.

Ana corrió hacia a mí y me tomo del brazo.

— Por favor, por favor, por favor. Verás, tu hermano me atrae desde hace mucho tiempo.

— Resulta y acontece que no me interesa. — Solté su agarre y continué.

— ¡Espera, por favor! — Al ver lo persistente que era, me detuve en seco, puse los ojos en blanco y giré hacía su dirección, completamente exasperado.

— ¿¡Qué!?

— Verás, yo me encontraba en el mismo curso de guitarra que él, casi nunca le hable, porque siempre, desde la primera vez que lo mire, me ha gustado mucho. Una vez vi que tú y tu novio fueron a recogerlo.

— Espera, ese tipo no es mi novio. Es mi amigo, no quiero mal entendidos, y para que sepas algo, a mí no me gustan los chicos, me gustan las chicas, así es niña, así que cuidado. Bye. — Como su argumento no me convenció decidí dejarla hablando sola, pero me volvió a tomar del brazo.

— No me importa si eres lesbiana, tengo una prima que lo es y la quiero mucho. Además, eso no quiere decir que te van a gustar todas las niñas que veas. — Nunca supe si me creyó o solamente me dio el avión, pero lo que me dijo había hecho que ganara un poco de mi simpatía.

La jale del brazo hasta unas bancas que había en el patio de la preparatoria y ambas nos sentamos.

— Termina lo que me estabas contando antes, de todas formas, ya voy tarde y mi entrenador me matará. — Saqué una botella de agua de mi mochila y bebí un poco.

— Bueno. — Se mordió el labio y continúo hablando. — Ese día tu llevabas a cuestas un par de guantes de box, tal vez en ese momento no me notaron, pero yo iba caminando justo detrás de ustedes, Aarón menciono algo sobre tu entrenamiento y tu dijiste "tengo un hermano muy idiota" el río y pensé ¡Oh por Dios que hermosa risa! Es que él siempre era tan serio durante el curso.
— Sí, sí... — Puse los ojos en blanco.
— Mis padres me sacaron del curso porque baje mi desempeño en la escuela y como jamás me atreví a hablarle, no pude contactar con él nunca. Así que cuando te vi en mi salón de clases, estuve a punto de llorar de felicidad.

— Eres una zorra interesada. — La señale.

— Y tu muy mal hablada. — Me sonrío. Definitivamente la chica me agradaba. — ¿Él también estudia en esta preparatoria?

Solté una gran risa.

— No niña, él está en segundo de secundaria.

— ¿Un chico así de sexy en secundaria?

— Sí, sí, estos muchachos de ahora. Crecen tan rápido. — Limpie una lágrima imaginaría de mi mejilla con el dedo índice y esboce una sonrisa arisca.

Ella suspiró, transmitiendo una falsa tristeza; me agradaba que me siguiera el juego.
— Pero aun así es tan hermoso.
Ambas reímos. Y yo, decidí que la ayudaría a conquistar no solamente a su pene, sino a todo el Aarón completo.

Víctor contra Victoria. |La historia de un tránsgenero|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora