No hay algo que yo pueda decirle en este momento, nada parece lo suficientemente bueno como para hacerlo salir de mi garganta. Luce tan roto, como nunca me lo hubiera imaginado, su voz durante casi todo el relato se quebraba y ya no hay lugar para más dolor en mi pecho del que ya hay, es inmenso y desgarrador, me dan ganas de romperme junto a él, pero es mi turno de consolarlo, de ser un respaldo para él.

—Ha sido mi pesadilla por más de cinco años, y lo que no me deja dormir noche tras noche... ¿Te preguntabas que porque no duermo? —toma otra gran inspiración y arregla su voz haciéndola aún más ronca—. Desperté porque te escuché, se mezcló con mi sueño y pensé... No vuelvas a hacerlo, nunca. Por este único segundo te odio, Heather Dankworth.

Sonrío ante su repentino chiste y él me devuelve una sonrisa débil.

—No lo haré, lo prometo.

Acaricio su mejilla con mis dedos con suavidad, el cierra los ojos ante mi acercamiento y yo me levanto un poco para acercarme lo suficiente y poder besarlo, un beso corto y débil pero dulce, con todo eso que no puedo decirle con palabras, con todo eso con lo que me gustaría reconfortarlo, y que nunca podré del todo. Me quedo a observarlo y cuando abre los ojos nos miramos el uno al otro, sus ojos cristalinos están recorriéndome el rostro con lentitud mientras que los míos se mantienen en sus labios mullidos y rosados. Él se acerca y me toma con sus manos por las mejillas para besarme de nuevo, pero ésta vez con más deseo, es otro beso dulce, pero también desesperado y ansioso. Sabe a él, sabe a alcohol dulce y me envuelve el corazón en un segundo, como un caramelo. Creo que él lo esperaba tanto como yo, lo ansiaba tanto como yo.

Prácticamente estoy arriba de él, y eso lo hace más excitante. La adrenalina ha empezado a recorrer mis venas como pólvora, y la sensación me llena tanto, siento que estoy saboreando al Harry más sincero y vulnerable que muy pocas veces he visto, se siente tan real, tan absorbente, tan delicioso.

Me preocupa que no quiero parar, no quiero detenerme porque esto es muy poco de lo que necesito, lo necesito a él, lo necesito y mucho. Lo deseo con el corazón en la mano, no deseo detenerme ahora, si él quiere me tomará, y aunque tengo un miedo inminente de que pueda acabarse todo mañana, quiero tener esto con él. Aunque él me dejara mañana y resultara verdad todo lo que Evan me dijo una vez, ahora no me importa mucho, porque quiero darle lo mejor de mí, porque inevitameblente ya me enamoré de él y nada podrá deshacerlo, él ya tiene algo que me pertenecía y si quisiese hacer eso añicos podría hacerlo en un segundo, no tengo control de algo que ya le entregué, porque si él quiere acabar conmigo lo hará, y no podrá dolerme más de lo que ya lo ha hecho.

Quiero tenerlo esta noche, y quiero que él me tenga a mí.

Me da la vuelta en un segundo y yo termino debajo de él, atemorizada y con el deseo en los ojos. Él empieza a besarme de nuevo, desliza sus labios por mi oreja y va descendiendo por mi cuello a toquecitos, sus húmedos besos son tan sutiles y excitantes que mi respiración se atasca y mi corazón late tan fuerte que me zumban los oídos.

Detenme... —susurra contra mi cuello y la piel se me eriza—. Pídeme que me detenga ahora.

—No deseo que lo hagas —respondo con la voz entre cortada.

—Estás haciendo que pierda la cabeza en este momento —continúa descendiendo y empieza a besar mis clavículas, todavía traigo puesto el vestido que no me quité hace un rato y con el que me quedé dormida—. La perderé por completo si no nos detenemos. No suelo mantener el control en estas situaciones.

—Entonces no lo hagas.

Y entonces toda mi cordura se va al caño. Sólo somos él y yo, caricias necesitadas, inspiraciones profundas, palabras inteligibles y respiraciones agitadas.

El Ángel De La Muerte | H.S | COMPLETA | (EDITANDO)Where stories live. Discover now