Cap. 18

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"Alex, por favor no me hagas esos sustos."

"Jaja, lo siento, es que verte así como una ovejita, me hizo ser el lobo de la historia."

"Mmm, ¿donde iremos?"

"Hoy será el mejor día de tu vida, Mía, te lo prometo, y así sabrás el significado de diversión."

Ella solo me miró con los ojos abiertos, su expresión cambió radicalmete, y de mi salió un sonrisa.

Le pedí a Weimar que consiguiera un coche normal, uno pequeño sin nada caro, no quería que la gente se quedara viéndonos en ese día especial.

La razón por lo que hacía eso era porque me di cuenta que desde que Mía comenzó a cuidarme, ella no salió al exterior ni una sola vez. Su compañía me alegraba, puede que me hiciera enojar, que me utilizara para no aburrirse, pero sabía que lo hacía por mi, cada vez que se reía, su mirada, sus movimientos, sus expresiones, todo, sentía que eran únicamente para mí. Solo quería devolverle el favor por hacer algo que no mucha gente se hubiera atrevido a hacer porque, ella no lo hizo porque tenía dinero, lo hizo porque le aterraba de corazón dejarme allí tirado. Quien sabe cuantas personas me habrán visto aquella noche...

Miré a Mía por el rabillo del ojo y su expresión era divertida, como si nunca hubiera salido de su castillo. Miraba a la gente con tanta alegría que hasta provocó en mi una agradable expresión.

"Hemos llegado, espero que disfruten."

"Gracias Weimar, la cuidaré, confía en mi."

"¿Ya hemos llegado?"

", ven."

Le cogí de la mano y sentí su nerviosismo al rozar sus dedos, entonces la llevé al lado de un asiento, la miré y le dije:

"No te preocupes, no nos pasará nada, solo disfrutemos hasta las 9 pm, ok."

Asintió con la cabeza y nos pusimos en marcha.
Eran las 12:00 del medio día y decidí llevarla a unas tiendas. Al entrar, se moría por probárselo todo, yo solo la miraba y pensaba que no hacía falta, todo le quedaría estupendo.

Al terminar con esa tienda, fuimos a una de antigüedades. Sabía perfectamente que Mía amaba las cosas antiguas, y es que al entrar, yo también me interesé un poco. Todo era tan viejo pero a la misma vez increíble.

Llegó la hora de almorzar y como decía la nota que me dejó Weimar, el restaurante estaba al doblar la esquina, así que guié a Mía hacia allí.

Por fuera era bonito, el diseño era bastante moderno, y al entrar, era maravilloso. Mía quedó encantada, todo iba genial.

Al terminar, nos fuimos a pasear. Yo no conocía muy bien la ciudad, pero el mapa que dibujó Weimar era perfecto. Nos condujo hasta un parque, donde al medio había un laberinto.

"Te gustaría intentarlo?"

Dije señalando el laberinto.

"Claro que , ¡la primera en salir gana!"

¿La primera? Pero si yo soy... Esta chica.

Y sin darme cuenta, ella ya estaba entrando, así que decidí ir detrás de ella mientras nos reíamos, yo intentaba atraparla y ella se reía, todo era tan divertido, me sentía libre, entonces me acordé.

Esta no es mi vida.

Lo Que La Vida Me QuitóWhere stories live. Discover now