Reset。 ❘ Diabolik Lovers【Terminada】

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Yukina se levantó exaltada logrando que el chico que la acompabaña cayera de espaldas al suelo. Tenía una capucha que cubría su rostro, por lo cual la peli-coral no pudo ver su cara.

–¿¡Quién mierda eres!? –preguntó tallando su boca con su antebrazo izquierdo.

–Tch... te libraste esta vez, pero te mataré algún día. – Acto seguido el encapuchado saltó por la rota ventana bajo la mirada de confusión de Yukina.

–Carajo... despiertas de un coma y quieren matarte, típico. – Yukina suspiró. – Bien... ¿Dónde estoy? Esta habitación no la había visto nunca...

Yukina -quien llevaba un vestido corto blanco- se dio la tarea de inspeccionar más a fondo aquella habitación. Juraría que nunca había sido aseada. Solo tenía la cama donde había estado durmiendo y una mesa de noche con una lámpara. Fue hacia la ventana y se asomó por ella. Estaba en una torre. La torre de Subaru.

–¡Me tienen encerrada! ¡Ayuda! ¡¿HAY ALGUIEN AHÍ?! –gritó con la esperanza de ser escuchada pero para su mala suerte no obtuvo respuesta alguna.

–Qué inteligente de su parte poner seguro a la puerta siendo vampiros que pueden teletransportarse. –dijo suspirando – Aún no quiero morir... Si lo hago por lo menos que valga la pena y sea comiendo. Tengo hambre...

[...]

–Han pasado 84 años... –dijo Yukina – Ah no... apenas van 15 minutos...

Aburrida, Yukina empezó a mirarse a sí misma. Su cabello había crecido -hasta casi a la cintura- y recordó la herida que Kino le había causado.

Primero arregló el problema de su cabello. Yukina no soportaba el calor, por lo tanto prefería tenerlo corto a largo.

La de orbes marrones tomó uno de los vidrios que había roto el tipo de antes y con cuidado empezó a cortar mechones de su cabello. Si, quedaron partes disparejas, pero ese era el encanto de Yukina: aunque su cabello estuviese disparejo ella seguía viéndose bien.

–Ahora problema dos... – Yukina llevó la parte de arriba de su vestido hacia abajo y pudo ver una cicatriz entre sus pechos. Era pequeña, cómo de unos 3 centímetros y parecía que le había sanado bien.

–Debió haber sido Reiji quién me curó... Debo agradecerle en cuánto lo vea. ¡Muy bien! Hay que salir de aquí. –

La peli-coral intento de todo para abrir la puerta. La pateó, empujó, golpeó, incluso casi se fracturo el brazo, pero nada funcionó. Entonces se acercó a la ventana rota.

–Si el tipo saltó por ahí no debe estar muy alto... – Yukina dio otro vistazo había abajo.

La ventana al estar del lado de atrás de la torre había arbustos justo debajo de ella.

–Tal vez si caigo en ellos no me haga tanto daño... – Yukina tragó saliva. – Lo siento dios, esto es prácticamente un suicidio... Pero...

La peli-coral retrocedió y aceleró el paso. Entonces, Yukina salió cayó por la ventana y cerró los ojos esperando el golpe que acabaría con su vida... y que nunca llegó. Al abrir nuevamente los ojos se sorprendió, ya que estaba “flotando” a unos centímetros de los arbustos.

–ZOPOTAMAWAHHHHHHH –gritó para después caer en ellos de cara. – Auch...

Se levantó lo más rápido posible, sacudió su vestido y se encaminó a la mansión.

[...]

–Ayato, trae a Laito por favor. –

–¡¿Porque Ore-sama?! ¡Manda al Mukami gay! –

Los Sakamaki -con excepción de Laito y Kanato- estaban en el salón principal, al igual que los Mukami.

–¿¡Ah?! ¿Por qué yo? –respondió Kou – ¡Y no soy gay!

–¡Porque ustedes son los indeseados! ¿Cuándo se van a ir? ¡Ya llevan más de un año aquí! –

–Si quieres que nos vayamos lo haremos con gusto, pero Yukina se irá con nosotros. –dijo Ruki

–¡Tch! ¿Por qué no mejor te largas tú? Solo verte me hace querer vomitar. –

–Pues felicidades, el sentimiento es mutuo –

–Ahí van otra vez. –dijo Subaru – Parecen una pareja de recién casados.

–¡TÚ CALLATE TSUNDERE! –dijeron el azabache y el pelirrojo al unísono.

La puerta fue abierta -casi tirada- bruscamente.

–¡YA LLEGUÉ PERROS! –

–¡TÚ NO TE ME-! –repitieron Ruki y Ayato al mismo tiempo que volteaban, quedando paralizados al ver a la dueña de esa voz.

–¿Y-Yukina? –

–La misma y en persona. –

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