Capítulo 20

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    El castaño se erguía amenazador en la entrada del callejón, vestido con sus habituales ropas negras. Una mueca feroz deformaba su rostro, transformándolo en una máscara de descontrolada furia. Durante un segundo la escena se mantuvo congelada, sumida en una frágil calma, mientras los adversarios se medían mutuamente.

    -¡A por él!-gritó entonces John.

    Como un solo cuerpo, el trío corrió hacia el ojiazul, liberando su agarre sobre Harry, que cayó al suelo. El grupo confiaba en que la superioridad numérica bastaría para inclinar la balanza a su favor.

    Se equivocaban.

    Incluso a través de las lágrimas que cubrían sus ojos, el rizado pudo ver cómo los ojos del muchacho de negro ardieron, convertidos en dos esferas de crepitantes llamas. La aterradora visión frenó a los matones en el sitio, cuando apenas habían dado un par de pasos en su dirección.

    La diestra del castaño se alzó con autoridad y el universo obedeció a su voluntad. El más bajo de los tres salió despedido hacia atrás, apresado por una descomunal fuerza invisible que lo lanzó volando contra la pared, seis metros por detrás. Un desagradable coro de crujidos alcanzó los oídos del ojiverde cuando la práctica totalidad de su esqueleto se fracturó contra el muro.

    El cuerpo del pelinegro permaneció un par de segundos encajado en la pared, para desplomarse inerte sobre el suelo cuando la gravedad superó al agarre que ejercía el muro por haberse incrustado tan profundamente en él. Una lluvia de ladrillos y polvo roció su cuerpo tras la caída, liberados de la pared por la violencia del golpe.

    La atención del ojiazul se posó entonces sobre el pelirrojo, que gateaba de espadas tras haberse caído tratando de alejarse del muchacho de negro. Louis le concedió un momento de paz para que la esperanza de que el ataque hubiese cesado inundara de alivio a su adversario.

    Pero sólo un momento.

    Llegó el turno de la mano izquierda, que azotó el aire ante ella. El pelirrojo volvió la cara como si hubiera recibido un bofetón y la marca de una mano comenzó a dibujarse en su mejilla. Pero la señal no se coloreó de rojo por la sangre acumulada sino que se adquirió un tono grisáceo, como si estuviera pudriéndose a gran velocidad.  El chico siguió alejándose del ojiazul mientras las convulsiones sacudían su cuerpo y una extraña expresión deformó su cara.

    «Se está asfixiando» comprendió Harry, cuyo cerebro permaneció aún insensible, desbordado por lo que veían sus ojos.

    El pelirrojo le alcanzó por fin, todavía a gatas. Los espasmos que recorrían su cuerpo se habían vuelto más violentos y dificultaban cada movimiento que hacía. Una mano se aferró al brazo del rizado que, como en un sueño, clavó su mirada en los ojos del muchacho, desorbitados de puro terror. Abrió la boca para pedirle ayuda pero un torrente de sangre obstruyó la abertura, impidiéndole tanto hablar como tomar aire.

    El cálido líquido bañó a Harry y el olor metálico despertó su instinto, que tomó el control y le puso de inmediato en pie. El cuerpo del pelirrojo cayó al suelo, privado de su anterior apoyo y sin fuerzas para mantenerse alzado, sufrió dos convulsiones más y se quedó inmóvil.

    Louis clavó entonces sus llameantes ojos en John, que miraba horrorizado los cadáveres de sus dos amigos. La mano del rubio se cerró en torno a la pistola que llevaba al cinto y apuntó con ella al muchacho de negro.

    El primer disparo rasgó el aire del callejón, al igual que lo hizo el segundo, inmediatamente después.

    Louis bajó la vista a su pecho donde la sangre comenzaba a empapar la camiseta, brotando de las heridas que perforaban su carne, una en el esternón y la otra en el abdomen. Una sombra de dolor surcó su rostro cuando su cuerpo fue consciente los estragos que habían causado las balas. Su incandescente mirada comenzó a extinguirse, apagándose a medida que la sangre abandonaba sus venas.

Magic (Larry Stylinson) {TERMINADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora