Magic (Larry Stylinson) {TERMINADA}

Capítulo 16

    Harry apoyó la mano en el cristal y empujó con suavidad. La puerta cóncava se deslizó hacia atrás y luego hacia un lado, dejando una hueco en la mampara para que el rizado pudiera salir de la ducha. Se acercó al perchero donde estaba la toalla y se envolvió con ella. Se dio la vuelta y observó cómo la huella de su palma desaparecía lentamente del empañado cristal.

    Un sonido proveniente de la cocina le recordó que Louis estaba preparando la cena y lo sacó de su ensoñación. El ojiverde comenzó a frotar la toalla enérgicamente contra su piel para secar lo más rápidamente posible las gotas que brillaban sobre su cuerpo.

    Caminó hacia el espejo que ocupaba por completo una de las paredes de la habitación, desde el suelo hasta el techo y de una esquina a la opuesta. Se enrolló la toalla en la cintura y comenzó a arreglarse como pudo el cabello húmedo.

    Su reflejo se volvía cada vez más nítido conforme el vapor abandonaba la superficie del espejo. Harry deslizó la mano por las manchas oscuras que adornaban su cuerpo, más abundantes en el cuello. Sonrió al recordar el origen de aquellas marcas y la sensación que le recorría cada vez que los labios del castaño le besaban volvió a inundar su cuerpo.

    La piel se le erizó y comenzó a sentir una suave palpitación bajo la toalla. El rizado desterró aquellos pensamientos de su mente y volvió a concentrarse en su cabello mientras se esforzaba por calmar su respiración. Pero su mente se rebeló contra aquel control y recuperó el interés por el ojiazul. Harry se rindió a lo inevitable y los pensamientos sobre Louis inundaron su cabeza.

    Sin embargo, uno sobresalió entre aquella impetuosa marea. A su mente acudió el aura de peligro que le había hecho desear huir del muchacho de negro. Pero aquella sensación había cambiado. Harry notaba la extraña oscuridad que habitaba en el castaño, agazapada para tratar de ocultarse, pero aún así  podía percibirla. Con todo, aquel halo había acabado por seducirlo por completo, volviendo al mayor más atractivo.

    Aún con aquellos pensamientos rondando su cabeza, Harry abandonó el cuarto de baño y se dirigió al dormitorio a por su ropa. Sin embargo, ni sus pantalones ni su camiseta se encontraban allí. El rizado se agachó y buscó baja la cama, sin éxito. Confundido, se puso en pie de nuevo y paseó la mirada por la habitación.

    Sobre la colcha de plumas negras, cuidadosamente colocada de nuevo, había un pantalón corto de pijama rojo y una camiseta grande del mismo color dispuestos claramente como una invitación para el ojiverde. Harry cogió la última y se la acercó a la nariz para aspirar el olor de Louis, que se aferraba a la tela, resistiendo por debajo del perfume del jabón que habían utilizado para lavarla. El rizado prefería el aroma del castaño. Sin ninguna duda.

    Se puso la camiseta, que le quedaba grande, como ya había supuesto, alcanzando la parte superior de sus rodillas. El tejido se pegó a su piel en las zonas donde ésta permanecía aún húmeda, dejando marcas oscuras en la tela. Harry cayó de pronto en la cuenta de que el ojiazul no le había dejado calzoncillos. Se preguntó si habría sido a propósito o fruto de un casual descuido, mientras una sonrisa aparecía en su rostro.

    De cualquier forma, alargó la mano hacia el pantalón y, al levantarlo de la cama, vio un bóxer debajo. Su sonrisa se ensanchó cuando lo cogió para ponérselo, haciendo lo suyo con el pantalón después.

    Una vez terminó de vestirse, recogió la toalla y abandonó el cuarto en dirección a la cocina. Con algo de timidez, se asomó por el marco de la puerta y examinó la habitación, curioso. Louis se encontraba en el extremo opuesto, cocinando de espaldas a él. A la derecha del castaño, al otro lado de la pared de cristal, se extendía un mar de edificios hasta donde alcanzaba la vista, siluetas oscuras recortadas contra el cielo nocturno, atravesadas por miles de puntos luminosos que delataban la presencia de bombillas encendidas.