Capitulo 11 Los Ford vs los Macleane

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mientras que otros solo los miraban.
Keysi —me giré; allí está tu amigo —volteé y vi en la planta baja a Ryan y Erick conversando. Ambos vestían de gala, incluso podría decir que Ryan no se miraba nada mal, de hecho, esa ropa lo hacía verse mejor… lo hacía verse bien.
Mamá, él no es mi… —recordé lo que había pasado durante la semana; mis palabras resonaron. Claro, mi amigo.
Ve con él, yo iré a felicitar a Dante y a su esposa.
Suspiré pesadamente y, solo porque no quería acompañar a mi mamá, bajé las escaleras que llevaban hasta la planta baja. Terminé de bajar y me acomodé el vestido; odiaba que me quedaran encima de las rodillas, además, sentía que cada vez se me subía más; era incómodo.
Levanté la vista y Ryan estaba viendo hacia la dirección donde yo me encontraba. Me giré y observé hacia todos lados, esperando ver a quién miraba, pero no había nadie más cerca de mí. Eso era lo más extraño, unas chicas se acercaron a ellos, e inmediatamente se fueron molestas.
Comencé a caminar hacia donde se encontraba y, estando a un metro de distancia, lo saludé con la mano. Erick volteó hacia otro lado, le tocó el hombro y se fue. Terminé de acercarme y quedé frente a él.
Era de esperarse que ellos estuvieran invitados, ya que son hijos de importantes empresarios, ¿cómo no iban a venir?
Hola querida —saludó la mamá de Ryan, llegando hasta nosotros; te ves hermosa. ¿Ya le dijiste a Keysi lo hermosa que se ve, Ryan? —miró a su hijo.
¿Ke-Keysi? T-te ves he-hermosa —dijo.
¿Por qué tartamudea?
Gracias —supongo.
Keysi, necesito que… —di media vuelta, encontrándome con mi madre, quien tenía una cara de horror y sorpresa. Sus palabras habían quedado en el aire y no entendía el por qué, hasta que me giré para ver a la madre de Ryan.
Me giré nuevamente para ver a mi madre y después a la de Ryan. Mi madre siempre se preocupó por ser original y vestir a la moda, nunca, en toda su vida, le había pasado algo como lo de ese día.
Me explico: mi madre y la de Ryan traían el mismo vestido, color esmeralda, sin mangas y con velo alrededor, ¡ambas estaban usando el mismo vestido!
Mi madre le clavó una mirada fulminante a la madre de Ryan
y ella le devolvió una mirada asesina a la mía. Ambas comenzaron a hacer un escándalo por el hecho de que llevaban el mismo vestido.
Conociendo a mi madre, no descansaría hasta hacer que la madre de Ryan se quitara el vestido; no le importaría si ésta se quedaba en ropa interior, lo que ella quería era que se quitara el vestido.
¡Quítate mi vestido! —exclamaron ambas al unísono.
¡¿Yo por qué?! ¡Quítatelo tú! —seguían exclamando ambas al unísono, ganándose las miradas de todos.
Mi padre cogió a mi madre del brazo y el papá de Ryan cogió a su esposa de la cintura. Al instante, ambas se soltaron de los agarres y se acercaron, enviándose miradas de muerte.
¡Quítatelo ahora mismo! —ordenaron al unísono y después negaron.
¿No lo harás? —preguntaron ambas, y volvieron a negar.
Aquí iba a arder Troya.

Ryan Macleane:
Las personas observaban la escena y murmuraban cosas. No era normal que dos personas adultas discutieran en una boda por algo que en realidad no era tan importante.
Mamá… ¡No te metas, Keysi! —en ese momento me di cuenta de que la mujer que discutía con mi madre ¡era la mamá de Keysi!
***
Para infortunio de nosotros, nuestra mesa estaba ubicada justo frente a la mesa donde se encontraba Keysi y sus padres. Mientras le clavaba la mirada a la mamá de Keysi, mi madre picaba la langosta como si quisiera volverla a matar. La mamá de Keysi, por su parte, raspaba el cuchillo contra el plato, provocando un rechinido. Ambas se observaban fulminándose y enviándose miradas de muerte.
Keysi le susurró algo a su mamá; miré a la mía, quien observaba a la de Keysi; llevó el tenedor hasta lo que quedaba de langosta y comenzó a picar como si se imaginara a la mamá de Keysi en el plato.
¿No crees que estás exagerando? —pregunté. Es absurdo que peleen por un estúpido vestido.
¡No! —exclamó, ganándose la mirada de todos. ¡Ella copió mi vestido! —dijo entre dientes.
Tal vez fue culpa de las diseñadoras —intentó excusar mi papá.
¡Imposible! —las miradas se posaron sobre ella y llevó la vista hasta el plato.
Mi mamá seguía negando con su cabeza, hasta que el vals comenzó y la mayoría se unió al baile. Los novios bailaban felizmente, mientras que los demás los acompañaban en el baile.
Mi mamá obligó a mi papá a levantarse y que bailara con ella, al igual que lo hizo la mamá de Keysi con su esposo. Erick llegó y se sentó a mi lado.
Vaya lío de madres, tienes una suerte que… Ya te imaginarás —rio. ¿Y qué tal Keysi, eh? —preguntó, dándome un codazo.
¿Qué? —me hice el desentendido. ¿De qué hablas? ¿Qué hay con Keysi?
¡Babeabas por ella! Te dejé solo, para que aprovecharas, pero eres lento —alargó la palabra ”lento”; y no lograste nada. Ahora es tu oportunidad, Keysi está sola, ve y habla con ella.
No lo haré.
Dile que te gusta —insistió.
Estás loco.
Si no se lo dices, alguien te la va a ganar; no es mi estilo, ni de mis gustos, pero hoy se ve increíble —remarcó la palabra “increíble”.
Le di un zape, me levanté y me acerqué a ella, pero antes de llegar hasta donde estaba, escuché un grito muy familiar. Me volteé y vi a mi mamá y a la de Keysi tirando de sus vestidos… habían comenzado una guerra.
¡Maldita! A partir de ahora, Keysi no volverá a hablarle al demonio de tu hijo.
¡Yo no soy ningún demonio, señora!
¡Keysi, te prohíbo que le hables a…! —nos miró de la cabeza a los pies y completó la frase; …estos.
¡Ryan, te prohíbo que te acerques a ellos! —exclamó mi mamá, furiosa.
¡Pero, mamá! —exclamamos al unísono, y nos miramos. Keysi se sonrojó.
¿Se sonrojó? ¡Se sonrojó! Enseguida llevé mi vista a mi mamá.
Ahora serán los Ford vs los Macleane —aseguró la mamá de Keysi.
Eran dos mujeres adultas, dos adultas que sabían lo que hacían y, sin embargo, comenzaron una guerra de comida. Nadie las pudo detener. Los novios estaban horrorizados, las demás personas se escondían debajo de las mesas, o donde pudieran; ni siquiera el personal de seguridad pudo controlarlas.
Ambas corrieron hacia el pastel y lo dejaron caer al suelo, cogieron trozos y se lo embarraron la una a la otra. Se tiraron encima del pastel, quedando totalmente llenas y comenzaron a tirar de sus cabellos hasta quedar completamente despeinadas.
Nunca pensé que mi mamá pudiera hacer algo así; el vivo ejemplo de la elegancia, de la sofisticación y las modas, y todo lo demás… ¡aquella mujer pacífica, que pintaba bellos cuadros, estaba peleándose con otra mujer sólo porque llevaban el mismo vestido!
Ambas se levantaron y siguieron aventándose la comida que estaba cerca; se tiraban el vino encima y seguían intentando romperse el vestido la una a la otra.
Erick se acercó hasta donde yo estaba y me dio una palmada en la espalda: lo siento mucho, hermano —dijo. Mi vida se estaba arruinando; mejor dicho, la de mi mamá.
Ni siquiera quería —o podía— moverme. Todos las miraban asustados y ellas seguían con su tonta guerra, hasta que la mamá de Keysi rompió el vestido de la mía, dejando ver su ropa interior. La mujer sonrió con superioridad y tiró el trozo de tela a un lado; mi papá corrió hacia mi mamá, se quitó el saco y lo colocó encima de ella para cubrirla.
Las personas comenzaron a susurrar cosas. Corrí hacia mi madre, también me quité el saco —que además de todo, ya me estaba incomodando, y se lo pasé a mi papá, quien se lo colocó a mi madre alrededor de las piernas.
Vámonos de aquí —le dijo el papá de Keysi a su esposa. La mujer sonrió y comenzó a caminar. Volteé a ver a Keysi, y ella solo bajó la mirada.
Miré a mi mamá, la cual estaba a punto de llorar.
Vámonos, por favor.

Disponible por Amazon en formato físico y digital.

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