CAPITULO 10

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A la mañana siguiente Angelique se levantó muy temprano, quería causar buena impresión en su primer día de empleo y por ello la puntualidad y la buena presencia eran primordiales.
Al bajar a desayunar se encontró con Liah muy sonriente.
- Buenos días Liah!!! Has madrugado hoy!!!
- Buenos días...señorita....¿Cómo debo llamarla?
- Angelique... solo así!
- Ohh que lindo nombre!!!Angelique.
- Gracias!, Liah tambien es muy bonito!
- ¿ Lo creés?
- Ohh claro que sí!!, bien, desayunemos así comenzamos con nuestra primera clase, ¿te parece?
- Siii, estoy ansiosa por comenzar!!!

Ambas congeniaron en ese mismo instante, sentían como si ya se hubiesen conocido desde hace tiempo. Ambas eran almas solitarias que buscaban la compañía de alguien afín.
El día transcurrió entre Gramática, Algebra y un pequeño receso para así comenzar con la clase de pintura, que eso relajaría a Liah y le permitiría descansar bien.
Dieron un paseo corto por el jardín, porque aunque Liah se encontraba mejor de salud debía cuidarse de todas maneras.

- Bien!!!, Ahora vamos a comenzar con algo que de seguro te gustará, ¿te gusta dibujar?
- Si....pero..no sé hacerlo bien...
- No hay ningún problema por eso, vamos a aprender de a poco, si tú quieres.
- Ohhh siii, siempre quise aprender!
Angelique se sorprendía constantemente de lo interesada que la niña era en aprender, y lo hacía con facilidad. Comenzó dibujando una gran casa con árboles y muchas flores alrededor y un gran río cerca de la casa, aprendió como pintar y eso si fue todo un logro, podía ver la felicidad y dedicación en ello.
Perdieron la noción del tiempo porque cuando la gran puerta de entrada se abrió y apareció tras ella Duncan ambas estaban sumergidas entre risas.
La escena que vió lo dejó más que satisfecho, veía a su pequeña sonreír como hace mucho no lo hacía, y si ella era felíz él también lo era.

-Papá!!!! Mira mi obra de arte!!!- dijo corriendo hacia él.
- Si pequeña!!! Eres toda una artista!!!
- Angelique me enseñó...ella es muy buena.
Angelique que hasta ese momento creyó ser de piedra ante la presencia de Duncan, logró esbozar una tímida sonrisa, sentía sus manos temblar de nerviosismo ante su presencia.
- Qué tal Angelique?, veo que congeniaron muy bien.
- ¿Cómo está señor?...
- Duncan....solo Duncan -mirandola fijamente.
- Sii, nos hemos caído muy bien, Liah es todo un encanto.
- Me alegro por ambas!!, Nunca creí que volvería a verla tan contenta, bien por su logro!!!.
- En sí no me costó nada, es muy tierna y aplicada creo...que... aprenderá con mucha facilidad.

No podía pronunciar las palabras su sola presencia la alteraba y la hacía parecer tonta, que le sucedía?, ella no era así.
En cambio Duncan se divertía viendo el rubor en sus mejillas, era una muchacha muy tímida pero no por eso menos hermosa y eso lo tenía preocupado, quizás estaba imaginando cosas que no eran correctas.

- Bien pequeña, si la señorita Angelique no se opone creo que debes ir a descansar ya.
- Ohh sii, perdón se nos fue el tiempo tan rápido que no advertimos la hora.

Haciendo una mueca pícara y a la vez molesta Liah se despidió de ambos y se dirigió a su habitación.
Angelique se dio media vuelta y comenzó a recoger los utensilios de pintura, por un momento no se percató de que él aún estaba en la sala.
Al verla tan frágil y distraída sin sólo pensarlo tomó su mano justo cuando recogía los pinceles. Ella inmediatamente se volteó y lo miró asustada, Duncan al ver su expresión volvió a la realidad.

- Buenas noches señor - y salió del lugar buscando refugio en su cuarto.
- Buenas noches....

Duncan se quedó pensativo en cuanto a su propia reacción, ¿que estaba haciendo?, fue un impulso que el mismo no supo controlar y que no debía suceder nuevamente.

Los días pasaban y Angelique aún seguía impartiendo sus clases a Liah, entre ambas había nacido una linda amistad se sentían muy a gusto y eso las ponía felices a ambas. Por otra parte Duncan nunca estaba en la casa y llegaba demasiado tarde más de lo normal, según el ama de llaves los comentarios apuntaban a Hether, de seguro él pasaba demasiado tiempo en su casa, demasiado era lo que Angelique opinaba, pero en fin, no era de su incumbencia lo que el señor hiciera o dejase de hacer, pero por más que tratara de no pensar algo le incomodaba.



Mi Dulce MentirosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora