Capitulo 88 - Ese "todo" que necesito

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Llegamos al frente de la iglesia. Un mar de negro se adentraba por las grandes puertas dobles de madera abiertas, cuando se detenían a saludar y dar su pésame a mi abuela, a unos metros de la entrada. Un abrazo, unas breves palabras, y todos seguían su camino para sentarse en las bancas.
Me encontraba mirando desde la ventana de la camioneta hacia donde todo estaba ocurriendo. La tristeza y melancolía volvían, y me nublaban la vista transformándose en suaves lágrimas que parecían ser parte ya de esencial de mis ojos. Mis párpados comenzaron a arder otra vez, efecto de toda el agua que se filtró hacia el exterior en ese tiempo, y cerré los ojos con fuerza, evitando que volvieran a lagrimar, antes de bajar de la camioneta.





...






La iglesia se veía pacífica, casi sagrada.

Como si ninguno de nosotros tuviera el derecho de estar ahí.

No alcancé a saludar a mi abuela o a mis tíos en la entrada; cuando crucé el umbral de la iglesia, ellos ya estaban caminando por el pasillo hacia el altar. Cuando mi vista estaba libre y despejada de gente que se congregaba en el pasillo antes de sentarse en alguna banca, vi el ataúd negro, el símbolo de la perdida, del último respiro, y del último adiós.

Mis sentidos estaban anonados, a ser sincera. Todo se sentía lejano, como si mi cuerpo fuera un receptor, pero estuviera rodeado de capas y capas de ondas invisibles que no permitían que ni los sonidos, ni el tacto se sintiera, y si lo hacía, parecía un sonido lejano, o una caricia del pasado que me apetecía recordar.

No supe cuanto tiempo había estado ahí, parada, pero cuando giré, cuando me percaté de que una mano estaba firmemente posada sobre mi brazo, vi a Justin. Vestía totalmente de negro, y su cabello estaba despeinado. Se notaba que había soltado lágrimas, pero al fin, ¿quién no lo había hecho?

- ¿Estás bien?

- Si.

Me miró con desaprobación.

- Yo se que no -dijo en medio de un suspiro de exasperación.

Noté movimientos con mi vista de soslayo, y noté que Nicholas y Jenelle se encontraban ahí. Él vestía prácticamente lo mismo que Justin, y Jenelle llevaba un sencillo vestido negro a la rodilla, zapatos negros cerrados, y el cabello elevado en un chongo en su cabeza.

Ni siquiera me había dado cuenta, pero de un instante a otro Nicholas me abrazaba. Su abrazo era fuerte y firme, de esos que te pueden sacar el aire. No me había dado cuenta de lo grande que era la espalda de Nicholas, o lo fuertes que debían de ser sus brazos.

- Mi pésame, Ely.

Asentí. ¿Cómo se suponía que contaría a cosas así? Un "gracias" sería como "gracias por sentirlo, gracias por que te duele". Eso no era mi estilo.

Me soltó, e inmediatamente Jenelle se acercó con un abrazo más cálido y dulce. Por alguna razón sentí la tentación de llorar en ese mismo instante, pero me tuve que retener.

- Se que no nos conocemos muy bien, Ely -comenzó Jenelle aún abrazándome-, y se que quizás sientes que no tengo derecho a decirte nada, ya que no lo conocí. Pero en verdad, siento mucho la perdida; Justin me ha contado tantas cosas de él y de toda la familia, que ya hasta siento que lo conozco.

El nudo en la garganta que había tenido desde el día anterior apretó un poco ante sus palabras. Le regalé una sonrisa de agradecimiento cuando se separó de mi. Con una mano en su espalda, Nicholas guió a su hermana por todo el pasillo, hasta una banca.

Quedábamos Justin y yo.

No pude evitarlo, y lo miré. Me sentía estúpida, ¿cómo podía estar pensando en querer besarle, si estaba en un funeral? Se suponía que debía de estar tan triste que hasta Justin me parecería algo doloroso. Pero, al contrario -como siempre, él es la excepción de todo-, sentía cierto imán, algo que me daba paz, que me tranquilizaba. Una esencia en la persona de Justin que me recordaba a la de mi abuelo.

Una Escritora Sin Amor | JBWhere stories live. Discover now