Capitulo 20 - Las nietas Bartolinni/Lanteige

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-¿Iras a lo de Pauly? - preguntó Justin mientras llevaba el resto de los platos hacia el fregadero, donde yo tallaba y limpiaba con una esponja rosada los vasos que habíamos utilizado todos esa noche.

- No. - contesté seca, y sin mirarlo. De hecho, preferí mirar a través de la ventana que se encontraba justo al frente del lavabo. - ¿Tu?

- No. - contestó un tanto desconcertado. Dejé uno de los vasos deslizarse por el fregadero, creando el sonido de vidrio chocar con mas vidrio levemente. Miré por sobre mi hombro, y me encontré con los ojos de Justin mirándome totalmente indiferente.

- ¿No iras porque yo no quieres ir, o porque yo no iré? - pregunté arqueando una ceja.

- No iré porque tu no iras. - dijo con total aire de despreocupación. Bufé levemente, y me enfoqué en enjuagar y quitarles el jabón a los vasos.

- ¿Desde cuándo eres mi niñero? - bromeé, y solté una risita. - ¿O acaso es al revés? ¿Me consideras tu nana?

- No. - contestó serio, y se acercó a mí para dejar la ultima carga de platos en el fregadero. - Pero no quiero ir solo.

- Iras con Omar y Paulette. - Objeté.

- Paulette me da miedo, y Omar irá con sus amigos. Iré solo si tú no vas. - dejé los platos otra vez, y di media vuelta para verlo de frente. El se encontraba recargado en la mesa de centro de la cocina, con los brazos entrelazados sobre su pecho. Suspiró expulsando oxigeno.

- ¿Recuerdas nuestro trato?

- ¿Cual?

- Creo que tenemos que hacerlo un poco más oficial. - dijo él, y soltó sus brazos a los costados. - tu mantendrás a Pauly alejada de mi, y yo te ayudo con tu ensayo sobre el romanticismo y cosas cursis. - miré hacia la mesa detrás de él, y asentí pensativa.

- ¿Como se supone que haré que Pauly se aleje? Le gustas, deberías de darle una oportunidad tal vez.

- No quiero una nueva relación por ahora, Ely. - Dijo Justin impaciente. De pronto, me sentí mal... No quería una nueva relación por Alice, nada mas y menos. Aunque no hubiera estado ahí para cuando Alice lo desechó y le fue infiel, creo que en cierto modo sentía un poco del deje de dolor que eso había causado en el rubio. Miré hacia el suelo.

- ¿Como la alejo entonces?

- Creo que con que estés cerca de mi basta. - sonrió de oreja a oreja, olvidándose de su decepción amorosa por unos segundos. - pareces repelerla, de algún modo. - y esta vez, la que tomó el deje de tristeza fui yo. Pensar que todas esas malas vibras que existían entre mi prima y yo habían comenzado la mañana en que me desperté mas despeinada, mas fea, mas temprano en La playa de Cova... Pensar que ese chico había causado bastantes problemas entre Pauly y yo.

La mañana en que me encontraba yo sola con el chico de ojos grises en la playa, Paulette se nos acercó. Fue la primera vez que se veían, y se notaba inmediatamente que ambos tenían cierto "interés" el uno con el otro, por lo que yo los dejé hablando solos y me fui hacia la cabaña.
Paulette y el chico de ojos grises hablaron toda la mañana, siendo interrumpidos solamente para comer. Después, todos regresamos a jugar en la playa, y Paulette y el estaban juntos otra vez.
Después de eso, nos fuimos de Cova, y no regresamos hasta el fin de semana siguiente. Pero esa vez, nos quedamos una semana entera... Una semana en que Paulette recibió su primer beso por parte de ese chico. Recuerdo perfectamente la sonrisa colgante que mantenía en su pulcro rostro cuando se acercó a Ronny y a mí y nos contó que ese chico la había besado al borde de las construcciones naturales de roca, frente a una casa deshabitada que se encontraba a menos de treinta metros del agua del océano. Para Ronny, Pauly, y para mi, ese fue un día muy importante, ya que las tres éramos bastante unidas, y algo bueno que le pasara a una, era algo bueno para todas. Las Nietas Bartolinni definitivamente tenían una racha de suerte.

Pero entonces, la semana llegó a su fin. Todo ese cuento de hadas se comenzó a deshacer como una pintura de acuarelas al dejarlo en medio del patio cuando una tormentosa lluvia se aproxima.

Pauly y el chico quedaron en enviarse cartas, y seguir en contacto; Pauly tenía apenas trece, a punto de cumplir catorce, y el chico de quince no quería perder la oportunidad con una chica de Nove, no importase que tantos kilómetros estuvieran por el medio. Y así sucedió; Pauly y el se enviaban cartas, y se contaban varias cosas. Casi no podían hablar por teléfono ya que era costoso, y solamente había uno en casa de mis abuelos, por lo que las cartas era quizás lo más factible. Pero un día, una carta no llego. No se supo donde estaba, y Pauly estaba frenética, ya que ella pensaba que él jamás le había enviado ni una sola carta. Lloró, y lloró muchísimo. Habían pasado apenas dos semanas desde la primera carta, un mes desde que se conocían, y ella ya estaba sufriendo como si llevaran años (claro, Pauly ah tendido a ser un tanto exagerada y  con demasiado sentimentalismo). Pero en cierto modo, la imagen de Pauly llorar toda la noche por una carta que jamás existió, y que para ella marcaba alguna clase de "final" de algo que jamás comenzó contundente mente, me hizo temerle al dolor. Me hizo temerle al dolor que un corazón roto podría causar. Y así fue como, de alguna manera, me prometí jamás llorar por amor, no depender de ningún chico y mucho menos dejar que nadie me rompiera el corazón. Eso era puro masoquismo.
Ahora, ¿Cómo es que eso afectó en la relación entre Pauly y yo? Muy fácil: La carta apareció mágicamente en mi maleta. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué? ¿Quién? Nadie sabía cómo había llegado allí, o más bien yo no lo sabía, ya que Pauly asumió casi verosímilmente que yo la había ocultado. Empezó una enorme tormenta en un vaso de agua, y se creó un drama de "ella tiene celos de que yo esté con él". Para ese momento, Pauly le había enviado al chico una carta de odio que decía que jamás le volviera a hablar, mostrando todo su coraje por no haberle correspondido y tan solo
haberla ilusionado todo ese tiempo, por lo que cuando encontró la carta en mi maleta ya era bastante tarde: La carta de odio ya se había enviado; el ya la había recibido. Y Pauly se sentía la más tonta en el universo, mientras que me gritaba ofensas y malas palabras a mi cara.

- Vamos, será divertido.

- Odio Cova, Justin. - susurré, mientras tragaba gordo. - Es la misma playa que aquí en Nove, no hay que ir hasta allá.

- Pero conoceremos gente nueva. - sonrió el de oreja a oreja. - no se tu, pero a mí me agradaría conseguir algunos amigos aquí.

- Yo no estoy para hacer amigos. - contesté, percatándome de lo perra y malhumorada que llegaba a ser. ¿Siempre era así? tan... ¿amargada?

Justin hizo mala cara, y tan solo chasqueó la lengua, irritado.

- Haz lo que quieras. - contestó dándole un pequeño aventón a la mesa. Solamente escuché como caminaba escaleras arriba. De repente, me sentí la persona más malagradecida de la tierra entera. 

Una Escritora Sin Amor | JBWhere stories live. Discover now