Christian me abrazó por el pecho y y me metió de nuevo a la habitación. – ¿No has tomado tus medicinas? –. Me preguntó en voz lo suficientemente alta para que ella lo escuchara y se creyera el cuento que le había dicho.

– ¡No estoy loca! ¡Emily! ¡Ayúdame! –. Supuse que gritar su nombre la haría reaccionar; no fue así.

Christian me tiró boca arriba a la cama y se puso sobre mí con su mano en mi cuello. Nos quedamos así unos segundos hasta que me besó de manera desesperada. Empecé a golpearlo en los hombros. Introdujo su lengua a mi boca y la movió salvajemente como si intentara lamer por completo el interior de mi boca.

Cuando se separó de mí nos quedamos vendo, no me moví porque sabia que no lograría nada con eso.

Cuando se separó de mí nos quedamos vendo, no me moví porque sabia que no lograría nada con eso

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

– Lorena...

– Por favor Christian. – mis ojos se llenaron de lágrimas.

Puso su frente en mi pecho, suspirando, sin alejar su mano de mi cuello. Tragué saliva.

– ¿Por qué siempre lo complicas todo? –. Recargó su barbilla en la zona entre mis pechos, me lastimaba pero no dije nada.

– Supongo que ya se volvió una costumbre... Lamento arruinar todos tus planes... – dije con un tono sarcástico a ver si lo captaba -. Igual, tú también arruinas mis planes de escapar...

– No, en todo caso ella arruinó mis planes... – Nop, no había entendido el sarcasmo en mi voz.

¿Cuáles eran tus planes? –. Sonreí de lado intentando verlo, ya que su mano en mi cuello me dificultaba aquella acción.

Me devolvió la misma sonrisa. – No lo sé, tal vez comer un poco y después... – puso su mano en mi pierna y empezó a deslizarla por mi muslo.

– ¿No temes que tu amiguita le llame a la policía? –. Pregunté para distraerlo, no soportaba sentir su piel tocando la mía con tanto morbo.

Finalmente alejó su mano de mi cuello y colocó sus brazos a cada lado de mi cabeza colocando su rostro, deseoso de besarme, frente a mí.

– Te escuchaste como una novia celosa cuando dijiste "amiguita".

– Ya quisieras que fuera una novia celosa...

– Me encantaría que lo fueras – se acercó para besarme pero yo moví la cabeza hacia un lado –. Como te habrás dado cuenta ella no te ayudará, así que no vale la pena que grites.

Se bajó de la cama y se quedó mirándome. No me moví para hacerle creer que así me quedaría todo el rato que él me dejara.

Salió de la habitación y cerró la puerta.

– ¿Por qué no está en un lugar para locos? –. Preguntó la mujer. Caminé lentamente hacia la puerta y pegué la oreja para escucharlos mejor –. Tal como la vi parece realmente mal de la cabeza... – me di cuenta, por su acento, que era de Inglaterra.

Secuestrada por el pasado #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora