—¿Pe... Perra inteligente?

Inter se encoge de hombros y hace un gesto, restándole importancia.

—No te alarmes. Ella sabe que la llamo así. De hecho, diría que hasta le gusta. Va mucho con ella, ¿no crees, amigo?

Echo la cabeza hacia atrás con confusión.

—La verdad, no podría responderte eso...

—No sería raro que trate de controlarte, buddy—comenta encogiéndose de hombros—. Mira, eres un buen tipo, y en honor a los buenos tipos, mi deber es advertirte sobre ella. No es que sea una mala chica, pero, ya sabes, las más lindas son las más locas. La cosa es que, además de loca, Lucía es inteligente.   Una excelente persona con sus amigos y queridos, una bomba atómica con sus enemigos.

—Entendido—respondo sin haber entendido del todo bien.

Camina con ese paso juvenil que tiene hasta la sala y me hace un gesto, levantando la cabeza:

—Ya me voy, amigo. Hazme caso, ten cuidado. Samuel y yo decidimos que lo mejor era advertirte.

—¿E-ella habrá escuchado nuestra conversación?—pregunto, repentinamente nervioso.

—Nah, la cámara no estaba encendida.

—¿Cómo lo sabes?—tengo que preguntar.

Él me guiña el ojo y se va hasta la puerta, abriéndola. Antes de irse, se para y me dice:

—Me caes bien, fella. Ya te dije: Watch out!—murmura y hace un gesto extraño con la mano antes de cerrar para irse.

Me quedo mirando la puerta con nerviosismo. ¿Lucía realmente pudo haber puesto la cámara ahí?

De pronto, me doy con la palma de la mano en la cara. Si seré estúpido: por supuesto no, si fue Adela quien lo hizo.

Me estoy dando vuelta para entrar a la cocina a hacerme un sandwich, cuando me doy cuenta de una segunda cosa: he ordenado y reordenado la cocina esta mañana,  y ese artefacto por el cual Inter ha venido, nunca estuvo ahí.

***

Me voy prácticamente corriendo al trabajo, pero diría que más bien es rodando. He ido en bicicleta, porque por alguna razón he pensado que llegaré antes, y de hecho, lo hago. Lucía, apenas me ve entrar a la tienda, parte corriendo a mi lado, y aunque tengo ganas de alejarme, pienso en las palabras de Inter y me detengo.

—¡Amor! Te estaba esperando. ¿Crees que podamos reunirnos hoy?—apremia Lucía, mientras caminamos hasta Informaciones.

Me demoro medio segundo en pensar una respuesta.

—He quedado en la casa de mi hermana hoy—le miento, rascándome la nuca—. Estarán algunos familiares y, aparte, todos mis primos y te lo prometo, no quiero que conozcas a mis primos.

Ella se queda mirándome y tuerce el gesto.

—¿Estás seguro de que prefieres que no te acompañe?

Yo la miro a los ojos y niego sintiéndome culpable esta vez.

—Sí, Lu—le digo en una voz que debería resultarle tranquilizadora—. Mis primos son unas bestias. Van a tratar de robarte en dos segundos.

Ella me lanza una media sonrisa y me guiña un ojo.

—Pues puede que yo sea mejor que ellos en eso.

Boqueo sin saber qué decir durante un segundo, pero cuando retomo el control de mi cara sonrío también, con una risa demasiado fingida para resultar real. Ella lo toma como un buen signo cuando agrego:

Pablo y Adela [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora