Capitulo 63 - El más triste día tres

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Para mi sorpresa, no dijo nada más. Pensé en ese momento que volvería al tema de la distancia, y la verdad, ese día, no tenía nada de ganas de tocarlo. Al menos ese día tres, tenía que relajarme y pensar solamente en Justin y yo.

Ronny y yo no hicimos más que platicar las siguientes 3 horas. Las risas y charlas hermana a hermana eran algo que ya llegaba a añorar bastante, así que pasar tiempo de caridad con ella era una buena sensación.

Mi hermana regresaría a Boston en 3 días más, y de ahí yo no la vería hasta que pasaran los siguientes dos meses y, al tener que entrar a la universidad otra vez, yo tendría que regresar.

¿Por qué todo parecía relacionarse a la partida? ¿A alejarme de Italia? ¿De Justin? Sacudí la cabeza, desterrando aquellos negativos pensamientos. Me había prometido a mí misma no pensar en eso... hacer que regresara a mi cabeza no era una opción. Menos aquel día, donde todo tenía que ser perfecto. ¡Dos meses de conocer a Justin! Eso era algo bastante grande.

Pero entonces, el timbre sonó. Y yo no sabía lo que vendría en aquel momento... algo que aparentemente cambiaría todo.

— Voy yo. — Dijo Ronny, levantándose del sofá de la sala. Tomó el vaso de vidrio del portavasos de la mesa de centro, y caminó hacia la puerta sin prevenir ella tampoco. ¿Cómo lo íbamos a saber? Jamás me hubiera esperado que el decidiera llegar en ese preciso instante. — ¡Van! — Habló Ronny en voz alta, para que la persona que tocaba el timbre supiera que ya estaba en camino.

Mi hermana desapareció de la sala, mientras que escuchaba sus pasos hacia la puerta principal. Escuché como abría el cerrojo, y abría la puerta. Y entonces, el vaso de vidrio se calló al suelo.

— ¿Ronny? — Exaltada, y sin recibir respuesta de su parte, me levanté del sofá, y seguí el mismo camino que ella había seguido antes de que no escuchara nada de ella. — Ronny, ¿Qué...?

Y entonces lo vi.

Sus ojos rojos de llanto, hinchados. Su pelo canoso, y arrugas en su frente. Miraba a mi hermana intentando retener las lágrimas, y después pasó su mirada a mí, dejándome totalmente indefensa, rota y moralizada. Ahí estaba él: Mi padre.

— Elizabeth. — Susurró, como susurrando el nombre de la luna en secreto. Contuve el aire, y no fui capaz de parpadear por segundos enteros. Tenía la impresión de que si lo hacía, el desaparecería, como lo hizo cuando yo era apenas una niña. Y no volvería, jamás. — Renata, Elizabeth...

Más silencio. Mi hermana comenzó a sollozar sin importarle el silencio que debía mantener, pero yo no me lo permití. No le daría a ese hombre el placer de ver lágrimas rodar por mis mejillas gracias a su gran maldita culpa.

— ¿Qué haces aquí? — me atreví a preguntar. Mi voz fue severa, segura y clara, hecho que me gusto. Me acerqué más a la puerta, y tomé a Ronny de ambos hombros, comprobando así que la pobre temblaba. Él me miró, y bajó la vista hacia el suelo de la casa de mi abuela.

— Hola, hijas.

— No creo que merezcas llamarnos así. — Alcé el mentón, y suspiré con miedo. — ¿Por qué volviste?

Se quedó en silencio, y nos miró a ambas. Ronny ya no temblaba tanto, y en cambio sostuvo fuertemente mi mano, mientras que ambas enfrentábamos a nuestro pasado. ¡¿Por qué había vuelto?! ¡¿Por qué ese día?! ¡¿Por qué a Italia?! ¡Él no tenía nada que estar haciendo ahí!

— Quería... —Cerró los ojos con fuerza— necesitaba, verlas.

— Nosotras no. — Abrió sus ojos con la misma energía con los que los cerró. Sus ojos grises me mostraron cuanto nos parecíamos Ronny y yo a él; los tres teníamos la misma marca sobre nuestra nariz, y los tres arrugábamos la frente del mismo modo. ¿Cómo podíamos parecernos tanto a alguien con quien convivimos muy poco?

Se me formó un nudo en la garganta, y mi quijada tembló en un momento de debilidad. Pero me tragué mi dolor, y continué intentando aparentar fortaleza. Ese hombre no iba a hacer diferencia alguna entre lo que estaba pasando en mi vida.

Una Escritora Sin Amor | JBWhere stories live. Discover now