Capítulo XXXVI

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Nyrn se sentó en su nicho, esperando a que sus "hermanos", como se llamaban entre ellos, volvieran a materializarse, aunque sabía que tardarían, pues seguramente, irían en persona; esto conllevaría demasiada energía gastada de su parte, ya que necesitarían abrir un portal y les consumiría mucho poder natural, pero ya lo había previsto, por eso había preparado suficiente comida para ellos, pues no regresarían esa misma noche a sus bosques.

Lentamente, de las mismas cascadas dónde se habían presentado las formas líquidas, luces brillantes empezaron a parecer; los portales se abrían con lentitud, permitiendo que de esas puertas de colores, salieran los Dioses. Nunca antes lo habían hecho, jamás se habían conocido en persona, físicamente; tenían nociones de cómo eran entre ellos, por las representaciones líquidas, etéreas o incluso, por medio de plantas, que podían tomar forma de ellos mismos, así como al hablar gracias a los espejos de agua que usaban de cuando en cuando, pero, los portales era una magia que habían prometido a sus madres no usar, a menos de que fuese una emergencia y esta, por supuesto, lo era.

-¡¿Cómo lo hiciste?! – Raky fue el primero en cruzar completamente y acercarse al ojiverde gracias a la ayuda de las piedras que formaban el camino.

Nyrn lo vio de pies a cabeza, apreciando su cabello rojo como la sangre, aunque sus ojos eran amarillos y su piel, igual que la de él, era verde.

-¿No crees que podemos esperar a que todos lleguen? – el rubio sonrió – no quiero repetirlo doce veces...

El pelirrojo respiró profundamente para calmarse y asintió.

-Siéntate – el ojiverde le señaló las raíces de su árbol – si necesitas alimento, tengo muchas frutas...

-No pienso comer de las frutas de tu árbol de vida – Meryl arribó con rapidez.

-Ni quien quiera darte a comer de mis frutas – soltó el rubio con desagrado, observando al peliverde que tenía enfrente, con ojos azules como el cielo – hay muchos árboles frutales en mi bosque, ya, que si quieres comer animales, ve a cazarlos tú mismo, no me molestaré en lo más mínimo...

-Bien sabes que no como animales – gruñó el otro.

-Pero yo sí – un joven de cabello naranja y ojos dorados se acercó – así que iré a cazar después – se alzó de hombros – ¿dónde están las frutas?

-Bienvenido de nuevo, Elfry – Nyrn sonrió y chasqueó los dedos para traer las viandas con comida, mientras sus raíces formaban doce sillas, para los recién llegados.

-Bien, yo quiero enterarme de todo – un joven de cabello azul cielo que contrastaba con sus ojos y cuerpo verde se acercó a su lugar – ¡esta es la noticia del milenio! – anunció agarrando una fruta de la vianda que tenía al lado.

-Concuerdo contigo, Serif – el joven de cabello guinda y ojos purpuras llegó a su lugar – no puedo creer que por fin una semilla haya germinado...

-Tranquilo, Lasden – Nyrn sonrió – cuando sepan la razón, entenderán muchas cosas, igual que yo...

-Esto es un acontecimiento – Derok, el guardián de cabello aqua y ojos naranjas, se acercó con paso firme – ¡dime que lo celebraremos a lo grande! – su rostro reflejaba la emoción y la incredulidad que tenía en ese momento – debiste solicitarle vino al sacerdote, eso sería una buena manera de celebrar

-Les explicaré y luego, ya veremos... – comentó Nyrn con algo de inquietud ante esa solicitud tan extraña.

-Serás el primero en ser padre – un joven de cabello rosa opaco, y de ojos lilas llegó hasta su lugar – no puedes decir que no lo celebraremos – reclamó.

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