Capítulo I

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El sol salió por el horizonte, bañando con sus rayos el gran bosque sagrado que tenía una extensión tan inmensa, que abarcaba algunas montañas también. Poco a poco, la luz llegó a las torres del palacete y fue descendiendo como manto, anunciando que era momento de empezar un nuevo día, para todos los residentes.

La luz del sol se coló por el gran ventanal, de una de las suntuosas habitaciones, cuando la mucama abrió las cortinas.

-Joven... – su voz era un susurro, se acercó con lentitud, temiendo importunar de más, el sueño del menor.

-Estoy despierto, Miley – suspiró el peliblanco, y puso el brazo en su frente.

-Buenos días – sonrió ella y caminó a la otra ventana para abrir las cortinas – es hora que se levante – su voz era animosa, como siempre – debe empezar sus actividades.

-Lo sé – suspiró pero no se movió del lecho – hoy es un día importante... – susurró, pues no quería que la chica se diera cuenta de su molestia.

-Espero que haya descansado muy bien – prosiguió la jovencita, que apenas tenía diecisiete años.

-No pude dormir mucho... Pero no importa, prepara el baño, por favor, necesito asearme...

-Cómo diga, joven...

La chica de cabello rosa caminó por la enorme habitación, perdiéndose en el cuarto de baño, dejando al menor pensativo, en la cama.

Skoll, el joven albino de ojos rojos, era el único heredero de la familia Eroim, pues su hermana mayor, Seren, había desaparecido 3 años atrás y ahora, en la siguiente luna llena, en cinco días más, él debía ordenarse como sumo sacerdote y protector del bosque sagrado, a pesar de que, apenas, tenía quince años.

Casi un mes había pasado desde su cumpleaños, pero, desde que su hermana ya no estaba, él había dejado de comportarse como un niño, pues así lo dictaban las tradiciones; aprendió los rituales sagrados, el uso medicinal de la herbolaria y sobre todo, el respeto hacia el bosque de Nyrn. Tenía sobre sus hombros la responsabilidad que antes, había recaído en su hermana y, durante tres años, aprendió lo que ella sabía, desde que tenía uso de razón.

Pero no podía quejarse, su deber y honor, estaban por sobre sus propios deseos y, era el momento de demostrar que era digno sucesor de la familia, igual que lo había sido su padre, y todos los hombres antes que él; aunque en el fondo, él hubiese querido seguir siendo, solo el segundo hijo, sin importar si eso significaba no ser notado jamás, ni permitirle asistir a los rituales hasta que tuviera veintiún años.

-La tina está preparada, joven.

-Gracias Miley, hoy me asearé solo, no te preocupes, ve y pide que preparen mi desayuno especial – indicó incorporándose – también, dile a Oren que venga en veinte minutos, para que me ayude a cambiar...

-Como ordene...

La pelirosa salió de la habitación con rapidez, mientras Skoll se ponía de pie, pasando la mano por su cabello y bostezando; siempre había deseado usar el cabello corto, pero era tradición familiar que todos usaran el cabello largo, y él, no podía ir en contra de esas órdenes. Hizo los mechones largos hacia atrás y antes de ir a la habitación de aseo, se detuvo frente al gran ventanal; observando con detenimiento el extenso bosque, que su familia llevaba siglos protegiendo.

Nadie sabía lo que había en lo más profundo de ese lugar, conocían solo los límites del mismo, pero, todos suponían que dentro, debía haber maravillas naturales, mismas que eran creadas por el Dios a quien veneraban.

Recargó la frente contra el ventanal – aún no creo en ti – dijo en un susurro, porque solo de esa manera, podía expresar lo que en realidad sentía y pensaba.

Suspiró, negó y finalmente, fue a bañarse.


* * *

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