El ojiverde sonrió, lo sujetó de la mano y lo acercó a él, inclinándose para aspirar el aroma que le gustaba tanto; el día anterior, debido a todo lo que el menor traía en su piel como curación, la fragancia se había perdido casi por completo, pero en ese momento, le parecía el más dulce perfume que podía percibir.

-Vamos, acompáñame a leer – dijo con voz suave, mientras se alejaba del cuello del niño.

Ambos, caminaron hacia el centro del lago; Skoll comió los frutos del árbol, mientras Nyrn leía rápidamente los libros. No parecía prestarles mucha atención a la lectura en realidad, más bien parecía que simplemente, los ojeaba.

-¿Qué es lo que busca en realidad? – indagó el menor, mientras masticaba un durazno; se había cubierto con la capa nueva, pues se sentía más cómodo con ella que con la que había llevado y estaba recargado en el árbol.

-Conocimiento sobre varones humanos – explicó escuetamente – conozco solo lo básico, pero me intriga...

-¿Qué cosa?

-La hembras humanas son diferentes a los varones, ¿cierto?

-No mucho, solo físicamente... y emocionalmente... también mentalmente... – Skoll frunció el ceño ante sus propias palabras – bien, sí, somos completamente distintos...

-¿Por qué? – Nyrn cerró el libro y buscó el rostro del menor con la mirada.

-Bueno, yo solo tengo quince años – sonrió – pero, creo que las chicas y los chicos, pensamos distinto las cosas y no nos sentimos igual ante los mismos eventos, porque asimilamos las situaciones de forma diferente... Pero no sé por qué es... Creo que son cosas biológicas...

-Sobre lo físico, sé que son diferentes – dijo el otro con rapidez – ellas tienen pechos, los varones no...

-Si bueno, además de la diferencia genital y las características generales, como la cadera ancha, la cintura reducida, los rasgos más finos...

-Tú tienes rasgos de hembra...

Skoll bajó el rostro – no me lo recuerde, por favor – suspiró – es algo incómodo.

-¿Por qué?

-Porque no soy mujer – aseguró – y, jamás sería una, a pesar de que mi físico sea un poco "delicado", eso no me convierte en una mujer... Además – sonrió – yo no puedo dar vida, como ellas...

Nyrn levantó el rostro, recargó la cabeza en el tronco del árbol y guardó silencio unos minutos, mientras Skoll comía otro durazno. Cuando menos lo esperó el peliblanco, el rubio lo sujetó del brazo, moviéndolo con rapidez, dejándolo sobre sus piernas y lo besó en la boca.

El ojirrojo se sorprendió, pero, aunque al principio quiso resistirse, lentamente fue cediendo al beso. El ojiverde jugueteó con los labios del niño, introdujo la lengua áspera en la cavidad del menor y degustó su sabor, encontrándose con esa dulzura que, nada tenía que ver con la fruta que estaba comiendo el otro; poco a poco, los gemidos de Skoll empezaron a aumentar de volumen y llevó las manos hasta el cabello bicolor, acariciándolo con sumo cuidado y enredando sus dedos en el mismo, disfrutando de la sedosidad que tenía.

Cuando por fin se separaron, Nyrn le acarició los labios hinchados y sonrosados, con el pulgar; Skoll pasó saliva y una risita nerviosa lo invadió.

-¿Qué sucede? – indagó el rubio con curiosidad.

-Es que... ese... ese fue mi... primer beso – dijo con algo de pena.

-¿Primer beso? ¿Eso es importante?

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