cuarto halloween

1.5K 283 119
                                    

"We were born sick you heard them say it (...) I was born sick, but I love it, command me to be well. Amen, amen, amen. Take me to church"
cuarto halloween junto a Maks.

Nada. La nada era eso que había planeado para este Halloween, nada también era lo que tenía pensado hacer en este Halloween y nada era como me sentía al saber que no iba a estar contigo ese día. Yo era nada. Estaba vacío. Este último año con la llegada de mi padre todo se había vuelto diferente. No era un cambio drástico, más bien el mayor cambio que pueden hacer unos niños de nueve años; seguíamos jugando los fines de semana pero con una diferencia, nada de cogernos la mano, nada de cariño; ni un pequeño roce.

Este Halloween iba a ser nada. Como la nada que se te queda en el pecho cuando estas cansado del dolor —de esto me dí cuenta años después— Para mi yo de nueve años este Halloween iba a ser como los de antes de ti. Oscuro, odiado, rápido...

Todavía recuerdo como mi madre le gritaba a mi padre y viceversa, era casi siempre así —desde que hacía memoria— pero aquel treinta y uno todo había ido a peor. A mucho peor. Por eso huí —como siempre— a tu casa llorando. Me fui de la casa murmurando un:

Mami voy de Halloween con Maks, te quiero.

Cuando tu me viste tan solo te alegraste, pensando que iba a ser otro de nuestros Halloween's, no te diste cuenta de la verdad hasta que salimos de tu casa y me negué a pasar por la mía. Hasta que vistes mis ojos rojos y te percataste de que iba en mi pijama de aviones azules.

¿Qué te pasa Ashy-Ashy?

– Mi papá, es... —Rompí a llorar— N-no qui-quiero ir a Ha-halloween ni a casa.

– Vamos tontito, no llores.

Me cogiste con tu pequeña mano y me llevaste a la casa del árbol. La casa tenía un pequeño hueco que servía de ventana y daba al salón de mi casa. Tu miraste y no tuviste que preguntar, los vistes. Gritando. Peleando. Lanzando cosas. Era una vorágine de terror. Un pandemónium.

Por eso estabas triste cuando volvió...

Me abrazaste y me dijiste que todo pasaría, que tu me querías, que siempre lo harías y que nunca iba a cambiar —mentiroso, eso es lo que eras— Me empezaste a contar historias de terror relacionadas con Halloween, intentando hacerme olvidar que yo ya vivía una historia de terror todos los días. Estábamos juntos, abrazados, rozando la felicidad, cuando lo vi. Mi padre, mirándome con sus ojos brillando a través de la ventana, enfadado. No recuerdo ni cómo nos encontró, solo sé que tenía miedo Maks. Mucho miedo. No te presté atención, tan solo volví a recordar la lección que me dio mi padre unas semanas antes de que mi madre y yo nos fugásemos de casa.

– Asher, hijo mío, recuerda esto: un chico debe de salir con una chica y viceversa. Dos chicos es un pecado, una enfermedad. Algo que nuestro Señor castiga con el infierno. Una asquerosidad, una aberración.

Y después de recordar las palabras de mi padre supe por qué estaba enfadado o por qué no quería que saliese junto a ti Maks. Y comprendí que mi padre pensaba que habías nacido enfermo y que me ibas a contagiar. Pero se olvidó de preguntar si a lo mejor yo quería estar enfermo también, porque si estar a tu lado significaba enfermarse pobre de mí, que quería vivir toda mi vida en la enfermedad. Este Halloween ni en tus brazos me sentía bien.

Asher.

nota de autora
Aclaración, en palabras muy resumidas: la homofobia es una puta mierda.

scared » gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora