Ella guarda silencio un momento y luego se ríe.

De acuerdo—responde, tiernamente.

—De acuerdo—repito con calma.

Todo en Adela me hace sentir bien. Me calma. Me doy cuenta de que es una sensación extraña. Como cuando te duermes relajado, sabiendo que al otro día no tienes nada que hacer. Como cuando escuchas esa canción favorita que te tranquiliza y te transporta a otros espacios infinitos en los cuales no existe tu cuerpo, solo te extiendes y todo es perfecto. No podría decir que Adela me hace sentir como yo mismo y todas esas cosas que dicen en las películas, sino que hay algo más. Algo más profundo. Es calma, es paz. No encuentro otra forma más para describirlo. Cuando ella me habla, cuando ella está tranquila conmigo siento la infinita plenitud de la vida.

Escuchar su voz tranquila tras el teléfono me hace sentir extrañamente conectado a ella. Como si existiera un cable invisible uniéndonos, o tal vez, uniéndome a mí a ella. Pero la realidad siempre termina por asaltar de golpe, así que cuando de un momento a otro, ella habla, siento que toda la atmósfera se derrumba.

Johnny me dijo que le gusto.

Cierro los ojos. No lo hago con fuerza, porque de alguna forma, era obvio.

—Era esperable, Adela—le digo con una voz un poco más dura de lo que pretendía.

Escucho como deja escapar lentamente el aire de sus pulmones.

En realidad, no. Yo no... No esperaba que Johnny tuviera... Digamos, esos sentimientos por mí—murmura con incomodidad.

—Eres increíble, Adela. ¿Cómo no los iba a tener?—le digo, pero por alguna razón, me avergüenzo y mi voz termina saliendo como un hilillo.

Ella suspira.

Pablo, si le soy sincera, no soy una mujer... del agrado de todos. Yo sé que... —Hace una pausa.— No soy la definición de la belleza. Creí que el día en que me pasara esto iba a tener ochenta años e iba a salir con un anciano que fuera ciego—bromea, riendo.

Diablos. Cómo puede ser tan linda.

—No exageres—le digo, con una sonrisa—. Eres hermosa. Quizá no convencionalmente, pero... —me cohibo— Llamas muchísimo la atención. Tienes algo que... No podría definirlo, pero te hace muy especial.

Ella se queda en silencio, y luego con voz dudosa, pregunta:

—¿Usted cree?

—No lo creo. La verdad es que lo sé.

—¿A qué se refiere?

¿A qué me refiero?

—Supongo que Johnny vio todas esas cosas, y le gustas.

Lamentablemente, me dan ganas de agregar, pero no lo hago.

—¿No cree que es raro?

Lo pienso un momento. Basta tomarse el tiempo de conocer a Adela para saber que tiene algo increíble. Basta acercarse un poquito más, para que a uno empiece a...

—No es raro—murmuro.

Otra vez guarda silencio.

—¿Adela?

—¿Sí, Pablo?

—¿Johnny te besó?

Trago saliva, atento a su respuesta. No sé si quiero oírla. No ahora que... Ella se toma un momento antes de responder. Siento que el cuerpo comienza a temblarme vagamente, así que me recuesto en el sofá, con los ojos cerrados.

No lo hizo—dice al fin—. Pero... Bueno, no estoy segura, pero creo que quiso hacerlo.

Mi respiración se acelera levemente. No me gusta escuchar de Johnny tratando de besarla. No quiero que nadie se le acerque.

—¿Y tú querías hacerlo?

—¿El qué?

—Besarlo.

Se toma otro momento.

No estoy segura.

Me presiono la frente con la mano, sintiendo que su respuesta de alguna forma me hiere. No es un sí, pero tampoco es un "no" rotundo.

—Adela, yo...

¿Qué es lo que quiero decir?

—¿Usted?

—Solo no lo beses, ¿está bien?—le pido, casi como un ruego.

Para ser sincera, dudo que vaya a hacer algo como eso.

Abro los ojos.

—¿Por qué?

No soy de... acercarme para esas cosas.

Suelto una risa genuina y casi feliz. Miro el techo. Es blanco. Blanco como ella, como la paz, como lo que siento cuando hablamos. No, en realidad es...

—Naranja—digo de pronto.

—¿Cómo?

—Como el atardecer.

—¿Qué?—pregunta ella, desconcertada.

—Es un buen color—le digo con una pequeña risa, pero es más como si hablara conmigo mismo.

Lo es—responde, pero sé que no entiende nada.

Me río.

—Iré a dormir, Adela. ¿Nos hablamos mañana en el turno de la tarde?

Escucho su sonrisa cálida a través de sus palabras:

Claro que sí, Pablo. Mañana, entonces.

Está a punto de colgar, pero entonces, decido preguntar algo.

—¿Adela?

—¿Sí, Pablo?

—¿De casualidad desconectaste los micrófonos y las cámaras?

Sí. Hoy apenas desperté. ¿Por?

Sonrío.

—Solo quería saber.

Ella suelta una risa.

Entonces, nos hablamos mañana.

—¿Adela?

—¿?

—Te quiero.

Escucho que contiene la respiración y, de pronto, temo haber ido demasiado lejos. Pero me calmo en cuanto su voz suave me contesta:

Y yo a usted, Pablo.

En ese momento, me doy cuenta de que no hay nada que pensar, porque  todo es simple y muy claro.

Me gusta.

Adela García me gusta.

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IHHHHHH. *se convierte en la abuelita de Adela*

Cosas:
1) Perdonen a las que aún no he agregado al Whatsapp. Estoy resolviendo algunas cosas sobre eso.
2) IIIIIIHHHHH. 

Preguntas:

1) ¿IIIIHHHH?
2) ¿Pablo???????
3) ¡¡¡!!!!

PD: La canción en el multimedia es mi canción favorita en el mundo.

-Youngbird93🌻🌻🌻

Pablo y Adela [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora