Una propuesta de matrimonio
Una promesa de amor eterno...
Una confesión que cambió todo..
Aquellas palabras que no debieron decirse en voz alta....
Un rechazo a una luz que le cambiaría la vida
Un corazón destrozado.... Y uno desbocado
Un amor que...
Despierto mirando por todos lados y me encuentro sola en esta inmensa cama. Christian tuvo que salir temprano a un desayuno de negocios y me he quedado sola en este apartamento. Me levanto y camino hacia la cocina para prepararme una taza de Té. Después de desayunar, me dirijo a la habitación para darme una ducha, me busco un pantalón de lino azul y una blusa del mismo color y unas sandalias blancas sin tacón y un poco de maquillaje y estoy lista para esperar a Taylor para llevarme dónde está Christian. Después de media hora de camino me encuentro a mi Dios Griego recostado del coche esperándome con una hermosa sonrisa al verme acercándome donde se encuentra.
- Estas preciosa, nena. Dice besando mis labios.
- Usted no se queda atrás. Digo con voz coqueta.
Estamos caminando por el Central Park agarrados de la mano disfrutando del hermoso día y la fresca brisa de finales de Agosto. Vemos nos niños jugando con sus padres y sonreímos al saber que en unos meses nosotros tendremos a nuestro Bip con nosotros.
Paseamos por el puente, nos quedamos contemplando a las parejas en la lanchas en un momento tan romántico que los envuelven a los en una burbuja de amor. Hablamos de las cosas que nos gustaría compartir juntos y con nuestro pequeño. Almorzamos en un acogedor restaurante en los alrededores y seguimos nuestro recorrido.
Christian se desconecto de todo lo relacionado del mundo de las fusiones y adquisiciones y se concentró en disfrutar nuestro nuestro paseo. Aunque puedo decir que no del todo, nuestros pasos fueron observados con una distancia prudente por Taylor, Luke y Ryan. Miro a mi alrededor puedo ver a las familias disfrutar en el césped, leyendo un buen libro o conversando animados, andando en bicicletas y disfrutando de la vegetación y sobretodo de la tranquilidad que solo pueden ofrecer nuestros seres queridos.
Me abrazo a su fuerte pecho sintiéndome protegida en él. Observo una pequeña ardilla en un árbol corriendo por las ramas. Llegamos donde donde se está presentando un una exhibición de veleros a control remoto y mis ojos viajan a su rostro, el cual no cabe de felicidad al ver a Christian Grey, como cualquier joven con ningún tipo de preocupaciones admirando los bellos verlos que se desplazaban por el agua y puedo decir que, en su rostro veo la ilusión de un niño deslumbrado por el más impresionante espectáculo.
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- Te apasionan todos los juegos que son para niños. Digo riendo en su pecho.
- En eso tiene razón mi querida, señorita Steele, pero me gusta más los juegos que puedo hacer cuando estamos encerrados en habitación. Responde hundiendo su nariz en mi cabellos. Me sonrojo por sus palabras.
- Señor Grey, sé que siempre estaré en desventajas en estos tipos de juegos con usted. Recuerde que no estamos solos y esos temas no se pueden hablar en cualquier lugar. Le reprendo. Siento mis sexo humedecerse al escuchar su ronca voz.
- Anastasia, no he dicho nada que no sea cierto y podemos ir a mostraste mi teoría tan pronto compremos algo para nuestro hijo. Dice, encaminándonos a la salida para tomar el coche.
