Veintidós

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Yo no estaba bien, de eso estaba segura. Quizás los tragos me hacían decir cosas que nunca había dicho, pero yo no podía decir que no lo sentía porque todo lo que decía era cierto; tal vez el dicho ese en que los borrachos y los niños dicen la verdad siempre, tenía sentido de todas maneras. 

Harry me miró aterrorizado, aunque el sentimiento pasó por sus ojos durante unos segundos, los suficientes para hacerme ver que no había sido buena idea decirle lo que le dije, pero ya estaba hecho y no podía arrepentirme. 

Me quedé observándolo, viendo como había pasado de estar sereno a que todas sus facciones se tensaran. Pasó una mano por su cabello, desesperado y miró hacia delante, como buscando una respuesta entre las olas. Suspiró y colocó su mano a un costado de su cuerpo y se tranquilizó. 

— Bien —dijo con la voz agria, volteó la cara hacia el mar frente a nosotros. Abrí mis ojos sorprendida y me pregunté como es que podía ser tan insensible.

— ¿Escuchaste lo que dije, Harry? ¿Acaso prestaste atención? ¿Cómo puedes estar tan tranquilo cuando dije lo que dije?

— Estándolo, porque sabía que te morías por mí. 

Odié la sonrisa que colocó en su cara, la odié tanto que no pensé cuando lo golpeé en la mejilla. Harry se colocó una mano sobre el golpe por instinto, pero aunque la sonrisa se había tensado, no se había borrado, lo que me provocó golpearlo una vez más, pero esta vez no se dejó y apretó mi mano con fuerza, acercándome a él. Pude ver la desesperación en sus ojos. 

Intenté golpearlo de nuevo, descargar mi rabia. ¿Por qué era tan estúpido? ¿Por qué se empecinaba en hacerme daño? Yo no había hecho nada para merecerlo, nunca, ¿por qué? Hacía un momento estábamos bien pero ahora... 

— No llores —susurró suavemente contra mis labios. 

¿Que no llorara? ¿Acaso era un maldito psicópata? Decía cosas para hacerme daño y después pretendía que fuera fuerte. ¿Qué diablos? Forcejeé contra él, pero no me quería soltar. Solo me apretaba a él, me miraba a los ojos, pero yo no podía tranquilizarme. ¡Estaba harta!

— Llévame a casa —dije cansada. 

— Carly...

Cuando sentí que las lágrimas estuvieron a punto de salir, me aclaré la voz y dije:

— Llévame a casa. No voy a luchar contra tus miedos de nuevo, Harry.

Se quedó mirándome por un rato y luego me soltó, tuve que obligarme a caminar. Me sentía derrotada, humillada y perdida de nuevo, pero sería la última vez que lo hiciera. 


La patrulla de la policía fuera de mi casa me sacó del ensimismamiento. Tomé el celular de mi bolsillo como por instinto. Harry observó el movimiento, pero no dijo nada. Tenía cientos de llamadas perdidas y mensajes, me pasé una mano por la cara y vi la hora: las doce y media de la madrugada.

Nadie sabía de mí porque me había saltado todas las clases luego del receso, estaba en un grave problema. Bajé del auto en el que estaba Harry, casi corriendo, no me interesé en ver si se quedaría. Entré a la casa y vi a mi mamá desesperada, siendo abrazaba por mi padre y diciéndoles unas informaciones a los policías. Además de Teresa, Luke, Maite y Liam. Nadie se percató de mi llegada, excepto los policías en la entrada. 

Me aclaré la voz y todos voltearon a verme. Sus miradas pasaron de sorpresa, a la consternación y luego a la profunda molestia. 

— ¿Es esta Carly, señora?

— Sí —contestó mamá y los policías suspiraron. El hombre evitó decir algo aunque supuse que por su mente pasaban una serie de insultos—. Si vas a salir con tu novio, muchacha, deberías de avisarle a tu mamá primero para que no nos hagas perder el tiempo —abrí mis ojos sorprendida y alguien soltó una risita mordaz. Me fijé que Harry estaba parado detrás de mí y al ver mi mirada, dejó de reír. 

Mi perdición | Harry Styles | COMPLETA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora