Veintiuno

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Y las únicas palabras que diré en este día son: amé escribir este capítulo por la intensidad del drama. (Tienen que saber que soy bastante drámatica) Espero que lo amen como yo. 


Harry evitó tocarme o mirarme de camino a casa. No sé qué tanto me había alejado de casa porque pasábamos frente a Palm Beach, o eso creía. Sé que el olor del mar me pegaba fuerte. Mis manos seguían temblando y no me había detenido a pensar en lo que había pasado. En parte, porque no me quería hacer ilusiones y en parte porque ya las tenía hechas. 

Los brazos de Harry lucían tensos, al igual que sus facciones. Apretaba el volante con fuerza, tanta que sus nudillos se le ponían blancos. Tenía la mandíbula apretada y la mirada fija en el camino. Me dio frío, de repente. 

— Harry... ¿qué te pasa? —él no dijo nada y apretó más el volante aún. Yo no sabía porqué estaba molesto pero de que quería saberlo, quería—. Harry.

Harry paró bruscamente a un lado de la carretera, frente al mar. No me había dado cuenta de que su respiración era agitada hasta que inspiró y expiró varias veces, tratando de calmarse. Puso el auto en parqueo para que no se fuera adelante y cruzó sus brazos detrás de su cabeza. No me miró, cerró los ojos y nos quedamos en ese espeso silencio.

No me había dado cuenta de lo tarde que era hasta que empecé a ver como el sol se escondía, a lo lejos. 

— Harry... —me pregunté si seguía vivo porque no daba señales de vida, pero aún respiraba, así que yo debía de estar tranquila. ¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Quedarme callada y seguir fingiendo que nada pasaba o seguir insistiendo para que me dijera algo? Afortunadamente, no tuve que hacer ninguna de las dos.

— ¿Sabes por qué no te he llevado a casa —me preguntó sin mirarme. El sonido de las olas llegaba desde lejos. Yo no respondí, aunque él no necesitó que lo hiciera para continuar—. Sé que soy egoísta y no me avergüenzo de ello, pero estar aquí contigo es lo más cerca a la paz de lo que jamás estaré.

Lo miré, él seguía con los ojos cerrados y con las manos detrás de su cabeza. No parecía querer verme por más tiempo.

— ¿Sabes qué es lo peor? —murmuró suavemente—. Creo que mañana te olvidarás de todo esto porque volveré a arruinarlo. Yo estoy lleno de mierda, Carly, tenlo por seguro. Así que tarde o temprano, mi mierda te va a alcanzar —esta vez me miró. Sus profundos ojos verdes intentaron transmitirme la preocupación que sentía—. No quiero hacerte daño porque cada vez que lloras... —no dijo nada. Volteó la cara y miró hacia afuera, a ningún punto en especifico. Nos quedamos en silencio de nuevo.

Tomé su mano, temblando y con miedo de que se alejara, pero él me dejó hacerlo. Entrelacé mis dedos con los suyos y él se quedó perdido, observando nuestra unión. Luego, me miró a los ojos y levantó la mano suavemente, como si yo fuera un animalito con miedo que se echaría a huir si llegaba a tocarme. Cuando sus manos estaban cerca de mi mejilla, la bajó. Sus ojos se oscurecieron y soltó mi mano, como si se hubiera molestado de nuevo, alejó sus ojos de mi visión y yo di un suspiro de frustración.

Cada vez que estábamos un paso más cerca, Harry hacía que nos alejáramos veinte. 

— Harry...

— No —masculló simplemente. 

Salió del auto vuelto una furia y comenzó a golpear la puerta, me asusté como la mierda, pero no porque él estuviera tan rabioso, sino porque podría hacerse daño. 

Estaba vuelto loco cuando yo salí, golpeaba una y otra vez la camioneta, sin importarle el propio dolor que se infringía en las manos. Estaba completamente rojo de la furia, lo que vi en sus ojos me asustó, pero no iba a dejarme vencer por el miedo que tenía. Me acerqué a él, colocando mis manos sobre sus hombros, pero él seguía golpeando una y otra vez la camioneta. 

— Harry, para, ya para —mis ojos se llenaron de lágrimas y la voz se me rompió cuando vi sus nudillos llenos de sangre. Le apreté los hombros, pero él no dejaba de hacer lo que hacía. Parecía poseído—. Por favor, Harry, por favor. Hazlo por mí, no te hagas daño —poco a poco bajó la intensidad de sus golpes. Empecé a voltearlo y él dejó que lo hiciera. Su mirada huía de la mía y yo tomé su barbilla e hice que me mirara a los ojos.

Ahí estaba, la misma mirada que hacía que mi corazón se congelara: era el miedo. Ese miedo que Harry había sentido durante toda su vida. 

— Dime qué pasa, Harry, dímelo. Prometo no hacer nada, prometo no decirle a nadie.

— ¿Qué me hace creer en ti? —gritó con furia, pero yo no me alejé. Sus ojos me demostraban la desesperación que sentía por sacar todo de su oscuro corazón—. Tú amas a tu estúpido amigo Liam, lo amas. ¿Qué me hace pensar que luego de toda la mierda que te diga no correrás a él? Dímelo! —me gritó, colocándome las manos sobre los hombros y zarandeándome. 

Dejé que las lágrimas corrieran. 

Dejé que los ojos de Harry se calmaran, que su respiración se normalizara, que la presión de sus manos sobre mis hombros disminuyera, que las olas continuaran su rumbo. Dejé que el cielo se oscureciera tanto que me era imposible observar nada más que sus ojos frente a mí y, por sobretodo, dejé ir todo lo de antes para congelarme en ese momento. 

Harry se alejó de mí y le dio un solo golpe a la camioneta. Caminó hasta situarse frente a las olas, lo seguí y me coloqué detrás de él. Todo lo demás que se escuchó fue el silencio de ambos y el sonido de las olas al romper. Yo no sabía dónde estaba, ni quería saberlo, solo quería resolver toda la maldita situación entre nosotros. 

— Tu vida es perfecta, Carly. Solo Dios sabe qué lo es —me dijo sin mirarme—. Tú tienes a tus padres, dos hermanos que te aman porque Dios sabe que Louis te ama demasiado. Una mejor amiga y un imbécil que crees que es tu mejor amigo, pero que quiere hacer lo imposible para colarse en tus bragas y sin embargo, lo amas como nadie en el mundo. Porque son perfectos el uno para el otro, dos malditos niños mimados que lo han tenido todo.

El dolor recorrió partes de mí que si menciono, no termino. Tuve que sostenerme para no caerme. 

— Tú que sabes.

— Solo lo sé, Carly, lo sé porque yo he vivido del otro lado. Del lado donde todo esta jodido. Donde en lo único que puedo refugiarme es en un maldito cigarrillo para no sentirme ahogado, aunque me mate. Del lado donde mis dos únicos amigos me encontraron en un bar, bebiendo como si fuera a morir. Del lado donde mis padres prefieren su trabajo que a mí, que no tengo hermanos y el que es como mi hermano mayor se fue lejos. Una parte para no matarme y la otra para tener una mejor vida cuando decidas irte con él —supe que hablaba de Louis cuando mi corazón me dio un vuelco—. Estoy completamente solo, recurro a la compañía patética de mujeres a las que no les importa perder la dignidad por una noche a mi lado y te juro que me estoy volviendo loco, Carly —Harry me miró y yo tragué en seco—. Tú no sabes ni una mierda de lo que es esta vida y pareces querer siempre estar cerca de mí, a pesar de que Dios sabe que hago toda esta clase de mierdas para alejarte.

No quería decir ni una sola palabra, Harry se quedó callado mirándome fijamente y luego de un tiempo volvió a mirar las olas como si encontrara la paz que necesitaba ahí.


—Si sabes que voy a hacerte daño de todas formas, ¿por qué sigues viniendo?

Me quedé en silencio por unos segundos, suspiré y di la vuelta. No sé lo que estaba haciendo ni hacia dónde me dirigía, pero necesitaba pensar, estar a solas por unos minutos. Caminé por la playa, alejándome de él. Me metí en mis pensamientos durante un largo tiempo.

Había encontrado una respuesta y en ese momento quise llegar corriendo para dársela. Tenía la respiración acelerada, probablemente por todo el camino que había recorrido, cuando me di cuenta de porqué siempre estaba tras de él. Él seguía mirando a las olas como perdido, sin decir ni una sola palabra.

—¿Alguna vez te has enamorado? —Fue lo único que se me ocurrió preguntar en ese momento.

Toda su atención recayó en mí pero no dijo nada en lo absoluto, así que tuve que ser acopio de toda la valentía que existía en mí para decirle lo siguiente:

—Mi problema es que estoy perdidamente enamorada de ti, es mi perdición.


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Editado. 9 de Agosto, 2020.

Mi perdición | Harry Styles | COMPLETA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora