¡Yo seré el presidente!

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Ed, Edd y Eddy son propiedad de Danny Antonucci.

Nathan Kedd Goldberg es propiedad de c2ndy2c1d.

Esta historia es mía para ustedes.

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Marie estaba en el techo de la escuela, tenía mucha privacidad, fumaba sus cigarrillos a escondidas y podía estar en paz, ser tan vulnerable como quisiera, llorar, reír, gritar... era como su lugar secreto, ya que nadie más subía a ese edificio, tenía una linda vista de la escuela. Ese día era perfecto para no entrar a clases.

Sus ojos se fijaron en Edd, el chico de gorra que tanto apreciaba, al que tanto hizo sufrir, pero no tanto como ella había sufrido, pero al final, no era culpa de Edd, de hecho no era culpa de nadie. El chico se encontraba justo debajo de ella, al parecer estaba mal, limpiaba sus ojos constantemente y aparentemente se escondía. Se animó a hablar con él, después de todo estaba en su lugar especial, ahí podría ser la verdadera Marie.

—¡OYE DOBLE D! – Le gritó, el chico alzó su vista, tapando el sol con su mano entrecerró sus azules ojos para reconocer la voz que lo llamaba desde lo alto.

—¿Ma...Marie?

—¿Por qué no subes? – El chico no contestó, se limitaba a mirar la puerta y luego a Marie otra vez. —Ven o bajaré y te traeré a la fuerza. ¡VAMOS!

—¡No me molestes! – Le contestó por fin. No de forma grosera, pero era obvio que algo le pasaba.

—¡No quiero molestarte bobo! ¡Quiero compañía!

—¡No lo sé Marie! – Dijo a punto de retirarse.

—¡Solo un momento! – Al ver que el chico se retiraba Marie se apresuró. —¡No te vayas Doble D! – Siguió caminando. —¡Por favor! – Ahora se detuvo en seco, Marie le pidió por favor que se quedara, sería descortés de su parte ignorar la petición de su amiga, aunque en ese momento Edd en verdad quería estar solo. Malditos principios morales.

Edd entró al edificio, al parecer lo usaban como una enorme bodega donde había mucho mobiliario en pésimo estado, algunos libros apilados llenos de polvo, escritorios, sillas y demás roto o podrido. Subió las escaleras hasta llegar a la puerta que daba acceso al techo, dudó en abrirla, pero que rayos, Marie de alguna forma lo convenció y no iba a dar un paso atrás. Giro la perilla y salió lentamente, realmente se sorprendió; había unas pequeñas bancas y unas simpáticas mesas, parecía un buen lugar para comer, hacer algunas tareas, o simplemente leer un poco.

—Que no te sorprenda, todos los techos tienen lo mismo. – Le dijo la chica como si leyera sus pensamientos.

—Yo, no lo sabía.

—Supongo que no sales de la biblioteca, pasas tus almuerzos en la cafetería y jamás te escondes de los profesores cuando te saltas las clases, bueno, si en otro universo lo hicieras tal vez te esconderías aquí.

—Afirmativo Marie, ignoraba que se pudiera pasar al techo excepto los conserjes para reparar el aire acondicionado o cambiar los tanques de agua.

—Los estudiantes no podemos subir a menos que tengas que hacer alguna investigación de astronomía. – Le dijo sonriendo.

—Oh... entonces ahora...

—Así es, estás violando una regla. – Dijo con una risa burlona. —¿Por qué no estás en clase por cierto?

Filofobia.Where stories live. Discover now