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A la mañana siguiente Jimin llegó temprano. Desde que conoció a JungKook siempre lo hacía, puesto a que realizaba una de sus travesuras favoritas. Fijándose que nadie más viniera por el pasillo metió dentro del casillero de su querido Kookie un papel color menta para luego esconderse tras una de las paredes.

Esperó un poco más de cinco minutos y vio finalmente al pelinegro asomarse por el pasillo. Sonrió al ver que abría su casillero y tomaba aquella nota, leyendola rápidamente. Como siempre, JungKook poseía una expresión desconcertante frente a sus notas y aquello lo volvía loco. Pero luego lo vio sonreír levemente, a veces le daba tantos deseos de salir y decirle que era él, a pesar de que ni lo conociera. De seguro se ganaría un buen golpe si se atrevía por lo que siempre resistía y se mantenía entre las sombras. A veces le agotaba ser sólo su "Admirador Secreto."

Luego, fue al salón de HoSeok, quería distraerse un rato antes de entrar a clases. Lo encontró sentado, mirando su celular tranquilamente. Río hacia sus adentros y se acercó a él de puntillas, colocándose detrás para husmear.

TaeHyung en toda la pantalla. Definitivamente su amigo tenía una leve obsesión por ese chico raro.

— ¿Lo acosas hasta por redes sociales? —. Le preguntó con una voz grave. El celular del mayor se escapó de sus manos y si no fuera por una rápida reacción del mismo hubiera caído al piso. — Que sucio, HoSeok.

— Serás desgraciado. —. Le insultó de vuelta, sobreviviendo a un mini paro cardíaco. Salió del perfil de Tae para guardar su celular. — Además no es acoso, tan sólo miro las fotos que él sube. Por lo menos no tengo fotos de mi amor platónico en mi móvil.

— So-solo lo hago para inspirarme en las notas.

— Te diré que sólo tengo cara de idiota, Jimin

— Vaya, por fin te das cuenta. —. Un golpe en el brazo por parte de su mejor amigo fue la respuesta.

Tocó la campana y el de cabellera anaranjada se despidió del mayor, revolviendole el cabello. Fue a su salón y pasó gran parte de la hora mirando por su celular fotos de su amado JungKookie. Es realmente hermoso, daria hasta un riñón para tenerlo de frente cada mañana y que le sonriera, dejándole en claro porque uno de sus apodos era conejo.

— Tae, no me jodas.

El mayor le miraba, realizando un pequeño puchero. JungKook gruñó, odiaba que TaeHyung usara métodos tiernos para conseguir lo que quería. No funcionan nunca, pero su insistencia hacía que terminara aceptando, como siempre. Era estresante ver al alien intentando ser adorable como alguna idol bonita, porque el resultado de su intento era horrendo.

— Kookie, por favor. —. Suplicó el mayor, usando un tono asquerosamente tierno. — Vamos por un pastelillo.

— ¿Tiene que ser ahora? La cafetería parece un zoológico, está repleta por donde camines. —. Volteó a mirarle, otra vez el maldito puchero. — ¿No puedes aguantar hasta el almuerzo?

— ¡No! —. Dios, la voz de bebé no. — ¡TaeTae quiere su pastelillo ahora!

JungKook se preguntó una vez más porque TaeHyung era su mejor amigo. Suspiró y asintió, no quedaba de otra. El mayor le jaló del brazo, lo que podía hacer un simple postre. Sólo se dejó llevar, bajando rápidamente las escaleras por la velocidad con el mayor caminaba, sentía que en cualquier momento iba a caerse.

El camino a la cafetería fue uno de los peores obstáculos. La gran mayoría de alumnos estaban paseando por allí o empujando para entrar y comprar algún bocadillo.

"Bienvenido a la selva, JungKook." Suspiró, avanzando entre la multitud.

El estómago de HoSeok gruñó, siguiendo el de NamJoon. Jimin y Jin tan sólo les quedó la opción de seguir al par de hambrientos a la cafetería, arriesgándose a morir asfixiados. Los cuatro amigos conversaban animadamente a pesar de tener diferencia de edad, aquí no aparecían los términos como "hyung" y "dongsaeng", la confianza era tal que podrían llamarse de mil maneras insultantes como si nada.

Que bella es la amistad.

El cuarteto se adentra a la cafetería, haciendo una larga cola para poder comprar algo, aunque sabían que no había mucho que escoger.

— Dios, muero de hambre. —. Se quejó NamJoon, avanzando lentamente en la fila.

— Eso te pasa por pedirme el sándwich tan temprano, hombre. —. Jin lo miró, cruzándose de brazos.

— Nadie en su sano juicio resistiría más de una hora sin probar alguno de tus sagrados sandwiches, Jin. —. Respondió HoSeok, escuchando claramente como sus tripas rogaban por algo de comida.

La fila avanzó poco a poco, ya llevaban más de cinco minutos allí esperando. Los únicos culpables eran los deliciosos pastelillos que la cocinera de la escuela preparaba con tanto amor y que a HoSeok le encantaban.

TaeHyung zarandea nervioso a su amigo, deseando mentalmente que la fila avanzara más rápido. JungKook solo miraba la larga fila, sintiéndose en el infierno. ¿Qué había hecho mal para merecer tal castigo? De seguro fue por no ayudar a su madre con las bolsas de las compras.

Los nervios y las ansias del mayor fueron tantos que terminó por empujar al pelinegro hacia adelante. Este casi cae al piso si no fuera porque se sujetó del cuerpo que tenía a algunos metros frente a él, prácticamente apoyándose.

— ¡¿Qué demonios?! —. La persona volteó, claramente sorprendida. JungKook subió la mirada, ahora sujetándose de la cintura del chico para no caer. Sonrió nervioso, mostrando sus blancos dientes.

Tu Admirador Secreto ; JiKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora