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Scarlet

La mañana del sábado, al despertar parecía que sería de lo más normal. Iríamos con la modista y luego a visitar a Emma.

Mamá seguía molesta conmigo, pero no podía estarlo durante mucho tiempo, yo era su única compañía.

Mientras tomábamos el desayuno en el jardín, íbamos por la segunda taza de té cuando Miles apareció en el umbral.

-Miladies... - anunció.-... Hay un arreglo de flores para la señorita, en el vestíbulo.

Mi madre inmediatamente dejó de comer, al igual que yo. No necesitamos más palabras, ambas salimos corriendo al vestíbulo.

En el cual nos encontramos a todas nuestras sirvientas rodeando emocionadas el hermoso arreglo de rosas exhibido en la mesa central.

Era enorme, bellísimo, las rosas eran de un rosado tan claro que casi se veía blanco. Mamá no evitó gritar emocionada mientras me instaba a leer la nota.

-Veamos... - dije mientras la abría. La caligrafía era clara, fluida y elegante. -... Señorita Scarborough: La inocencia de éste color no pudo más que recordarme la pureza de su mirada. La elegante forma de la rosa, me inspiró a pensar en su belleza... - las sirvientas suspiraron, al igual que mi madre.-... Milady me encantaría hacerle una visita ésta tarde...

-¿¡De quién es!? ¿Quién la manda? - interrumpió mi madre.

Leí el nombre y no podía creer lo que veía mis ojos.-... Lord... Lord Abercorn.

Mi madre me arrebató la nota y la leyó por si misma. Incrédula, tanto como yo misma.

- ¿Lord Abercorn? Tenía la esperanza de que fueran de Sallisburry. - dijo mi madre decepcionada.

-Madre olvida a Sallisburry, es odioso. - le dije. La verdad era que Victor de Sallisburry era apuesto pero en general un idiota. Y aún seguía sin entender el cambio de actitud de él hacia mi.

-¿Preferís a Abercorn? - me dijo escandalizada mi madre.

-Al menos tiene buena conversación. - le dije quitando le importancia.- Mamá... Él vendrá a hacerme un visita.

A ella pareció no importarle demasiado ese detalle. Pero a mi, por algún motivo sí me importó, de echo más de lo que me debió haber importado.

Le pedí a mi doncella que me vistiera con una traje especialmente bonito, color coral con una cinturilla azul cielo. Y mi cabello lo recogí sencillamente.

A las cinco de la tarde, Lord Abercorn llegó. Mi madre pareció tan sorprendida que hasta él se extrañó, tal vez simplemente lo olvidó pues no era lo que ella quería.

Sin embargo, como lo dictaba la norma, se quedó en el salón con nosotros.

Y mis primeras impresiones acerca de este caballero se confirmaron, al cabo de media hora ya tenía comiendo de su mano a mi madre, ella se comenzaba a comportar como una debutante.

Y en cuanto a mi, no podía estar más encantada con su plática. Ni mi padre se había interesado en mis opiniones de la manera en la que Lord Abercorn se interesaba. Me daba la confianza de desenterrar mis ideas y conocimientos sin importarme la presencia de mi madre.

A las siete llegó mi padre, y se sorprendió de ver a su amigo tranquilamente sentado a mi lado.

-¿Qué está sucediendo? - preguntó mi padre después de saludarnos.

Lord Abercorn se acercó a él. - Me alegra que hayas llegado Frédéric. Me temo que debo hablar contigo de urgencia.

-Por supuesto. - mi padre sonrió. - Hablemos en el despacho.

-Lady Coninham, señorita. - Abercorn nos reverenció, al igual que nosotras. - un placer, miladies.

Entonces se retiraron al despacho.

Mi madre no paró de hablar de lo maravilloso y carismático que a el marqués de Abercorn.

Papá no se presentó a la cena, de echo no lo vi hasta el desayuno del domingo.

Era de ley que los domingos toda la familia se reuniera para el desayuno y para luego ir a la iglesia.

Así que ese día veríamos a Emma con su esposo Robert, y sus hijos Suzanne y Carrick, a mi hermana Celine y su esposo Dorian, a Vivian y su marido el general Grace. Emilian no saldría al club de boxeo esa mañana, y mi padre tampoco iría al ministerio.

La reunió resultó de lo más divertida, mis hermanas emocionadas ante la idea de una boda con Sallisburry, y mi madre no paraba de hablar de Abercorn.

Mi padre se mostró algo extraño, no se reía y pareciera algo decaído.

Y cuando Vivian le preguntó que sucedía, él con un suspiro se levantó de su asiento.

-Familia... - dijo ceremonioso. -... El destino es impredecible en sus decisiones. Ayer, recibí la pregunta que pensé no llegaría nunca. Todos sabemos que nuestra pequeña Scarlet es encantadora, y ciertamente ha encantado a un caballero de buena cuna, el cual me pidió la mano de mi pequeñita en matrimonio.

Solo eso bastó para desatar las preguntas huracanadas de mis hermanas. Y mi total asombro.

¿Qué?
¿Quién?
¿cuándo?
¿tan rápido?

-¿Quién ha sido? De seguro fue Sallisburry. - exclamó mi madre.

Mi padre lucía desolado. E incluso antes de oírlo ya sabía la respuesta.

-Lord Abercorn. - dijo mi padre, aunque casi se oía como si dijera mi fecha de muerte. - le he dicho que sí y hemos pactado la boda para dentro de una semana.

Celine se alegró, o al menos eso fingió al igual que mi madre y Vivian, y empezaron a planear tan precipitado evento, pues yo sabía que aunque no estuvieran de acuerdo, lo planearían lo mejor posible y con entusiasmo pues me querían. Emma se me acercó discretamente y me dijo que después de misa, ella y yo tendríamos que hablar.

Al llegar a la parroquia nos encontramos con mi prometido, el cual pidió amablemente a mi padre el permiso para sentarse a mi lado.

Robert, Dorian, el general Grace y Emilian, malhumorados a mi alrededor protestaron. Ninguno de ellos estaba conforme con mi matrimonio.

El servicio pasó como en una bruma para mi. Nunca estuve acostumbrada a llamar la atención, pero a nadie ahí le pasó desapercibido el hecho de que Lord Abercorn se sentara a mi lado, y que fuera él el que me escoltara fuera una vez terminada la misa.

En el atrio, Lord Abercorn platicaba con Robert, y yo del brazo de mi prometido, al parecer trataba de congraciarse con mi familia. Cuando Lord Sallisburry se acercó.

-Señorita Scarborough que gusto. - dijo con desgana, como si en realidad no fuera lo que creía. Entonces miró a su padre y éste sonrió. Y comprendí todo, Sallisburry me hablaba solo porque su padre así lo quería.

Sonreí.

-Lord Sallisburry, ¿Conoce usted a mi cuñado? Robert de Pierce. - presenté. Y ambos se saludaron con un vago gesto de cabeza.-... A mi prometido lo recordará de la cena de ayer.

-Sallisburry. - saludó Abercorn.

-Abercorn... - dijo a su vez Sallisburry. -... ¿su prometido? No sabía milady.

-Sí, nos desposaremos el próximo viernes, y estaríamos encantados de que usted y vuestra familia asistieran. - invitó mi prometido.

Y Sallisburry sonrió.

-Por supuesto que asistiremos. En hora buena milady. - dijo el joven. - ahora si me disculpan.

Se retiró a hablar con otro joven Lord. Y de pronto mi familia se vio rodeada de todos los que querían saber de mi próxima boda.

La Madrastra (Saga Montgomery #1)Where stories live. Discover now