Consumirse en Llamas

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Heechul cerró la puerta del carruaje y sintió las piedras en el camino cuando éste comenzó el viaje de regreso, recargó su cabeza sobre el cristal y suspiró, era completamente cierto que no podía llevar el peso del mundo sobre los hombros, su mirada viajó por la tela azúl del interior, hasta que se topó con un lugar donde estaba rasgada, se quedó admirando aquello en silencio y sonrió ampliamente

Cerró los ojos agotado mentalmente y sin darse cuenta se durmió

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-¡Majestad!- gritó el hombre entrando apresurado al salón real, llamando así la atención del supremo que lo miró con curiosidad desde el imperioso trono de oro

Alzándo su voz magnífica por sobre el silencio, el hombre portador de la corona se dirigió al general con espada y armadura de piel -¿Qué sucede?- pronunció, apenas apretándo los reposa brazos con las fuertes manos que sostenían a un pueblo y las vidas en él, incluyendo la de su hijo único pues, al fallecer su amada esposa, era la último que le quedaba de ella, era su vivo retrato, con ojos grandes, naríz respingada y el cabello que parecía ser color cobre rojizo

El primer oficial inclinó la cabeza con sumo respeto a su Rey –han llegado tres hombres de Grecia, dicen venir en paz y con una propuesta de alianza para su majestad, uno de ellos es el hijo mayor de la Corona- dijo esperando órdenes, las relaciones con el reino de Grecia no eran muy gratas y, el hecho de que tres hombres de ésas tierras se presentaran significaba sólo dos cosas, paz o guerra

El Rey de cabello cano suspiró – ¿usted ve algo?- preguntó, dirigiéndose hacia la dulce mujer parada a lado del trono de su hijo

Ella sonrió gentil provocando las arrugas alrededor de su boca, y bajó su mirada al joven príncipe ahí sentado –no veo nada a lo que debamos temer Majestad, yo misma eh elegido al heredero de su corona y puedo decir con seguridad de no equivocarme que, ellos sólo vienen buscando el bien para ambos pueblos- contestó y acarició los cabellos rojizos con amor, recibiendo la mirada joven y soñadora, ambos se sonrieron mutuamente pues eran conocedores de lo que nadie más podía ver, el príncipe se removió apenas un poco nervioso por las visitas y desarrugó la toga dorada que lo cubría

-Bien- exhaló el Rey, dejadlos pasar

Y así se hizo, a los pocos minutos los tres hombres atravesaban las grandes puertas y otorgaban una reverencia

-¿Quiénes sois vosotros y cuál es el motivo de vuestra visita a Grecia y a mi palacio?- hizo eco la pregunta

Los tres se levantaron con elegancia y uno fue el primero en hablar, lucía una hermosa armadura de gladiador que portaba con distinción- Mi nombre es Lee Siwon, hijo primogénito de la corona en Grecia, me acompañan el embajador Cho Kyuhyun y nuestro primer oficial Yesung

El hombre en el trono iba a decir algunas palabras, pero se vió interrumpido por el embajador, éste llevaba ropas elegantes y destellaba cierta inteligencia por los ojos –Rey Kim, hemos venido a hablarle de paz, nuestros pueblos han estado en guerra por muchos años y ahora que el Rey Lee ah muerto- hizo una pausa- queremos extenderles las mano como amigos y aliados

-¿Y cuál es su propuesta de alianza?- surgió una nueva voz con bastante interés, apenas conteniendo la sonrisa

Siwon buscó con la vista al dueño de aquella voz, y con una afirmación firme dio la respuesta –matrimonio

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-¿Y por qué cree usted que es digno de mí?- lo cuestionó el bello chico de rasgos sutiles mientras se recargaba en la [1]balaustrada de piedra y, a sus espaldas se notaba el sol apenas comenzando su descenso tras las colinas lejanas, vio como el moreno sonreía mostrando aquél simpático hoyuelo y no pudo evitar suspirar para sí, lo había visto antes, si, pero ahora que podía tenerlo enfrente y sentir su fragancia no podía hacer más que reír de júbilo

Mi esclavo, Mi perdición [Eunhae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora