Di varias vueltas sobre la cama, buscando un buen lugar para poder dormir, Tom seguía cambiando los canales sin encontrar nada que ver.
--Oye... Ven acá.-lo escuche susurrar, después sentí sus manos a mi alrededor, que me obligaron a voltear, quedando frente a él, y subí mi cabeza en su pecho.
Estaba tan calientito, tan suave, tan cómodo, que no resistí abrazarlo, y apretar mi mejilla contra el.
--¿Mejor?-preguntó.
--Si...-susurre.
--¿Te sigue doliendo?
--Si, me duele mucho.
Su mano se fue a mi cabello para acariciarlo.
--Bueno... Por lo menos sabemos algo.
--¿Qué?-pregunté.
--Que no estás embarazada.-dijo, haciéndome reír, al igual que el.
--Eres un pendejo Tom.