Ella sin evitarlo soltó una lagrimas que bajaron por sus mejillas, se sintió bastante idiota al llorar por un chico como el, un chico que solo la usa, que constantemente la humilla. Pero ella ya se había resignado a que esa era su vida, que esa clase de chicos eran los que le gustaban.
Sin darse cuenta, un hombre llevaba persiguiéndola dos cuadras, apenas estaba anocheciendo así que no estaba tan oscuro, pero la mayoría de las personas ya estaban dentro de sus casas.
Cuando el hombre aceleró el paso. Ella se volteó para mirarlo, y se lleno de pánico, al recordar cómo describían a un ladrón de la zona, y comenzó a correr, correr como nunca en su vida mientras pedía perdón por las cosas malas que había hecho en su vida. Cruzó una calle, quedando en un callejón sin salida. Y se desesperó completamente cuando el hombre estaba a solo cinco pasos de ella, con la respiración acelerada y sacó un arma.
¿Por qué a mí? Pensaba la chica, llevándose las manos al rostro con terror, cuando sintió que dejaba el suelo, miro hacia bajo, aterrorizada al punto de temblar, y estaba sobre una especie de telaraña gigante.
Y justo de bajo de ella, lo que parecía un encapuchado peleando con el hombre que la había perseguido.
--¡Así no se trata a una chica!-dijo el joven vestido de rojo, mientras esquivaba los golpes del hombre, dando una patada que hizo que su arma saliera volando a otro lado.
Cuando el hombre se volteó para buscarla, lo atacó pegándolo a la pared con una de sus redes.
Escaló las paredes para acercarse lentamente a la chica horrorizada que lo miraba con temor.
--¿Estás bien?-le preguntó; acomodándose a su lado. Ella negó con la cabeza con los ojos llenos de lágrimas.
El abrió la boca para decir algo, pero rápidamente ella se colocó en su pecho aferrándose a él mientras dejaba escapar quejidos por su garganta.
--Gracias... Gracias.-susurraba con hilos de voz.
El, sorprendido, le devolvió el abrazo.
