Capítulo 22: Globos

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-Hola…

-Hola, Alex.

-¿Podemos hablar?- La muchacha de la trenza rubia observó como Rubén estaba pisando los metros que había de distancia entre la línea de la portería hasta la raya de los penaltis. Cuando él había salido fuera del terreno de la portería dio la media vuelta y miró a Alex directamente a los ojos.

-¿Ahora quieres hablar?- El chico de ojos color miel se acercó de nuevo a la portería y Alex le siguió.

-Yo nunca he dicho que quiera dejar de hablarte, Rubén.

-Lo sé. Me dijiste que no querías nada conmigo, y realmente no sé que es peor.- Rubén estaba mirando las líneas blancas que rodeaban la portería, pero Alex sentía como sí intentase evitarle la mirada más de cinco segundos.

-¿Estás diciendo que no quieres ni que seamos amigos?

-No lo sé.- Susurró el joven y comenzó a desplazarse hacia la derecha, pisando las nuevas líneas de los laterales. Alex presintió como sí alguien le golpeará en el rostro y la despertará de esa pesadilla. Pero ella seguía en ella, y Rubén cada vez se alejaba más de Alex. La muchacha de cabellos dorados avanzó hasta alcanzarle y cogió a Rubén por el brazo para voltearlo hacía su dirección.

-¿Cómo que no lo sabes? ¿Esto va en serio?

-Escucha, Alex… Te conozco. Sé cómo eres, y sé que todo lo que me dijiste lo hiciste para evitar que me hiciera ilusiones. Ilusiones sobre que yo podría sustituir a Gabriel y poderte hacer feliz. Sé que eso nunca ocurrirá, pero… es demasiado tarde ¿vale? Ya estoy enamorado de ti, y por más que me pidas que seamos amigos… no me veo capaz de hacerlo.

-¿Entonces esto es lo que quieres?- Alex percibió como sus ojos se hinchaban de lágrimas, pero se las tragó. La última vez que lloró fue cuando su hermano Ethan le gritó por todo lo que había hecho. Por lo idiota que había sido por fiarse de Gabriel, y no iba a volver a empezar a derramar lágrimas por un chico dos años más tarde. Ni ahora ni nunca.- ¿Ni siquiera quieres esperar… y ver sí podemos…?

-No.- La voz del chico fue lo suficiente clara para que Alex entendiera su decisión, pero a pesar de eso, no las tenía del todo claras de que las aceptase.- Si no me das ni siquiera una oportunidad para intentar hacerte feliz y al tío ese de tatuajes sí, no entiendo porque yo debería de darte la oportunidad de ser mi amiga.

-Gideon es uno más. Tú no.

-Pues que te vaya bien con el “uno más”. Siempre estaré esperándote, Alex, pero no me pidas que finja que no te amo, y que me hace feliz verte subida en las motos de esos tíos, porque ya no puedo hacerlo más.

-Rubén.- El chico se había dado la media vuelta, pero todavía no se había encaminado de nuevo hacía la portería. Estaba esperando a que Alex terminase su frase, que estaba seguro que sería una de sus otras frases que le romperían el corazón.- Lo siento… Lo siento mucho.- Y al darse la media vuelta para encontrar esos ojos azules, y de nuevo a esa chica que le había vuelto a pisotear el corazón, ya se había alejado de él hacía las gradas a un paso ligero.

-¡Oh, mira, Héctor! ¡Globos con formas!- El chico no pudo evitar soltar una carcajada al escuchar la emoción en la voz de esa muchacha de cabellos oscuros. Valeria se había puesto el chaleco de piel blanca y se había hecho de nuevo su coleta alta. Tenía las mejillas ligeramente enrojecidas y sus ojos brillaban con entusiasmo mientras observaba como un hombre le entregaba un globo con forma de perrito a una niña pequeña.- Mi hermano Félix me explicó que una vez fuimos todos a la feria de un pueblo cerca de Barcelona y había una parada repleta de globos cómo estos. Con dos años y ya estaba pidiendo un globo con forma de sirena. Me encantaba la película de “La Sirenita” y quería ese globo. Así que mi padre, a pesar de la bronca que luego le hecho mi madre, me compró ese globo.

Perdona pero, me he encaprichado de ti (Segunda Temporada de PPTVDM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora