Capítulo 4: Desconfianza

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-Café solo, zumo de naranja y un vaso fresquito de leche con cuatro cucharadas de azúcar. Disfrutadlo, chicas.- Las Diosas al Cubo sonrieron a Rubén y el chico se retiró de nuevo tras la barra para seguir repartiendo los cafés que iba preparando Valeria a las nueve menos veinte de la mañana.

Daniela cogió su taza de café y observó a sus amigas. Las dos se habían arreglado como cada mañana para venir a trabajar, pero sus caras marcaban una ligeras ojeras bajo sus ojos y no habían abierto mucho la boca durante todo el rato que llevaban allí sentadas. La única que había dicho algo era Daniela, comentando la actitud de los alumnos nuevos con ella y lo profesional y simpática que se veía la nueva profesora de historia.

-Bueno, vale ¿alguna de vosotros dos va a decirme que narices os pasa? Porqué sé que no tenéis perro, que sí no juraría que se os ha muerto.- Desiré y Diana pusieron sus ojos en blanco al mismo tiempo. Daniela y su boca bruta estaba presente de nuevo, lista para ayudar a sus amigas con una de sus terapias de psicología.- ¿Y bien?

-Adam.- Susurró Diana al darse cuenta que tanto Desiré y Daniela se habían puesto de acuerdo con sus miradas para empezar el interrogatorio con ella.- Me dijo que no en intentar tener un nuevo niño.

-Bueno, nena, no te preocupes.- Consoló Desiré a Diana. La chica de ojos verdes siempre se le habían dado mejor las palabras de confortación que a Daniela.- Espera un tiempo y vuélvelo a intentar.

-Adam llegó a los once de la noche.- Diana tenía los ojos clavados en su zumo de naranja que todavía no había tomado ni un pequeño sorbo.- No sé dónde estuvo.

-¿Se lo preguntaste?- Inquirió Daniela, sabiendo la respuesta antes que Diana negase con su cabeza.- Pues entonces no te pongas así de dramática. Félix a veces también llega tarde y es porqué ha podido coger atasco al salir del gimnasio. Y no es el fin del mundo.

-Él no venía del gimnasio y le había preparado una cena especial porque tanto él como yo sabíamos que esta noche íbamos a hablar sobre el tema del bebé.

-Ahora entiendo porque estás así.- Dijo Desiré mientras extendía su mano para acariciar la de Diana y dale un apretón para animarla.- Seguro que todo tiene una explicación, Diana. Adam te quiere con locura y sí viera como estás ahora seguro que se pondría fatal.

-No lo sé. Está mañana he madrugado para no toparme con él.

-¿De verdad?- Daniela abrió sus ojos al máximo.- Pues el pobre tiene que estar como un loco buscándote.

-No, no lo creo. Cuando me marché a dormir no vino detrás de mí. Tampoco quería que viniese, prefería estar sola, pero...

-Te hubiese gustado el detalle que te hubiera mostrado su preocupación ¿no?- Diana asintió a la pregunta de Desiré, y Daniela desprendió un soplido.

-Diana, que Adam no te haya agobiado para que habléis después de haberte dicho que no quería tener el bebé en estos momentos contigo y sabiendo que te había hecho daño, no significa que no se preocupe por ti. Simplemente que Adam no le gusta agobiarte.

-¿Y eso como lo sabes?

-Porque lo he visto cuidar a Félix en sus quimioterapias. Él y yo siempre hemos estado en todas y Félix a veces me pedía que me marchase porqué lo estaba agobiando. Entonces Adam me sacaba a fuera y me decía que aunque fuese complicado hay que dejar respirar a los demás. Por mucho que te preocupes y que quieras ser un especie de héroe que haga a todos sonreír y facilitar las cosas, tienes que dejarlo ir. Aunque hacer lo que Adam hace contigo se me hace imposible hacerlo yo con mi chico. Y eso no significa que él deje de preocuparse ni de ti ni de Félix cuando solo estaba a su lado, sentado en una silla y ayudándole cuando solamente Félix se lo pedía. Al igual que eso no representa que Adam deje de preocuparse por ti cuando te deja ir a dormir y hablar tranquilamente al día siguiente.

Perdona pero, me he encaprichado de ti (Segunda Temporada de PPTVDM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora