Capítulo 5: Mi pequeño vicio

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Cada día hablabamos más que el anterior, había creado un nuevo mundo que giraba entorno a Victoria, ella era el centro de mi mundo y yo giraba a su antojo, cada día pasaba un poquito más en ese mundo que en el planeta Tierra, y cuando no estaba en su mundo; soñaba con él, joder como la quería, como quería probar el sabor de esos cuidados labios de color no muy oscuro.
Llegó el sábado, día de la fiesta en la que la vería a ella, me levanté sin pensarmelo dos veces, la fiesta era a las 21:00 pero yo, a las 9:00 ya estaba preparado, todo el jodido día estuve esperando que llegara la hora.
-Riiing, sonó mi reloj de cuco, las 19:00, hora de distraer a la chica de la fiesta para que los compañeros prepararan la sorpresa; para distraerla, simplemente le hablé de Victoria, con eso me dió para unas dos horas, le hable de como me sentía de cuanto la podía llegar a querer, de que hacer en una supuesta cita que ibamos a tener, estaba muy confuso, mi corazón estaba vivo de nuevo, había brotado en mí una enfermedad llamada euforia, joder por fuera estaba más feliz que una perdiz, pero por dentro me estaba cagando de miedo, que iba a hacer, y si no me quería, mientras mis pensamientos fluían por mi mente y se resbalaban hacia el exterior por mi garganta, pasaba lentamente pero cautelosamente el tiempo.
Al fin, las 21:00, le dije a mi amiga si podía ir un momento a su casa, que me encontraba mal, me contesto que por supuesto, al llegar y abrir su puerta, sonó un chirrido, estaba un poco vieja, nada más terminar de abrir la puerta se encontró con unos pares de docenas de personas gritando sorpresa, bueno o eso creo, en mí interior no escuchaba nada más que mis latidos, pum pum pum pum... yo estaba mirando a todos lados, en busca de una señal de Victoria, unos ojos azul electrico, unas curvas más perfectas que las dunas del Sahara, algo, pero no la veía.
Derrepente mi vista divisó algo, ahí estaba, mi nuevo vicio, me enganchaba más que el tabaco a cualquier otra persona, derrepente noté como poco a poco rápidamente se me aceleraba el pulso, a este le seguía el corazón cortando así la respiración, comenzamos a hablar, todo perfecto, derrepente nuestros dedos se entrelazaron, y ambos levantamos la vista, permitiendonos así vernos las facciones de la cara, que guapa estaba aquella noche, esbocé una leve sonrisa y cambié de tema rápido, pasó la noche, la de locuras que hicimos que hasta nos bañamos en una piscina a las 23:00, compartimos toalla, y después me fui a por mi camiseta, al volver la ví sola en la terraza, me relajé, respiré hondo y fui a hablar con ella.
- ¿Qué miras? Le dije
- Lo loca que está la gente me respondió.
Miles de pensamientos pasaron por mi mente, pero no me aguantaba más, necesitaba probar el sabor de sus labios, la miré una ultima vez, estaba envuelta en una preciosa sudadera coloe granate, ligeramente humedecida por su fría piel, puesto que se acababa de bañar, su pelo color cacao, brillaba ante la luz de la imponente luna, entrelacé sus dedos con los míos, y le dije:
-¿Te puedo hacer una pregunta un tanto extraña?
-Claro -me contestó
-¿Te puedo besar? El tiempo se paró, que acababa de hacer,comencé a dudar, ¿era esa la pregunta correcta? No sé, mi corazón palpitaba mas deprisa que un Ferrari, mi mente estaba apunto de explotar, el demonio de mi interior llamado amor me acababa de poseer al completo, noté como sus pómulos se ponían de un color mas sonrosado, comenzó a abrir su boca.
-Sí... -me contestó.

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