#46

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Al principio no reacciono. Veo cómo el monitor de los chicos se cansa de recibir excusas por parte de Stiles, así que se hace a un lado para que le acompañe a algún sitio. El despacho del señor Riggs, supongo. Sin más opción que hacerle caso, Stiles camina detrás de él hasta que desaparece de mi vista, aunque estoy segura de que hay un momento en que me mira fugazmente con expresión de desconcierto. A diferencia de mí, él no sabe cómo ha aparecido la llave entre sus cosas.

Cuando ya no está a la vista, me doy cuenta de que Malia me está hablando.

-Lydia, ¿qué pasa? -me pregunta a la vez que me sacude para que reaccione-. ¿Por qué tiene Stiles la llave de Riggs?

La agitación y el nerviosismo de Malia me hacen volver a la realidad.

-¿Qué? ¡No! Mals, él no la ha robado, lo prometo.

-Ya sé que él no la ha robado. -Malia me mira como si tuviera que hacer razonar a un niño-. Lo que quiero saber es por qué ha aparecido la llave en su cabaña. Tu cara de terror me dice que tienes una idea.

Asiento unas cuantas veces, ordenando las ideas en mi cabeza.

-Ha sido Cora, estoy segura -confieso de modo que solo ella pueda oírme. Acusar a alguien sin más pruebas que una corazonada no es fuente de fiabilidad-. Tiene que haber entrado en el despacho del señor Riggs para mover algunas cosas de sitio y luego robar la llave, que habrá escondido a hurtadillas entre las cosas de Stiles cuando no había nadie en las cabañas. Esta mañana, quizás, mientras estábamos en las actividades.

-Esa perra... -Malia aprieta los dientes para no soltar algo peor.

-Lo van a echar del campamento por esto -sigo, esta vez más bien para mí-. Ya estaba en el punto de mira desde el año pasado, y ahora todavía más con el regreso de Cora. Pero esto... esto no se lo van a perdonar, Mals, es la gota que colma el vaso.

De repente, empiezo a quedarme sin respiración. Siento que se me encoge la garganta y cada vez me es más difícil inhalar aire. Quiero gritar, pero no puedo, no me sale. Me llevo una mano al pecho, como si así pudiera canalizar el poco aire que me mantiene en pie.

Entonces me doy cuenta de que está pasando todo en mi imaginación: puedo respirar, es solo que mi mente no me deja procesarlo. A la vez que comprendo esto, sé lo que tengo que hacer para arreglar lo que está pasando. Es arriesgado, pero por lo menos debo intentarlo.

Ni siquiera le digo nada a Malia, porque antes de darme cuenta he puesto rumbo al la oficina del director. Intento ensayar unas palabras, lo que sea que no me deje en mal lugar cuando llegue, pero por más que me esfuerzo nada me sale. En fin, habrá que improvisar.

Llego con las manos vacías, al igual que mi mente, pero unas voces discutiendo al otro lado de la puerta me hacen pararme unos segundos para sopesar qué hacer a continuación.

-Tenía que haber sabido que la tenías tú, Stiles. -El señor Riggs parece desesperado, y eso que no llevarán aquí más de dos minutos-. De alguna manera, siempre estás en medio de todos los conflictos. Sabes lo que implica esta falta, ¿no es así?

-Ya le he dicho que yo no tengo nada que ver con esa maldita llave -se defiende Stiles. Suena más calmado que Riggs, pero quien lo conozca bien podría notar cómo le tiembla la voz mínimamente-. No sé de qué es, ni mucho menos cómo ha llegado a mi cabaña. Alguien la tiene que haber puesto ahí para tenderme una trampa.

Por un momento, temo que el nombre de Cora aparezca en la conversación. No sería buena idea mencionarla, pues Riggs no parece muy dispuesto a ceder en estos momentos, así que pensaría que Stiles solo está buscando más excusas.

This is our summer || Stydia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora