#27

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El horno empieza a calentarse nada más darle al botón de subir la temperatura, y yo dejo la bandeja con mi lasaña sobre la encimera de madera que tengo más cerca. Hasta que el resto de mis compañeros no termine de preparar sus platos, no podemos meterlos en el horno. Me vuelvo a mi sitio y empiezo a recoger cuando la profesora llama mi atención.

-Lydia, ¿me harías el favor de ir a la cocina del campamento y traerme tres paquetes de chocolate en polvo? -me pide la mujer, y yo asiento. -Se me han olvidado esta mañana y quiero hacer tarta de chocolate con los pequeños en la siguiente clase.

Ya estoy en la puerta, dispuesta a salir, cuando algo -más bien alguien- me detiene.

-La acompañaré -dice Stiles sin perder tiempo.

Tan rápidamente como ha hablado, corre hasta mí y me da unos tequecitos con las manos para apresurarme y salir por la puerta antes de que la profesora pueda decir que no.

-¿Qué haces? -le pregunto a Stiles alzando una ceja en cuanto la puerta se cierra y ya nadie nos puede ver. -¿Crees que no soy capaz de traer tres paquetes de chocolate yo sola?

-No estoy muy seguro -bromea él. -En cualquier caso, ¿me estás diciendo que no quieres que te acompañe?

Stiles y yo estamos parados frente a frente. Él es por lo menos una cabeza y media más alto que yo, así que se puede decir que mira ligeramente hacia abajo para poder conectar su mirada con la mía. Me sonríe con suficiencia, pero no de la misma forma en que me sonreía a principios de campamento, sino como sonríe alguien que está esperando una respuesta que ya sabe. Claro que quiero que me acompañe. En realidad, me moriría de vergüenza si Stiles supiera lo que pasa por mi mente de las cosas que quiero que haga. Inclino la cabeza hacia un lado y entrecierro los ojos antes de contestar.

-Puedes hacer lo que quieras -respondo al final. -Pero vamos ya o se nos hará tarde.

Me doy la vuelta y empiezo a andar delante de él, dejándole claro que si quiere seguirme, lo haga ya. En seguida escucho sus ligeros pasos detrás de mí y me sale una inevitable sonrisa en el rostro. Esta situación me recuerda a los primeros días; cuando nos divertíamos haciéndonos enfadar el uno al otro.

-¿No vas a hablarme, cielo? -me pregunta Stiles desde detrás. En su tono puedo apreciar un toque de diversión.

Me dentengo en seco y me giro para clavar mis ojos en los suyos. Stiles también se queda quieto en un principio, pero al cabo de unos segundos da un paso hacia mí, tan lento como si tuviera miedo de que el suelo se rompiera bajo sus pies. No sé por qué, pero toda esta situación me divierte.

Me encojo de hombros como única respuesta, sin dejar de mirarle.

-Está bien -añade Stiles. -Si no vas a dirigirme la palabra, ¿puedo al menos besarte?

No hace falta que diga más para que note el calor inundar mi cara. Quiero seguir con el juego de hacerme la dura frente a él y decirle que no, pero no encuentro la fuerza dentro de mí para hacerlo. En vez de eso, vuelvo a encogerme de hombros, apretando los labios y escondiendo el rubor de mis mejillas tras los mechones de pelo que me caen cuando miro mis pies.

Stiles termina por salvar toda distancia entre nosotros y toma mi rostro entre sus manos, apartando mi mirada de nuestros pies, que ahora se rozan. En seguida siento cómo mi corazón se acelera y solo espero que no se demore mucho en besarme porque puede que mis rodillas fallen antes de que nuestros labios se toquen y caiga al suelo. Sin embargo, no lo hacen. A pesar de que Stiles se toma su tiempo en acercarse, yo consigo mantenerme en pie sin poder apartar la vista de sus labios entreabiertos.

Cuando, gracias a Dios, nuestros labios se chocan, es como si perdiera el control de mi propio corazón. Siento los rápidos latidos en mi pecho, pero también en las sienes, en el estómago, y en la punta de los dedos. Como si no fuera suficiente con eso, noto que Stiles sonríe en el beso, lo que solo consigue que la nube en la que me encuentro vuele todavía más alto, alejándome del suelo. Definitivamente, sus besos son como tocar el cielo, y cuando nos separamos es cuando vuelvo a pisar tierra firme.

This is our summer || Stydia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora