#16

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El profesor Lee nos echa una mirada recriminatoria cuando Stiles y yo entramos en la clase, pero no comenta el hecho de que llegamos más de veinte minutos tarde. Al menos yo, puesto que Stiles me ha explicado que se ha excusado para salir a buscarme cuando ha visto que no iba a aparecer por clase.

Las demás parejas interrumpen el tango y también nos miran, lo que solo provoca que yo me muera de vergüenza -para variar- y baje la vista para no tener que enfrentarme con la mirada de nadie. Estamos de pie junto a la puerta, que se acaba de cerrar de un golpe tras nosotros, y yo solo quiero dejar de ser el centro de atención. Ya tengo el corazón lo suficientemente acelerado por la conversación que acabo de tener con Stiles como para que ahora se añada esto.

Entonces, de repente, Stiles entrelaza sus dedos con los míos, disimuladamente, y se coloca delante de mí para tirar de mi brazo y arrastrarme hacia un lado de la pista de baile. Me pongo colorada con solo saber que su mano está rozando la mía. Y no es como si nunca antes nos hubiéramos tocado, pero venimos de "hacer las paces", así que es la primera vez que lo hacemos sin mala intención. Porque no, nuestro casi beso de anoche no lo cuento: he decidido olvidarlo, borrarlo de mi mente como si nunca hubiera pasado. Al fin y al cabo, no hubo beso. No sé qué pasó en aquel momento, pero hay que correr un tupido velo sobre ello.

Stiles se detiene cuando estamos en nuestro sitio y se pone frente a mí. Yo simplemente tengo la vista fija en nuestros pies porque todavía no me atrevo a mirar alrededor. Solo la alzo cuando Stiles pasa sus dedos por debajo de mi barbilla y me obliga a conectar nuestras miradas. Siento una especie de corriente eléctrica no solo cuando su tacto me hace cosquillas y me eriza los pelos de la nuca, sino cuando sus ojos color miel me observan como si me estuvieran dando la bienvenida a su hogar.

-Olvídate de los demás -me dice Stiles. -Vamos a bailar.

Sin más, lleva sus manos a sus respectivas posiciones en mi cintura y en mi mano y empieza a moverse al ritmo de la música que no ha dejado de sonar desde que hemos entrado. Al principio parezco de nuevo la torpe Lydia que no sabía ni cómo mover la cintura sin parecer una antena parabólica, pero poco a poco y con la ayuda de Stiles, recupero lo que he aprendido de tango durante esta primera semana. Él me sonríe cuando se da cuenta de que no somos tan mala combinación bailando.

-Nada mal, cielo, nada mal -me susurra Stiles entre risas.

Le fulmino con la mirada al escuchar el apodo con el que prácticamente me ha bautizado, pero no le contesto. Nada de discutir, Lydia. En cambio, le doy un golpe en el hombro, a lo que él se queja falsamente dolorido.

Un rato más tarde, el señor Lee apaga la música y nos manda parar a todos. Da unas palmadas para que nos acerquemos a su alrededor y le prestemos atención.

-Sé que quedan veinte minutos de clase -dice, -pero hoy quiero acabar de una forma un poco diferente. Como tenemos un mes para ensayar y veo que habéis progresado todos bastante con el baile, nos podemos tomar el resto de la hora para hacer un ejercicio de relajación. No hace falta que ensayéis más por hoy.

Miro a mis compañeros confundida para buscar la misma expresión perdida en sus rostros, aunque no la encuentro en nadie más que en Stiles. Malia me dice con gestos que luego quiere hablar conmigo, así que yo asiento en su dirección para confirmárselo.

-Con vuestras respectivas parejas de baile -sigue explicando el profesor, -trabajaréis la expresión corporal. Es más bien una actividad de relajación activa-pasiva, a través del otro. Uno de los dos se tumbará en el suelo con los ojos cerrados y quedará en manos de la otra persona, que deberá mover sus partes del cuerpo con suavidad para que la persona en cuestión pueda llegar a relajarse. En diez minutos haremos un cambio y el que estaba tumbado será el que tome el control y viceversa. ¿Entendido?

This is our summer || Stydia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora