Capítulo 15

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ADRIA

Creo que algunas veces es exasperante tener amigas. Marisol me convenció para ir con ella a una fiesta en el centro de la ciudad; debo decir que solo acepté porque se supone que esta sea la noche de la declaración de Santiago. No sé si nos estamos colando o no. Solo sé que es sábado en la noche y estoy en una fiesta a las ocho en punto en un jardín muy lindo. Seré la chica que se sentará en la esquina esperando que todo mundo se canse y vuelva a casa o en todo caso, prometí que sería la fotógrafa así que tal vez tome una que otra fotografía de la guapa pareja.

Esta semana ha sido una de las peores del año. Elliot me habla y yo hago lo mismo, pero todo siempre está rodeado de una distante educación. Pasé toda la semana en el mismo lugar en la biblioteca esperando que él llegará y habláramos de esto, pero él nunca lo hizo. Me dije a mí misma que el resto de la semana la pasé en el mismo lugar porque allí es donde normalmente hago tareas, no porque estuviera esperándolo. Y ayer... ayer fue el peor día. Juntos en un coche hablando sobre el clima, las tareas y hasta del café; pero nunca mencionando nada sobre la incomodidad. Tal vez tengo unos diez mensajes en mi bandeja de borradores del celular, le he escrito disculpas y luego le digo que esto no es solo mi culpa. Nunca los he enviado. El tiempo parece pasar rápido, tan rápido que no he tenido tiempo de pensar en Elliot. Bueno sí, pero no de la manera que quiero. Tengo que pensar y crear un plan para descubrir el pasado de Elliot y eso no va a ser nada fácil. No sé siquiera por dónde empezar ahora que ambos estamos por nuestro lado y no pensamos ceder.

Pero volviendo a la fiesta, el jardín es enorme. En la entrada hay dos hombres del doble o triple de mi tamaño cuidando que nadie se cuele en la fila. Por las carpas que hay alrededor se reflejan luces de todos colores. En una gran pancarta arriba, visible en todo el lugar, se lee: "Fiesta Universitaria, Casa Mayor". Afuera del edificio, hay una fila enorme de personas que esperan entrar y la música esta tan alta que la siento vibrar hasta en la punta de mis pies. Esto parece una discoteca, no un jardín de eventos.

—¡Hola! —grito cuando Marisol habla sobre mi espalda—. No quería asustarte. Perdón que te tuve que dejar sola, Santiago necesitaba ayuda con algo.

—¿Qué hacemos aquí? —señalo hacia el cartel. No es que nos hayamos vestido mal para la ocasión con un vestido casual rojo, y Marisol con uno negro—. ¿A Santiago lo invitaron?

—Algo así —se sienta junto a mí en la mesa—. Su hermano se gradúa de la universidad este año. Psicología si no estoy mal. Así que por eso estamos aquí.

—¿Vienes a conocer al hermano mayor? —Marisol se sonroja.

—No... hoy vinimos aquí para otra cosa.

—No me asustes.

—¡No seas exagerada! —se inclina un poco—. ¡Qué lindo collar!

Ruedo los ojos. —No seas tonta. Es el que me regalaste.

La pasamos hablando y cuando los invitados son más, la música sube de volumen y todos caminan hacia las diferentes pistas de baile. Estoy tentada de decirle a Marisol que puede irse y buscar a Santiago. Ha estado mordiéndose las uñas todo el rato y viendo alrededor.

Me inclino hacia ella. —¿Sabes...? Si no se te declara, él está mal.

Se ríe. —No es eso lo que me tiene nerviosa.

—¿Entonces?

Niega mientras se levanta y una canción popular suena en los altavoces haciendo que los que ya iban en camino a sus mesas regresen a la pista. —¡Vamos a bailar!

Bailamos varias canciones y aunque algunos chicos nos sacan a bailar negamos amablemente y seguimos bailando solas al extremo de la pista.

—¡Santi! —Marisol lanza un chillido en lo que se tira a los brazos de Santiago que está vestido de traje formal negro—. ¡Pensé que no ibas a regresar!

Una última vez (Reescribiendo)❌Where stories live. Discover now