Capítulo 10

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ADRIA

Miércoles. Ya debería de estar acostumbrada al horario pesado que me toca hoy. Pero ahora tengo que parpadear rápidamente para no quedarme dormida a pesar de que me gusta esta materia. —Es el sello personal de cada autor recrear a su manera el ambiente dentro de una obra literaria —la profesora Viviana habla mientras camina entre los escritorios del salón—. Este proyecto es simple. Buscar seis autores y escribir un ensayo crítico de cada autor en cuanto a técnica, recreación de ambiente y características literarias —eso es todo menos simple—. La fecha de entrega está pendiente, pero se los comunico para que vayan buscando a sus autores. No puede existir repeticiones, así que les recomiendo enviarme un listado de lo que trabajarán antes de alguien les gane sus autores —se para frente al escritorio al frente de todas. Hoy viste un pantalón de tela negro y una blusa blanca simple, pero ella lo hace lucir elegante—. ¿Dudas? Saben que me pueden buscar en el salón de profesores, o enviarme un correo. Yo contestaré.

—¿Y la entrega del trabajo será en físico o virtual? —escucho que alguien pregunta desde el fondo del salón.

—Normalmente les dijera que en físico. Pero ayudémonos entre todas a no llevar carga de más —ella se pasa una mano por la frente—. La entrega será virtual. Me la envían a mi correo. De paso ayudamos un poco al ambiente.

Ella gira para escribir más detalles sobre el trabajo. Tipo de letra, tamaño y márgenes.

—Casi no la reconozco ahora —susurra alguien—. En la fiesta apenas tenía cubierto lo importante.

—Se supone que ella pone el ejemplo, es profesora —dice alguien más.

—Pues yo seguiré su ejemplo la próxima vez que vaya a una fiesta.

Escucho risas y la profesora deja de escribir. —¿Sucede algo? —silencio—. Como dije, fecha de entrega pendiente. Aquí más detalles sobre el trabajo —señala a la pizarra—. Después les envío el resto de los aspectos a calificar y...

Se escucha el timbre.

Ella hace una mueca de molestia. —Eso es todo —ella señala hacia la puerta—. Feliz día, señoritas.

Devolvemos el saludo y nos preparamos para salir. Esta mañana ha sido eterna. Me muero de hambre. Si Marisol baja primero, tengo la esperanza de que compre algo para las dos y me ahorre hacer la enorme cola para comprar el almuerzo.

—Disculpe... señorita, Sotomayor —me giro para verla—. Quédese, por favor.

Dejo pasar a algunas compañeras hacia la puerta.

La última vez que me quedé con un profesor en el salón, fue con Elliot. Y tal vez en ese entonces no era agradable, pero ahora regresaría a ese momento. Todo menos enfrentarme a la mirada calculadora de la señorita Castellanos.

—¿En qué puedo ayudarla? —pregunto. No tengo problemas en su clase, así que el único motivo por el cual me tiene aquí es porque necesita ayuda en algo. O al menos eso es lo que creo.

—En realidad no es un favor lo que necesito —ella se cruza de brazos—. Solo quiero advertirle.

—¿Perdón?

—Disculpe, eso no sonó bien —sus ojos oscuros brillan con malicia—. Quiero guiarla, como es mi deber al ser su profesora.

—Aun no entiendo —¿a qué está jugando esta mujer?

—Cuando usted entró al colegio, supongo que le dieron una copia del reglamento, ¿no?

—Sí, pero...

Una última vez (Reescribiendo)❌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora