Capítulo 9

1.5K 96 11
                                    

ADRIA

Podría quedarme aquí, refugiándome en su pecho. Me ha dado más seguridad en un abrazo y una chaqueta, que lo que me ha dado alguien más en seis años. Mi garganta se siente seca y no he parado de temblar. No por el frío, sino porque sus manos están sobre mí, pero no me hacen querer correr. Siento el calor de su pecho en mi rostro y sus respiraciones han desacelerado. Cuando yo estaba llorando, su respiración era rápida y superficial, ahora es profunda, como si estuviera en sincronización con mía.

Quiero que esta noche sea eterna. Quiero quedarme aquí. No me ha alejado de él ahora que el llanto ha parado y solo estoy recostada sobre su pecho parpadeando lentamente hacia los edificios de la ciudad y el cableado eléctrico.

Pero mi felicidad no dura mucho. —¿Lista para regresar? —Elliot acaricia mi espalda lentamente, su voz es suave; como si alguien estuviera escuchando a nuestro lado y no quisiera compartir sus palabras—. Tu amiga debe de estar preocupada. Hemos estado aquí más de media hora —me alejo un poco y mi cara quema de vergüenza al ver la mancha de humedad que se extiende por su playera. Vaya que lloré mucho. Él debe adivinar mis pensamientos porque coloca sus manos en mis hombros en consuelo—. Esta noche no hay más espacio para la vergüenza y la pena, Adria.

Me limpio la cara. Ya he dejado de llorar, pero me aseguro de que no haya rastro de lágrimas en mis pestañas o mejillas.

—Lo siento por eso —le digo—. No quería llorar sobre ti.

—¿Para qué están los amigos? —se ríe—. Además, como si me gustó ser tu paño de lágrimas.

Me risa suena oxidada. —¿No me veo mal? ¿Se nota mucho que lloré? —él niega. Tomo una respiración profunda—. Tienes razón, debemos bajar —busco donde dejé tirados los tacones y los recojo—. Marisol tendrá un ataque cuando vea estos.

—¿Le contarás lo de hoy?

Niego. —Ella es sobreprotectora. No quiero preocuparla. Ella piensa que hay algo raro contigo.

Hace una mueca. —¿Algo raro? ¿Eso es bueno o malo? —camina hacia mí y le regreso su chaqueta. Él se la pone, pero aún puedo sentir su aroma en mí. La chaqueta oculta la parte mojada de su playera.

—Viniendo de Marisol, eso es malo.

—¿No le caigo bien, cierto?

Ahora soy yo la que hace una mueca. —Piensa que ocultas algo.

—¿No todos los hacemos?

—Supongo —tomo una respiración profunda y veo alrededor—. Entonces... ¿cómo hacemos esto? ¿Bajas primero o lo hago yo?

—Baja tú primero. Hay mucho frío aquí arriba. Yo bajaré después —asiento y giro para marcharme—. ¡Oye! —giro—. ¿Me das tu número?

—Elliot...

—¿Somos amigos, recuerdas? ¿Qué clase de amigos no tienen el celular del otro?

Se lo doy.

—Ahora ya puede marcharse, señorita Sotomayor —dice burlón.

Vacilo. —Gracias por todo. Significa mucho para mí. No tengo palabras suficientes para expresarlo. Me salvaste esta noche.

Sus ojos brillan con un sentimientos que no logro y no quiero identificar.

Sus ojos brillan con un sentimientos que no logro y no quiero identificar

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Una última vez (Reescribiendo)❌Where stories live. Discover now