Capítulo 10: Alya.

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Cuando la vi tirada en uno de mis sillones, descubrí que hacía ahí. Vino a dormir. ¿Cómo lo supe? Fácil, tenía su mochila de viajera, como ella la llamaba. Siempre la llevaba a donde sea que fuese a dormir. Según ella, ahí siempre estaba todo lo indispensable para poder conciliar el sueño y sin esas cosas, podría morir. Lo sé, ella era tan dramática. 

Sin duda en nuestro grupo Esmeralda era la que cuidaba nuestra popularidad, mientras que Karen se encargaba de agregarle drama a nuestra vida cotidiana, cosa que nos divertía muchísimo. ¿Y yo? Bueno, yo era la enamoradiza, la arriesgada, la imprudente. O como los demás me decían, la líder.


- Hola Karen.

- Hoda - me dijo con la boca llena de gomitas. - Hola - repitió luego de tragar. Y es que ella vivía comiendo - Vine a dormir - me dice sonriendo mientras sacude su mochila en mi cara. 

- No me digas

- ¿Y... qué vamos a comer? ¿Qué nos hizo mamá el día de hoy? - tanto ella como Esme le decían mamá a mi mamá, hacíamos eso con todos nuestros padres.  

- La verdad no me fije. 

- Pero es que vos como mensajera te morirías de hambre - me dijo al tiempo que caminaba a la cocina. Y yo me quedé ahí sentada donde antes estaba ella, a esperar la comida.


Una vez que estábamos todos comiendo y hablando de simpleces, como del clima, el trabajo de papá, y la escuela; Karen hizo cierto comentario, por el cuál casi me ahogo con mi bebida.

- ¿Les contó Alya que está enamorada de un profesor? - si lo sé, muchos la hubiesen matado por esa simple pregunta. Yo solo la miré con la mirada más asesina que pude tener

- ¿Ha sí? - Dijo mamá mirándome. - ¿Y es guapo? - sí lo se. No es lo primero que se le vendría a la mente a cualquier otro padre. Pero mis papás eran una especie de hippies liberales, solo que mucho mejor vestidos.

- Por supuesto que sí mamá - esa fue Karen respondiendo por mi - es muy guapo, y solo tiene 24 años imagínese. Cualquiera se enamoraría de él. Pero Alya está mandándole cartas y yo no logro hacerla entrar en razón de que ya no debe hacerlo - me guiño un ojo. La muy maldita me estaba tendiendo una trampa. - Pero eso es malo para ella y para él. Imagínese si algún directivo se entera de esto. Mejor no, no queremos imaginar que pasaría.

- Alya querida, vas a hacer meter en problemas a ese hombre - ese era papá - si quieres un novio, puedo presentarte a alguno de mis socios jóvenes - ¿No les digo yo? Ellos eran absolutamente flexibles conmigo. Hasta extremos vergonzosos. ¿Enserio papá? 

- ¿Enserio estás ofreciéndome buscarme un novio papá? - hice cara de disgusto ante esto - eso es raro. Deberías estarme castigando.

- Oh, no me había dado cuenta cariño. ¿Quieres, entonces, que te castigue? - y papá puso cara de pensativo durante unos largos segundos, él no tenía ni idea de como castigarme nunca lo había hecho antes. - no se que hacer. ¿Julia? - y le preguntó a mamá y ella le respondió levantando los hombros. 

Karen y yo reímos por eso. 

Ellos eran únicos. 

Y mi amiga también. Creo que ella tenía razón. Debería dejar de escribirle a Liam. Al menos hasta que ya no esté en el colegio. 


*Fin del Flashback*





Otro pequeño detalle es que tal vez tuve una segunda ayudita en darme cuenta de esto. 

Resulta que Daphne, una compañera que siempre me ha odiado, descubrió lo de las cartas y me hizo miles de amenazas. Le dije que me importaba bien poco lo que ella dijese de mí, pero luego lo amenazó a él. Y ahí fue cuando cedí, yo jamás podría hacer algo para perjudicarlo, porque lo cierto es que Liam no tiene la culpa de nada. Yo soy la obsesionada con este amor. Y lo más seguro es que yo solo sea algo de lo que él se burla cuando llega a casa; pero eso me da igual.

Detesto pensar así, pero las verdades mejor sean dichas.


Una semana después...



Viernes 01 de Diciembre de 2017:


Esta noche es la fiesta de graduación, y es por eso que me encuentro frente a mí espejo mirando una y mil veces mí reflejo.


¿Estoy nerviosa? Si, y mucho.

Decidí que hoy iba a ser el día. El día donde confiese mi amor.

Cada parte de mi tiembla.


Me pregunto...

¿Qué tan duro será el rechazo? Me permito pensarlo unos segundos más de lo necesario, y mi corazón duele.

Una lágrima traicionera se escapa de mi ojo, la borro enseguida con mi mano, no quiero arruinar mi delineado. Lo más probable es que ese temido rechazo sea lo que obtenga, pero no sería realmente yo misma si no lo intentara.


Sonrió para mí, tratando de infundirme ánimo.


Le guiño un ojo a la Alya que me mira a través del espejo, y doy media vuelta para ir a enfrentarme a mi destino.


Fiesta, tacones y amor. Allá voy.






Querido profesor: ...Where stories live. Discover now