La casita de paja

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Capítulo 2: La casita de paja.

"Cuando las tres casitas estuvieron terminadas, los cerditos cantaban y bailaban en la puerta, felices por haber acabado con el problema:

-¡No nos comerá el Lobo Feroz! ¡En casa no puede entrar el Lobo Feroz!

Entonces surgió de detrás de un árbol grande el lobo, rugiendo de hambre y gritando:

-Cerditos, ¡os voy a comer!

Cada uno se escondió en su casa, pensando que estaban a salvo, pero el Lobo Feroz se encaminó a la casita de paja del hermano pequeño y en la puerta aulló:

-¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré!

Y sopló con todas sus fuerzas: sopló y sopló y la casita de paja derribó."

- Los tres cerditos y el lobo.

Cuando despertaste tus manos estaban atadas, el aroma de algo extraño así como la suavidad del piso te hizo levantarte alerta, pero aquello no era suelo parecían cojines, cojines en asientos negros dentro de aquel confinamiento, que al parecer se movía, un cristal opaco te indicó que efectivamente aquello se movía, un bebé, el recuerdo fugas de ti junto a otro pequeño lavando un bebé color sangre paso tan rápidamente que lo desechaste de inmediato te levantaste solo para notar que tus manos estaban atadas, por suerte eran sogas, si esos cazadores creían que podrían detenerte con eso eran idiotas.

Tus dientes de inmediato procedieron a masticar aquellas cuerdas, tus muñecas pronto se vieron llenas de sangre y raspones en un intento de agilizar tu escape, cuando al fin estas cedieron, las marcas rojizas alrededor de estas te causaban dolor mas era un precio que podías pagar si con eso escapabas, observaste tu entorno buscando una salida, mas no parecía haberla, una manta azul colocada a un lado llamo tu atención, era totalmente suave y cálida, hundiste tu nariz en aquella sin poder evitarlo pero el olor a flores dulces te inundo de inmediato.

Artificial.

Malo.

Tus sentidos la desecharon de inmediato hasta el lado contrario fue ahí donde les vistes, alimento, tazones transparentes llenos de lo que parecían ser trozos de comida oscura, colores brillantes llamando tu atención de inmediato, por lo que acercándote con cuidado olfateaste suavemente, un dulce aroma te recibió más todo aquello podía ser una trampa por lo que aun cuando tu estomago rugía de hambre negaste alejándote de ellos, en tu mente te maldecías por no haber tomado un bocado de alguno de esos cazadores, su carne rancia al menos te darían fuerzas en este momento.

De pronto aquella prisión dejo de moverse, escuchaste mormullos fuera de estos gritos tal vez mas toda tu atención se centraba en aquella ventana desde la que podías observar el bosque, un frondoso bosque de verdes colores lleno de vida, el recuerdo lejano de una cabaña en las profundidades de un bosque parecido te llenaron de añoranza, de esperanza, algo que no habías sentido en mucho tiempo, si podías escapar, salir de ese lugar tal vez podrías regresar ahí, a tu hogar del cual fuiste arrancado con brutalidad.

Aquel cristal se interponía entre ti y un recuerdo lejano, mas darte por vencido nunca era una opción, te recostaste entonces sobre aquel asiento suave para levantar tus piernas y patear con fuerza, ellas eran fuertes el correr entre aquella maleza te había dado una habilidad inusual, una fortaleza única, un par de golpes después aquel cristal cedió rompiéndose en mil pedazos, nuevos ruidos se escucharon fuera de tu prisión, el sonido de armas seguramente preparándose para disparar más dardos te hicieron decidirte.

LOBO CARMESÍ (JAYLOS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora