La casita de paja

Start from the beginning
                                    

Saltaste con maestría por aquella ventana logrando salir, más en cuanto pisaste el suelo incorporándote para correr el llamado de tu nombre te hizo detenerte, un nombre que jamás creíste escuchar, un nombre que por años creíste olvidado.

Tu mirada entonces se posó en dirección del llamado a aquellos chicos rodeados por los cazadores que te habían atrapado, el miedo latía desde el interior de tu corazón, miraste a todos y a ninguno pues de inmediato te dejaste caer en cuatro para comenzar a correr ignorante del dolor en tus miembros, escuchaste tu nombre nuevamente llamándote detrás de ti junto a un montón de gritos, tu mirada se mantuvo siempre al frente negándote a mirar detrás de ti en dirección a aquellos que te cazaron, entonces algo te derribo, un cálido cuerpo cayó sobre ti, con tus heridas tu velocidad se redujo considerablemente, tanto que uno de ellos te había alcanzado.

Forcejeaste con fuerza gruñendo contra aquel que te daba vuelta mientras recibía un golpe de tu puño en su mandíbula, aquel rostro canela frunció el ceño ante ti, aquellos marones ojos te miraban con ira reprimida por tu ataque, pronto aquellos brazos fuertes te aprisionaron tras levantarte jalándote de regreso a donde los cazadores aun te apuntaban con sus armas, intentaste zafarte nuevamente pero aquel chico, porque si ahora lo notabas era un chico presiono con fuerza tus costillas haciéndote gemir de dolor, habías olvidado completamente a aquel cazador que apuñalaste porque este te había golpeado hasta romper una costilla.

Y aquel joven te llevo hasta estar frente de los demás, un cazador armado parecía querer arrebatarte de sus brazos pero la voz de otro de cabellos tan dorados como el sol le detuvieron, pero las armas nunca dejaron de empujarte tensándose de inmediato cuando al fin aquel cuerpo te soltó ya que habías dejado de luchar, ya que tus pies había tocado la tierra bajo tus pies.

- Lowell – ahí estaba otra vez, tu nombre de los labios de aquel chico de cabellos blancos, tu mirada confusa causo dolor en aquel pues aun cuando no le reconocías del todo algo en él te llamaba, algo en aquellos cabellos blancos, en aquella mirada chocolate salpicadas de pecas era completamente familiar – soy yo Carlos – volvió a hablarte nuevamente aquel niño mientras tu espalda aquel chico parecía alejarse pues notaba que no escaparías nuevamente – Carlos De Vil – y aquel apellido te recordó a aquel sujeto.

El rostro sonriente de aquella mujer inundo tu mente, la risa estridente que aquella noche resonó por la vieja casa te golpeo de pronto, tu conocías a ese niño, tu sabias de él y de su madre.

Cruella De Vil.

La ira dentro de ti regreso de golpe, la sed de sangre y venganza se bombeo en tu interior, sin pensar dos veces te abalanzaste sobre aquel tipo para sorpresa de todos, azotando su espalda contra el suelo desde los hombros, un gruñido amenazador emanó desde tu garganta y aquellos dientes de se abrieron dispuesto a cerrarse en su cuello para desgarrarla, todo tu cuerpo gritaba una sola cosa.

Matarle.

Matar a Carlos De Vil, devorar su carne fresca y bañarte con su sangre tibia, destruir al ser que arranco tu corazón.

Aquellos brazos nuevamente rodearon tu torso para alejarte de tu presa, más la adrenalina que corría en tu interior te dio nueva fuerza para empujarle y tratar de atacar nuevamente a aquel que con ayuda de otro joven se levantaba, una chica de cabellos morados parecía mirarte con fiereza interponiéndose entre tú y el.

Dos pequeños piquetes en tu espalda te detuvieron de inmediato, un tercero nublo tu vista, pero fue aquel cuarto que te derrumbo de inmediato el suelo parecía ser tu destino si no fuera por aquellos brazos que te sostuvieron con fuerza, fue entonces que aquel aroma te golpeo.

No era dulce, no era nada que hubieras olido antes y sin embargo era familiar, era seco como las arenas del desierto, picante y embriagador, olía bueno, a hogar, tan diferente y parecido a tu padre, el sueño te venció al fin, no sin antes hundir tu nariz en aquel cálido abrazo que te daba extrañamente seguridad, a casa.

LOBO CARMESÍ (JAYLOS)Where stories live. Discover now