CAPITULO XXI NUNCA OLVIDES DE DONDE VIENES PARA SABER A DONDE IR

437 15 0
                                    

Antonio se encontraba sumergido en sus cavilaciones, entre la ansiedad de la incertidumbre por no saber que le contestaría Leonor,  por momentos pensaba que lo más seguro es que le diría que no, claro él había enloquecido, solamente de considerar esa negativa se le encogía el corazón y la amenaza de las lágrimas aparecía en sus ojos.  Era absurdo podía ser su hija, además tendrían que irse muy lejos para huir del escándalo en el que se verían envueltos si decidían salir al mundo con su amor.  Amor, será posible que Leonor también lo siente, suficiente como para retar las normas sociales?  Tenía que esperar a que ella le diera una respuesta, además durante estos días parecía que Leonor se le estaba escondiendo, y las horas en que tenían que coincidir ella le negaba la mirada. La espera lo tenía abrumado, inquieto y muy nervioso.

Un fuerte golpe en la puerta le despertó de sus pensamientos, tanto que consiguió crisparle los nervios, más de lo que ya se encontraban. Por la puerta se deslizó la figura de un fantasma envuelto en un traje de novicia, claro esa horrenda figura que en varias ocasiones hasta el nombre se le olvidaba era la nueva joven que habían aceptado en el Carmelo, Adonay.

-      Buena tarde padre,  siento haberlo incomodado pero tiene usted una visita, dice que es urgente en relación a su familia en Salamanca.

Antonio se levantó de un golpe, era su ciudad de origen, y aquí nadie podía haberlo sabido, había perdido ese vestigio de su vida desde casi veinte años, desde… bueno que podría ser.

-      Cómo es la persona que me está buscando?

-      Es una dama, no me quiso dar su nombre, dice que no es importante, pero que le conviene muchísimo recibirla.

-      Bueno, qué más da, hazla pasar, alguna bobería será.

-      Claro Padre, con su permiso.

Volvió a sentarse, se había inquietado de una manera extraña, volvió un sentimiento que había olvidado desde que abandonó su tierra, miedo, y eso no era normal algo terrible tuvo que haber sucedido, será una de sus primas, o alguna amiga de madre, mientras daba vuelta en su pensamiento a esas posibilidades nuevamente se escucharon dos golpes suaves y educados en la muerta, y por el umbral cruzó una mujer.

Era joven, no debía tener más de treinta y cinco años, cuando menos ese aspecto era el que denotaba, su cabello era caoba y rizado por un mechón que salía de su pañuelo, lo llevaba atado y envuelto, un par de argollas en plata muy exuberantes pero que le lucían a la perfección, ojos profundos, de altura media, trigueña,  era sencillamente hermosa, y su sola presencia dejaba sin habla, la ropa que llevaba era simple, despedía un suave aroma a lavanda o flor de loto, no era fácil de saber.  Antonio se encontraba más que petrificado, a pesar de esa belleza, había sentido un terrible miedo, pánico, que le recorría la espalda y el cuello, el ambiente se tornó frio de manera repentina.

-      Buen día Padre Antonio, dijo la dama extendiendo su mano hacia él, los rasgos de dedos romanos eran notorios, y su forma de ir vestida, sus rasgos físicos, era una gitana.

-      Buen día señorita?? 

-      Mi nombre no es importante, el mensaje lo es.

-      Siéntese por favor, dígame en que le puedo ayudar

-      Trataré de ser breve, desde ese instante Antonio ya no podía siquiera moverse, mucho menos articular palabra solamente seguía sintiendo su pánico.

La gitana se levantó nuevamente por la ventana, y miró hacia el jardín, luego se dio la vuelta y regresó a sentarse.

EL ALMA QUE ACOMPAÑA A LA MUERTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora