CAPITULO LXXII SIGUE MINTIENDOME

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Diego lucía ampliamente desencajado desde su reunión con el señor Moreira, se encontraba acostado con los brazos cruzados bajo la cabeza, mientras contemplaba algo distante y perdido en el techo; Leonor por su parte se había sentado en el hermoso pasillo que se encontraba fuera de la habitación, sentía esa distancia pero prefería ya no preguntar.

-          Leonor disculpa tengo que salir un momento, me esperas para cenar?

-          No me llevas contigo? El pueblo debe ser bonito en la noche

-          Mañana, hoy iré a hacer una diligencia aburrida, ya vengo no me voy a tardar, unos minutos

-          Bueno, como digas

A pesar de todo aquello no le agradaba, pero entre esta actitud y las que había tenido días antes, prefería la vieja gentileza.

Diego camino por unos diez minutos a varias cuadras el hotel donde dejaba a su esposa con ojos de incertidumbre y de confianza, Leonor no podía saber esa verdad que dejaba en aquel pasado, aquel pueblo y un presente que se hacía vida en un hijo que no conocía, tenía que saber, era necesario.

Entro por el viejo pórtico de madera, un perro sabueso aguardaba en la puerta, serio pero no agresivo, definitivo el tiempo había pasado, ese animal aterrador no existía con anterioridad.   Cruzó la vieja puerta de roble, que trajo un resonar de campanillas, puesto para anunciar la llegada de compradores. Una mujer regordeta de cabello corto se afanaba limpiando las canastas mientras daba la espalda a la puerta y tarareaba una canción.

El sonido de las campanas y las pisadas de Diego, sacaron a la mujer de su ensimismamiento, giró repentina para quedar petrificada, no podía creerlo, él de nuevo, más arreglado y prolijo con un aire de caballero, pero era el mismo bastardo que volvía del pasado, aquello no era bueno.

-          que carajos haces aquí maldito bastardo

-          Catalina, también me da gusto verte

-          A mi ninguno, eres la maldición de esta familia

-          Cómo

-          Si, eres un insulto, no deberías ni estar aquí, vete

-          Catalina, por favor, yo sé que tu y la familia me odian, pero no sabía nada, hace poco supe que Esperanza tuvo un hijo

-          Tu ya no existes para ella, te casaste con la mujer rica que mandaste a decir

EL ALMA QUE ACOMPAÑA A LA MUERTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora