-¿Así que ahora puedes...?- No terminé la frase. En su lugar, me concentré en examinarlo. Fue muy extraño ver como él, se hacía corpóreo a través de todas esas luces, ¿Y si un día de estos las luces no llegan completas? ¿Se quedaría sin una pierna, sin un brazo o algo?, la voz de Elliot me sacó de mis pensamientos

-Teletransportame. Eso puedo hacerlo- Respondió el castaño mientras observaba la habitación y posaba su vista sobre Madeline- ¡Tú!- El arcángel la señaló- Tienes mucho que explicar...

-Cálmate, nuero. Detesto que griten cuando recién me he despertado. Deberías apuntar esos tips. Así, quizás puedas ganarte a tu suegra.- Respondió la mujer rubia a la cual antes amaba.

-¡Cállate, Madeline!- Le dije con furia, vergüenza e incomodidad, ya que Elliot se sintió igual de incómodo al recordar la antigua relación que poseíamos.

-Oh, ya veo- Madeline paseó su vista de Elliot hacia mí- Problemas en el paraíso.

-Si no te callas, te juro que ahora mismo te voy a romper la cara- La amenacé, realmente no estaba de humor para soportarla.

-Me gustaría ver cómo lo intentas...- Susurró engreídamente la rubia, Como si saboreara cada palabra

-¡Oh, tú te lo buscaste!- Me levanté del suelo, a la vez que Elliot se alejaba de mi camino, evitando tocarme, como si tuviese una enfermedad contagiosa. No le di importancia a su gesto, mi objetivo era Madeline, la cual sólo me observaba con una sonrisa, ni siquiera intentaba alejarse, seguí sentada en el suelo. Cuando estaba a punto de lanzarme contra ella, una jaqueca fuerte me obligó a caer de rodillas en el suelo. Llevé mis manos a mi cabeza como si eso pudiese solucionarlo, intenté usar mis poderes curativos en mí, pero no estaban surtiendo efecto. La jaqueca no era de carácter médico o humano, la jaqueca provenía del ruido en mi cabeza, Omen estaba gritando con toda su fuerza en mi mente. - ¡¿Pero qué sucede?! ¡¿Qué te pasa Omen?!- esperé que las voces me dieran una respuesta, pero en su lugar sólo seguían gritando.

-Esas son tus voces evitando que cometas una locura. Sólo te dejarán en paz en cuanto desistas de tus ganas de herirme- Respondió con toda tranquilidad Madeline mientras miraba sus uñas

-¿Y tú no piensas ayudarme?- Miré estupefacto a Elliot quien al recibir mi mirada, levantó sus manos en señal de rendición.

-Omen sabe lo que hace, yo no me meto en esos asuntos- Respondió el arcángel aún con sus manos levantadas- y la verdad, es que Omen me da un poco-mucho de miedo.- Elliot llevó sus manos a su cuello y lo rasco incómodo.

-Bien...- Susurré, intentando soportar la jaqueca- Omen, me abstendré de mis ganas de asesinar a Madeline, pero por favor, deja de producirme estos dolores de cabeza- Esperé unos segundos y poco a poco pude sentir como las voces en mi cabeza se calmaban hasta finalmente volver al silencio... -Gracias.

-¿Estás bien?- Preguntó Elliot.

-Sí, ya ha pasado- Lo miré e hice un leve asentimiento para que entendiera que Omen se había calmado- ¿Dónde están los demás?- Pregunté extrañado al recordar que los había llamado pero ninguno había venido

-Están en el patio trasero. Cuando tú y Madeline se desmayaron, Cath creó una camilla hecha de plantas para poderlos traer hasta tu habitación sin tocarlos. Los observamos durante unos minutos, a pesar de que Madeline llegó totalmente golpeada, tras pasar unos minutos junto a ti, se recuperó, tal como si tú la estuvieras curando inconscientemente. Thomas nos ordenó que esperáramos en el patio trasero. Desde ese momento estábamos todos afuera, incluido Thomas, lo mejor era evitar el contacto contigo. – Elliot bajó su mirada apenado, pensó que me sentiría mal al saber que ninguno se me acercaba. Por supuesto, me afectaba, pero los entendía, yo no quería que me tocaran, mucho menos después de recordar lo que le hice a Derek, Elliot y Luke. – Pero ahora lo importante es que Madeline nos diga qué hace aquí, y qué es lo que sabe sobre tu estado

Saga Elementos y Sombras III: Fuego UnificadorWhere stories live. Discover now