Unos segundos después entró corriendo al baño.

En cuanto abrió la puerta lo golpee con la tapa en la cabeza. Cayó al suelo e intentó incorporarse, lo golpee dos veces más hasta que se rompió la tapa, no logré golpearlo con la fuerza suficiente para que se desmayara.

Mierda.

En el suelo, y su cabello, había mucha sangre.

Salí corriendo del baño sin esperar un segundo mas, crucé la habitación sin detenerme y bajé las escaleras directo a la cocina.

Tomé el cuchillo más filoso que vi y regresé a la sala cruzándola para ir a la puerta.

Tomé la perilla e intenté girarla pero no cedió. Bajé la mirada, pero mi vista pasó de largo la perilla y llegó hasta el suelo. Había una cerradura que unía a la puerta y la pared evitando ser abierta. Me agaché y la tomé entre mis manos desesperada. Giré mi vista hacia la puerta de mi habitación y vi a Christian bajando lentamente las escaleras con una mano en la parte de atrás de su cabeza y la otra sobre el pasamanos de madera.

Me levanté y vi que había otra cerradura en la parte de arriba de la puerta.

Por aquí no podré salir. Piensa Lorena, piensa ¿Por dónde puedo salir?

Voltee hacia mi izquierda y vi la gran ventana que estaba a un lado del comedor.

En cuanto llegué al lado mas corto de la mesa vi que Christian llegó al contrario, él estaba entre la barra de la cocina y la mesa, y yo entre la mesa y la pared. A mi lado derecho (justo en el centro de la larga mesa) se hallaba la ventana.

Christian vio mis intenciones y caminó hacia mi gran oportunidad. Yo rodeé la mesa del otro lado evitando que se acercara lo suficiente a mí. Puso sus dos manos en la mesa y me di cuenta que la dejó manchada de sangre.

– No podrás escapar Lorena. – dijo mirándome con los ojos inyectados de sangre.

Piensa, Lorena. ¿A dónde más puedo ir?

Había otra ventana a lado de la puerta, un poco más pequeña, pero yo podía entrar fácilmente.

Miré la gran ventana tras Christian, no tenía cerradura, entonces tal vez la otra ventana tampoco.

Rodeé el sillón y llegué a la ventana. Sin mirar atrás quité el seguro y la abrí. Puse mi rodilla sobre la base. En cuanto quise tomar impulso Christian me tomó por el cabello jalando mi cabeza hacia atrás con violencia lastimando mi cuello por el brusco movimiento.

Solté un grito pero me ignoró. Empezó a jalarme hacia las escaleras.

– ¡No! ¡Christian! –. Llevé una mano a su muñeca y la apreté con fuerza.

Recordé que en la otra mano aún tenía el cuchillo, calculé por una fracción de segundo y llevé el cuchillo a su mano encajándolo con toda la fuerza que la incómoda posición en la que estaba me permitió.

Soltó un grito y al instante sentí un dolor agudo en el cuero cabelludo donde me había jalado.

Mi cabeza calló al suelo. Volteé a verlo, vi como se sacaba 3 centímetros del cuchillo de su mano izquierda.

Me arrastré de nuevo hacía la ventana intentando ponerme de pie en el acto.

Sentí una presión sobre mi tobillo izquierdo. Me jaló con fuerza haciendo que mi barbilla golpeara contra el suelo mordiéndome la lengua. Al instante sentí el sabor de la sangre pero lo ignoré.

Me giré para patearlo pero me jaló de nuevo con tanta fuerza que mi pie se desvió hacia el techo.

Siguió jalándome por el pie de nuevo a la habitación, con cada escalón me raspaba más la espalda y me golpeaba la cabeza contra éstos.

Me soltó en cuanto cerró la puerta del cuarto tras de sí, se puso a un lado de mí y vi como hizo un pie hacia atrás para agarrar impulso para patear mi abdomen. Por instinto di media vuelta sobre el suelo lo más rápido posible y sentí el impacto en la espalda.

Me puse boca abajo con mis manos pegadas al piso a cada lado de mi cabeza, traté de incorporarme pero se sentó sobre mí y jaló mi cabello con fuerza. Hizo movimientos bruscos con él y de un momento para otro soltó mi cabeza y se quitó de encima. El cabello me cayó en la cara cuando intenté incorporarme de nuevo. Entonces me di cuenta de lo que había hecho. Me había cortado el cabello un poco más abajo de los hombros con el cuchillo. Mis largo mechones rubios y azules cayeron al suelo, rodeándome.

Me tomó del hombro y me hizo girar con violencia. Se sentó a horcajadas de mí y me dio un puñetazo en la mejilla tan fuerte que mi cabeza cayó al suelo.

Me tomó del cabello jalando mi cabeza para que quedara frente a él de nuevo. Me dio otro puñetazo en la otra mejilla.

Después otro en la sien, otro en el ojo, en el labio, siguió golpeándome por lo que me pareció una eternidad.

– ¡Maldición! –. Golpe – ¡Estúpida perra! –. Golpe. –¡Solo quiero que me ames como yo te amo! –Golpe.

Quería hablar pero no podía, además que no dejaba espacio suficiente entre un golpe y otro para que pudiera escucharme.

– Chris. – susurré sintiendo que me iba a desmayar.

En cuanto hablé me soltó y se quitó de encima.

– ¿Por qué hiciste eso? –. Me preguntó.

¿Hacer qué? ¿Intentar huir del monstruo que me ha torturado física y mentalmente por casi una década? ¿Por intentar ser feliz con mi prometido? ¿Qué es exactamente lo que no entiendes, idiota?

Intenté mirarlo pero me pareció imposible, mis ojos se habían hinchado tanto que me costaba trabajo mantenerlos abiertos.

Intenté arrastrarme a la puerta pero mi cuerpo cayó rendido.

– Yo no quería hacerte esto, tu me obligaste. – dijo casi en un susurro. Volteé a verlo.

¿Me echaba la culpa de querer alejarme de él? ¿De querer alejarme de mi violador? ¿Ahora qué? ¿Me iba a decir que después de todo yo lo provoqué para que me secuestrara y violara?

Estaba sentado con la boca tapada y lágrimas en los ojos.

– Chris –. En mi mente pasó la imagen de Jake, ahora lo iba a lastimar por mi culpa, de nuevo. Tenía que distraerlo, sabía que en cuanto tuviera la oportunidad se desquitaría con él, no podía dejar que bajara al sótano.

– Sabes que no quiero hacerte daño Lorena. – sus lágrimas escaparon recorriendo sus mejillas llenas de sangre, no supe si la sangre en su rostro era suya o mía. –Pero tú me obligas, cuando pienso que sientes algo por mí... Intentas alejarte...

– Chris – sentí que yo también iba a llorar, no por el dolor ni por mí, sino por Jake, lo que le pasaría después de lo que acababa de hacer.

– ¿Por qué me hiciste hacerlo Lorena? ¿Por qué intentaste escapar?

– ¡Porque estoy embarazada! –. Solté.

Secuestrada por el pasado #3Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα